Un like jamás será un voto
- Jorge A. González
Se acercan las elecciones en todo el país para el proceso 2018 en el que se renovarán 2,777 cargos públicos, de acuerdo con datos del Instituto Nacional Electoral (INE).
Un proceso electoral que será histórico, y no por su eficacia y transparencia sino por el gasto aprobado por el mismo instituto para las elecciones, sí, más 18 mil millones de pesos, incluido lo asignado a partidos políticos y candidatos independientes.
Esto abre un nicho de mercado no sólo para las grandes empresas proveedoras de los partidos político, momento en el que salen algunos contratos a modo, otros a cambio de favores y claro, los que se auto-proveen fuera de la ley.
Para el ciudadano representa un gasto innecesario, no así para unos cuantos empresarios de los giros de alimentos, productos y propaganda que hacen su agosto.
Dentro de toda esta feria de despilfarro, también se ven beneficiadas las casas encuestadoras, quienes miden las preferencias electorales para tomar acciones, pero también este servicio tiene sus prácticas nada éticas y sí lucrativas.
Ya no es un secreto que las encuestas son de quienes las pagan, muchos actores políticos hacen dos encuestas: la real ─que puede ser a favor o en contra─ con la que se quedan ellos; y la maquillada con la que se proclamarán ganadores aunque los resultados no sean así. Lo hacen con la intención de “influir” en el electorado pero eso es igualmente relativo, porque si alguien ha perdido credibilidad son las encuestadoras.
Las estadísticas son sólo una muestra del momento en que se toma la opinión de una persona, se habla de tendencias, se habla de preferencias, aproximaciones y cuando mucho probabilidades de lo que podría suceder, no obstante todavía no existe quien prediga el futuro. Nadie tiene la certeza de la voluntad de millones de personas que votan.
Pero el tema de las encuestas y sus prácticas ya es un tema viejo, ahora la sociedad ha perdido credibilidad en ellas, pero los políticos de alguna manera quieren influir en la sociedad y ahora han concentrado sus baterías y esperanzas en las redes sociales.
La interacción social en redes sociales es tan relativa como escoger unos zapatos negros o café, o elegir una nieve de limón o de fresa. La manifestación de los usuarios en redes sociales jamás será un parámetro fiable, aunque sea cuantitativo, pues su origen termina por ser cualitativo.
Quien le diga que un ‘like’ o el número de seguidores en Facebook, Twitter e Instagram representan el triunfo, le está mintiendo. No habrá certeza en el sentido electoral, en un ejercicio de elección porque la confesión del usuario ante una máquina nunca será genuina y sincera.
Un ‘like’ o un seguidor para un personaje que pretende tener un cargo público, debe tener claro que son manifestaciones y expresiones de un individuo desconocido, que no sabe qué rol juega en el contexto social en el que se desarrolla como para definirlo como un elector en potencia.
¿Cómo saber quién está detrás de un ‘like’ que favorece a un candidato? Puede ser un niño, un adolescente o un adulto que quizá no tenga credencial de elector. O peor aún, que no sea del distrito, del estado o del país.
Los ‘likes’ no reflejan ni la preferencia ni garantizan el triunfo. Son teclazos con intenciones diversas y entre ellas, claro, habrá quien actúe con sinceridad, pero cómo saberlo dentro de ese universo llamado usuario.
Hoy el negocio no sólo es con las casas encuestadoras, ahora son para los estrategas o seudo-estrategas en marketing político que se venden al mejor postor, hay tanto cinismo y avaricia que trabajan para todos los candidatos y al final para ninguno: van tras el dinero, muy lejos del profesionalismo y de la ética.
Hoy cualquiera se asume como especialista en imagen pública, en campañas políticas, en acercamiento con los medios y en gurús de las redes sociales, esta última que resulta la más ambigua porque la estadística responde en escena a un método, mientras que en redes se habla de estrategias según el perfil del candidato o figura pública.
Si a un candidato le ofrecen obtener el triunfo por tener tantos ‘likes’ y mayor número de seguidores en twitter, tomarse selfies y hacer transmisiones en vivo sobre temas triviales en vivo, sí, le están tomando el pelo.
Las redes son importantes como herramienta para penetrar en la sociedad a través de mensajes, sonidos, videos e imágenes que podrían o no interesar como usuario sobre un personaje político.
Las encuestas y los sondeos en redes sociales no son inútiles, tienen sus virtudes, pero lo importante aquí es estar conscientes de que se llega hasta donde la voluntad y la sinceridad el usuario lo permite; aunque un bombardeo incesante puede terminar como la publicidad tradicional: en el fastidio y abonar en la apatía política que cada vez se hace más latente.
Nos leemos hasta la próxima.
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Periodista independiente