Cuando la derrota de los Nazis era inminente, Hitler se arrinconó alejándose de su realidad. Pensaba en estrategias de guerra imposibles e imaginarias para recuperar el control.
Su gente sabía que era imposible una victoria; acostumbrado a no perder, se alejó de la razón y ordenó entonces que nadie debía rendirse. Sus tropas tenían que resistir el ataque.
Dentro de los estudios de la psicología a este comportamiento se le llama “negación”, pero si a eso le sumamos que la persona responde a una realidad paralela en donde no sólo cree tener el control sino también el poder extraordinario, se le denomina “negación psicótica -omnipotente”.
Según -la psicoanalista austriaca Melanie Klein, creadora de una teoría del funcionamiento psíquico indicó que “la negación y el control omnipotente son mecanismos que responden a la impotencia del yo frente a sus impulsos destructivos y a estos impulsos proyectados en el objeto”.
La negación como proceso defensivo tiene por finalidad no ver aquellos aspectos del yo o del objeto que aterrorizan, y responde a la fantasía de que aquello que no se ve, no existe, y por lo tanto no implica peligro para él”.
Dicha negación está unida al control omnipotente, a la fantasía de poseer, tanto el yo como el objeto idealizado, capacidad de control y de manejo sobre el objeto persecutorio".
A casi 40 días de entregar su desastrosa administración, Javier Duarte de Ochoa, gobernador de Veracruz encaja perfectamente en la teoría de M. Klein, quien es pionera del estudio de la psicosis.
Es tal la negación del mandatario estatal que sus apariciones públicas han sido menos, y ha incrementado sus comentarios a través de su cuenta de twitter.
El presupuesto millonario (del que nunca se habló en comparecencias en el Congreso del Estado) con el que inició su gobierno para la Coordinación General de Comunicación Social y con el que se manejó su imagen como mandatario, hoy se redujo a 140 caracteres de su autoría.
Duarte de Ochoa hoy se defiende, informa, ve y comparte su percepción del mundo desde la red social, desde las teclas de su teléfono o de su computadora; desde ahí se dirige a los ciudadanos.
Y cada vez que escribe o habla ante los medios, su mensaje es totalmente opuesto a la realidad que viven los veracruzanos.
El quebranto financiero del estado provocado por él no sólo ha afectado al pueblo de Veracruz, también ha causado estragos en su salud mental (sin sarcasmo).
Su expresión gestual, corporal; su mirada y sus declaraciones son claros signos de una patología psicológica innegable.
El caos que ha hecho de Veracruz lo ha rebasado, por eso muchos de sus colaboradores, cercanos y funcionarios le han dado la espalda.
Igual que Hitler, el ejecutivo estatal no puede tapar el sol con un dedo y crea falsas expectativas, que a todas luces son mentiras exacerbadas con las que va postergando su autodestrucción.
Con mucha sorpresa, los diversos sectores sociales y la clase política escuchan con extrañeza las declaraciones de gobernador:
“El estado con mayor creación de empresas. El estado más seguro del país. El estado con miles de empleos generados. El estado con mayor desarrollo de infraestructura”, son apenas algunas de las falsedades leves.
La situación se pone preocupante cuando afirma con toda certeza que todas las cuentas están claras ante la Auditoría Superior de la Federación (ASF).
Afirmación que hizo cuando Juan Manuel Portal Martínez, el titular de la dependencia federal dijo que el cordobés debería ir a la cárcel porque hasta entonces no ha podía comprobar o justificar 35 mil millones de pesos luego de 46 auditorías.
A pesar de la falta de pago al magisterio, al Instituto de Pensiones del Estado (IPE), a proveedores; de la desaparición de recursos del 3 por ciento a la nómina, de obras inconclusas como la Torre Pediátrica y el Túnel Sumergido; y la creación de empresas fantasmas, Duarte de Ochoa se asume como limpio, honesto y de resultados. De eso no tiene duda.
Y eso no es todo, el 19 de septiembre la fiscalía local entregó a la PGR las dos carpetas de investigación en las que se le investiga a Duarte por los delitos de enriquecimiento ilícito, peculado e incumplimiento del deber legal.
Para el jueves 22 de septiembre, Duarte dijo a través de su cuenta de twitter que la atracción de la investigación por parte de PGR “evita cuestionamientos en su resultado”.
El martes 27 de septiembre, en una de sus recientes entrevistas dijo: “cuando nos distrae la agenda política, la grilla, los dichos, los dimes y diretes, nosotros respondemos con trabajo, con resultados, con agenda seria e importante”.
Una semana después la Comisión Nacional de justicia partidaria del Partido Revolucionario Institucional (PRI) decidió suspender los derechos políticos del mandatario, al igual que a seis de sus colaboradores cercanos.
Ahí mismo, en un acto político Duarte destacó que su administración deja un estado competitivo, y “lo otro queda en el anecdotario”.
Y mientras el tiempo se agota, la suciedad continúa saliendo por la cañería. Un juez concedió a la Procuraduría General de la República (PGR) la primera orden de aprehensión relacionada con el caso de las empresas fantasma de Veracruz, a través de las cuales el gobierno de Javier Duarte desviaría al menos 3 mil 300 millones de pesos.
En su segundo informe sobre la investigación del caso, el Servicio de Administración Tributaria (SAT) informó este viernes 30 de septiembre que al menos 10 funcionarios veracruzanos están involucrados con el caso, y que seis de ellos presentan “inconsistencias relevantes” por lo que están sujetos a investigación.
Estará usted de acuerdo que un gobernador y su administración con 52 denuncias encima por casos de corrupción y enriquecimiento ilícito no pueden quedar en el anecdotario.
Asumirse como un político inmaculado y sostenerlo de viva voz en medio de un estado fallido y podrido por todos lados, no es más que un claro síntoma de un hombre que posee una distorsión de la realidad: “una negación psicopática”.
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Periodista independiente