Sufat Chol
- Agustín Güiris
Sufat Chol
Tormenta de Arena (Elite Zexer, 2016)
La ópera prima de Elite Zexer es una dolorosa pero inquebrantable impresión del escaso desarrollo social en el “mundo moderno”. De las posibilidades y anhelos de la libertad sopesados ante el valor y presión de la costumbre y una educación tradicionalmente machista. Es una estampa tan común como temible. Tan pública y habitual que durante mucha parte del metraje sobran las motivaciones. Ajenas quedan las excusas y argumentos de nuestro personaje central en su lucha cuasi solitaria por resquebrajar un pedazo del gran muro que se encuentra sobre de ella y de los suyos.
Aunque situados en un marco cultural realmente poco conocido en nuestro contexto como el israelí (leído siempre a conveniencias político-temporales), la mano de Zexer sirve de manera neutra. No ataca su sistema, sino que denuncia los hechos bajo un punto global que se puede traducir a los diferentes cercos sociales que existen alrededor del orbe. Si bien su drama en efecto contiene las particularidades propias de su entorno, el camino ético y normativo de nuestros personajes resulta tener una facilidad temerosa al nivel de implicación. No pasa mucho tiempo para que la identificación en los hechos que se van encadenando resalten ante nosotros como vivencias conocidas; ya sea que se hayan experimentado de forma cercana o bien sabido bajo el anecdotario de terceras personas: Layla, joven estudiante de escasos recursos que se encuentra enamorada de unos de sus compañeros, se enfrenta repentinamente a un casamiento obligado mientras su madre intenta sobrellevar el segundo matrimonio de su marido, quien entiende la función de la mujer únicamente como aduana que maximiza su sentido de ser ante la tribu.
La afrenta de madre e hija es entonces con el legado; con la ambición de obtenerse. La primera como una auto-refugiada bajo el silencio de los años, la segunda en el descubrimiento de la misma guarida ya que sin siquiera darse cuenta ha empezado a acallar sus propios deseos y aspiraciones. Con la confianza perdida y un horizonte imaginario al parecer asequible pero más espeso que el propio andar del día a día, ambas son eclipses que habitan el desierto beduino. Ambas son miradas que intentan, desde sus rincones, encontrar la luz y los caminos que rompan las fronteras hacía las futuras generaciones.
Con una puesta en cámara casi en su totalidad estacionaria y una naturalidad cuasi documental, la fotografía de Shai Peleg nos introduce de una forma tan común al hogar y los andares de nuestros personajes que la cinta, visualmente, se convierte en nuestras propias pisadas: huellas que hemos visto cada cierto tiempo a lo largo de nuestros ruedos. El montaje por su parte juega el mismo rol. Su sentido franco determina los espacios mediante el trabajo de Ronit Porat, mismo que contribuye a que el ritmo de la cinta se mantenga uniforme y cuidadoso para que las presiones recaigan sobre el estado común que ha de intentar romperse.
Sufat Chol, es pues, una cinta con un alto grado de sinceridad. Una cinta que representa y detalla a bien los tiempos actuales. Sus personajes, nobles y capitulares, tienen el destino marcado en la frente: sus horizontes no se encuentran a más de un metro de distancia, sus pretensiones no quedan sepultadas bajo la arena sino que simbolizan sus abandonos hacía la naturaleza propia de la tradición. La mano, firme, de Zexer nos cita y encamina a través de los ciclos siempre obviados y criticados en la sociedad. Aquellos que se catalogan siempre de absurdos y arcaicos pero que terminan siempre por aplastar los sueños y apetencias del mañana. Ciclos que en algún momento arriban para ser testigos de ellos, y en ocasiones, sí, para ser protagonistas de los mismos.
Tormenta de Arena de Elite Zexer
Calificación: 3.5. de 5 (Muy Buena)
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Realizador independiente y profesor de cine en diversas instituciones. Realizó un Master en Dirección Cinematográfica en España y ha dirigido y producido cortos de ficción y diversos proyectos de documental.