El Impacto de la Presencia Cuando hay Poder Posicional
- Jeremías Zúñiga Mezano
Cuando el agua arrasa con todo, lo primero que se pierde no es la casa ni las cosas… es la esperanza. En esos momentos, cuando la calle se convierte en río y los recuerdos flotan entre el lodo, la mirada de la gente no busca discursos, busca rostros. Busca a alguien que esté ahí, que se moje los zapatos, que camine entre ellos y confirme que el Estado no es una oficina distante, sino una presencia que acompaña. Porque en medio del desastre, la ausencia duele más que la lluvia.
En tiempos de tragedia, hay silencios que gritan. No por lo que se dice, sino por quién está… o quién no está. Una comunidad golpeada no solo necesita recursos, sino sentir que alguien con poder real ha puesto un pie en su territorio. Esa presencia, aunque algunos la subestimen, puede cambiar el estado emocional de cientos de familias. Una autoridad que llega no solo activa maquinaria institucional, también transmite un mensaje invisible pero poderoso: “importan”.
Cuando el poder posicional —como el de una presidenta o una gobernadora— se combina con poder personal, empatía y contacto humano, la presencia se vuelve terapéutica. En contextos así, estar presente es una forma de gobernar.
También es cierto y previsible que la presencia de figuras públicas en momentos así movilice emociones y también intereses. Quienes simpatizan con las autoridades buscarán destacar los gestos de cercanía, los abrazos, las palabras de aliento. Quienes se oponen políticamente intentarán mostrar los reclamos, los momentos de tensión, como si fueran rechazo absoluto a la autoridad. Ambas lecturas responden más a la lógica política que a la realidad humana del territorio. La tragedia no debería ser usada como trofeo mediático, sino como punto de unión.
Las comunidades, en medio de la adversidad, observan más allá de las consignas. Lo que conmueve no es un discurso, es el gesto humano. Un gobernador o presidenta que se hace presente no elimina el dolor, pero sí lo dignifica. La gente no olvida quién estuvo y quién no. La ausencia genera invisibilidad, pero la presencia abre la posibilidad de solución y justicia.
Porque cuando una autoridad llega, escucha y mira de frente el dolor de su gente, deja de ser un personaje institucional para convertirse en una presencia humana que inspira confianza. La reciente visita de la Presidenta Claudia Sheinbaum a las zonas afectadas no solo activó protocolos, también activó algo más profundo: la sensación de que el Estado sí está mirando, sí se está movilizando y sí tiene voluntad de acompañar.
Lo mismo ocurre con la presencia constante de la Gobernadora Rocío Nahle en territorio. Su permanencia en las comunidades golpeadas no debe ser un gesto momentáneo, sino una forma de gobierno cercana, empática y efectiva.
En medio del lodo y la pérdida, lo más valioso no es la asistencia… es la certeza de que no estamos solos. Que tanto la Presidenta como la Gobernadora sigan caminando junto a las familias es la mejor señal de que la reconstrucción no será solo material, sino también emocional. Y cuando una comunidad siente que alguien con poder está presente y permanece, nace lo más importante en tiempos de adversidad: la esperanza organizada.
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Dr. Jeremías Zúñiga Mezano
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Licenciado en Derecho con múltiples postgrados. Destacada trayectoria como Presidente de Comunidades Seguras en Veracruz, Director Académico en la Universidad de las Naciones, y Catedrático Universitario en los niveles de Licenciatura, Maestría y Doctorado. Reconocido analista económico, político y social en medios de comunicación, articulista y conferenciante sobre temas de seguridad



