Veracruz: de Guatemala a ‘Guatepeor’

  • Ignacio Morales Lechuga
A los cuatro niños masacrados en Coatzacoalcos y a las víctimas de la violencia.

A los cuatro niños masacrados en Coatzacoalcos

y a las víctimas de la violencia.

Los recientes eventos han orillado a los veracruzanos a vivir bajo psicosis de inseguridad y temor a la violencia. Familias de Xalapa, Poza Rica, Coatzacoalcos y Veracruz han abandonado sus residencias y trabajo en búsqueda de una ciudad segura. Se han vuelto migrantes en su propio país.

Los homicidios dolosos en estos siete meses de gobierno de Miguel Ángel Yunes Linares han aumentado 99%. Los secuestros se han incrementado 67% y las extorsiones han aumentado 265%, según datos publicados por el Sistema Nacional de Seguridad Pública. Los números son peores que con Duarte.

Imagine usted lector, vivir junto con su familia en un ambiente de esta naturaleza, ello equivaldría a habitar el infierno. Mis paisanos salen de un gobierno inundado de corrupción como lo fue el de Duarte, hoy detenido en Guatemala, y por elección directa se instalan en Guatepeor con Yunes.

Veracruz, hace apenas 30 años, era un estado estandarte, pujante, próspero, importador de mano de obra, que aportaba 10% del PIB nacional, con gente feliz y dicharachera. Hoy mucho de esto se ha perdido; el PIB apenas rebasa el 3 % y se ha vuelto un estado exportador de mano de obra y de migrantes para Texas y las Carolinas en EU.

¿Cómo se llegó a ello? por pésimos gobiernos emanados del PRI, inundados de corrupción, desatinos y desaciertos, de los cuales, uno fue co-gobernado por Miguel Ángel Yunes Linares como secretario de Gobierno. Durante esa etapa se cometieron tantos excesos que llegaron por cientos las quejas y recomendaciones de las Comisiones Estatal y Nacional de Derechos Humanos; incluso la CIDH elaboró una recomendación por la tortura y asesinato de dos indígenas; Atanasio y Rolando, ambos de apellidos Hernández Hernández, originarios de Ixhuatlán de Madero.

El hartazgo llegó con Javier Duarte; la corrupción y violencia sin límites provocaron que los veracruzanos eligieran a Yunes, bien ganada la derrota.

Éste ganó la gubernatura sin la presentación de un programa de gobierno, la propuesta fundamental de su campaña consistió en meter a la cárcel a Javier Duarte. Era tal el odio y desprecio que suscitaba el gobernador anterior, que el electorado compró la idea.

Una vez en el cargo, no hizo nada por aprehender a Duarte y sólo presionó mediáticamente al gobierno federal para que éste se encargara de la búsqueda y aprehensión del ex gobernador.

Entre sus promesas incumplidas de campaña, Yunes Linares se propuso reducir los delitos del fuero común en los primeros seis meses, en un 50%. Hoy Veracruz es el estado más violento de la República; prometió también aumentar salarios, arraigo y dar becas a los hijos de policías, sin embargo les redujo sueldos y ha despedido a servidores que no son afines a su persona.

Si analizamos sus resultados, concluiremos que su gobierno ha sido un rotundo fracaso. No se ha reducido el delito, sino que este se ha multiplicado, de ahí el terror y la psicosis de la población. En Veracruz la gente sabe que su vida no vale nada y que la impunidad es el PAN de cada día.

Es el primer gobernador que a lo largo de su carrera ha acumulado más denuncias penales que El Chapo Guzmán, de quien por cierto, se le acusa de haberle facilitado la fuga.

Ha sido señalado como partícipe de actos de pedofilia, como indiciado del delito de peculado en el ISSSTE, por lavado de dinero y como represor de movimientos sociales y campesinos y no ha pasado nada, parece ser que cuenta con “buenos amigos”.

Curiosamente, con la llegada del nuevo gobierno, las actividades del narco se han incrementado, con las nefastas consecuencias que esto conlleva.

Pese a la crítica, el gobernador pretende, cual monarca, dejar a su hijo como heredero de su silla, mientras que él se promueve para Presidente a través del PAN, con el respaldo de Anaya, como otrora lo hiciera Calderón, sin advertir que es la próxima víctima de sus acostumbradas traiciones.

El gobierno federal no puede ni debe hacerse el ciego, los veracruzanos no merecen seguir siendo ignorados por la Federación como lo fueron durante el gobierno de Duarte.

Antes ser veracruzano era motivo de orgullo, hoy serlo es peligroso, más si se es niño o mujer, incluso más peligroso que ser periodista. Urge que la Federación tome cartas en el asunto.