La prevención del delito comienza en casa

  • Jeremías Zúñiga Mezano

En una sociedad donde la inseguridad se ha vuelto parte de la conversación diaria, hablar de prevención del delito no es un asunto policial, sino humano. La violencia no nace en las calles, se gesta en la falta de hábitos preventivos, en la ausencia de organización vecinal, en la omisión de medidas simples que podrían salvar vidas. La seguridad no empieza con una patrulla, empieza con una decisión: cuidarse.

La prevención es una ciencia y una cultura. Los expertos coinciden en que el primer paso para reducir la delincuencia es disminuir las oportunidades delictivas. La mayoría de los delitos se comete porque alguien dejó una puerta abierta, compartió más información de la necesaria o confió en quien no debía. Aumentar el costo percibido para quien piensa delinquir —con vigilancia, protocolos y denuncia oportuna— desincentiva el crimen más que muchas campañas punitivas.

En el ámbito personal, las acciones preventivas son sencillas, pero decisivas. No caminar solo en zonas oscuras, evitar mostrar objetos de valor, mantener cerradas las puertas del automóvil y las ventanas del hogar. En la era digital, la prudencia debe extenderse al espacio virtual: contraseñas seguras, autenticación doble y vigilancia ante llamadas o mensajes sospechosos que buscan extorsionar o robar datos. La ciberseguridad ya es una forma de autoprotección ciudadana.

En la familia, la prevención adquiere un carácter educativo. Elaborar un plan doméstico de seguridad, establecer palabras clave para alertar peligro y coordinarse con vecinos son acciones de bajo costo que multiplican la seguridad. Enseñar a los hijos a identificar riesgos, a no compartir información personal y a confiar en las autoridades cuando sea necesario, convierte a los hogares en espacios más resilientes. Cada familia organizada debilita las redes del delito.

En el trabajo, la prevención se traduce en protocolos. Revisar rutas seguras, reportar incidentes, controlar accesos, resguardar información y capacitar al personal no son lujos administrativos, sino pilares de una empresa segura. Los empresarios tienen un papel clave en blindar su entorno económico con medidas físicas, digitales y humanas. La colaboración con autoridades, cámaras y sindicatos fortalece el tejido institucional.

Pero el crimen no se combate solo con candados ni cámaras. Se enfrenta con cultura, con educación, con redes comunitarias vivas. Por eso, la estrategia de Comunidades Seguras propone un modelo integral donde ciudadanos, familias, escuelas, empresas y gobiernos actúan en corresponsabilidad. La prevención no es un asunto policial, es una estrategia social.

En México, necesitamos pasar de la reacción a la anticipación, de la indiferencia al compromiso. La seguridad no es un servicio que se contrata, es una conducta que se construye. Cada ciudadano que se informa, cada familia que se organiza y cada empresa que se protege contribuyen a un entorno más estable y a una convivencia más sana.

La verdadera seguridad empieza cuando dejamos de mirar hacia afuera esperando soluciones, y empezamos a actuar desde adentro, con conciencia, responsabilidad y solidaridad.

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Dr. Jeremías Zúñiga Mezano

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Jeremías Zúñiga Mezano

Licenciado en Derecho con múltiples postgrados. Destacada trayectoria como Presidente de Comunidades Seguras en Veracruz, Director Académico en la Universidad de las Naciones, y Catedrático Universitario en los niveles de Licenciatura, Maestría y Doctorado. Reconocido analista económico, político y social en medios de comunicación, articulista y conferenciante sobre temas de seguridad