Una sociedad política del escándalo
- Jeremías Zúñiga Mezano
En México, la política ha dejado de ser sinónimo de construcción institucional para convertirse en espectáculo permanente. En lugar de debates con altura de miras, se multiplican escenas de gritos, insultos, memes y provocaciones que priorizan el aplauso fácil sobre el pensamiento crítico. El Congreso, que debería ser el epicentro del diálogo democrático, se ha transformado en un teatro donde la estridencia gana más titulares que la sensatez.
La sesión más reciente de la Comisión Permanente es ejemplo de esta degradación. Gerardo Fernández Noroña y Alejandro Moreno, senadores con protagonismo frecuente, intercambiaron gritos y empujones, anulando cualquier posibilidad de deliberación. Aunque difieren ideológicamente, representan una misma crisis: la renuncia a ofrecer soluciones concretas. Ninguno habló de seguridad, salud o educación. Solo protagonizaron una escena más en la larga serie del escándalo político nacional.
No se trata de hechos aislados. La senadora Lilly Téllez recurre frecuentemente a la provocación sistemática como estrategia discursiva. María Clemente García ha sido señalada por lenguaje ofensivo en tribuna. Xóchitl Gálvez, en su momento aspirante presidencial, no dudó en disfrazarse de botarga para ridiculizar a sus adversarios. Todos ellos conforman lo que podríamos llamar la “sociedad política del escándalo”.
Detrás de esta teatralización de la política hay una consecuencia peligrosa: la erosión de la confianza ciudadana. Mientras los reflectores se enfocan en disputas personales, México enfrenta más de 30 000 homicidios anuales, según el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP, 2024). La crisis de seguridad, las carencias en servicios de salud y el rezago educativo afectan a millones de familias. Pero en vez de respuestas, se multiplican los espectáculos.
Este fenómeno no es nuevo, pero sí se ha intensificado con el auge de las redes sociales. La lógica del “me gusta” ha sustituido a la del argumento. Los políticos buscan viralizarse antes que legislar. El fondo ha sido sustituido por la forma, y la forma por el escándalo.
La política debe recuperar su dignidad. Se necesita menos protagonismo y más preparación. No basta con tener carisma; se requiere conocimiento, humildad y compromiso. La ciudadanía exige políticos que escuchen, propongan y construyan. No es idealismo, es una necesidad práctica: México no puede avanzar con un Congreso convertido en circo.
México necesita políticos profesionales, serios y con visión de Estado; líderes que actúen como verdaderos estadistas, con inteligencia, preparación y dominio emocional. No hay espacio para impulsos ni reacciones viscerales en quienes tienen la responsabilidad de construir el destino de una nación.
Se requiere templanza para actuar, sensatez para responder y sabiduría para conducir. En este sentido, la presidenta Claudia Sheinbaum representa un referente: una mujer que gobierna con serenidad, firmeza e inteligencia estratégica. Porque gobernar no es un espectáculo, es una tarea de carácter, de profundidad y de visión.
#ParaSerMejores sabiduría e inteligencia
Dr. Jeremías Zúñiga Mezano
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Licenciado en Derecho con múltiples postgrados. Destacada trayectoria como Presidente de Comunidades Seguras en Veracruz, Director Académico en la Universidad de las Naciones, y Catedrático Universitario en los niveles de Licenciatura, Maestría y Doctorado. Reconocido analista económico, político y social en medios de comunicación, articulista y conferenciante sobre temas de seguridad



