La extorsión en México, un delito que se alimenta del silencio

  • Jeremías Zúñiga Mezano

Cada día, miles de mexicanos viven la misma pesadilla. Están en sus casas, en un taxi o en la oficina, y de pronto suena el teléfono. La voz al otro lado anuncia que tienen a un hijo secuestrado o que, si no pagan, su negocio sufrirá consecuencias. Esa escena, tan repetida como aterradora, tiene un nombre preciso en los códigos penales. Se llama extorsión.

De acuerdo con cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, en 2024 se registraron más de 11 mil carpetas de investigación por este delito, lo que representa un incremento sostenido respecto a años anteriores (SESNSP, 2024).

La modalidad más frecuente es la telefónica, también conocida como virtual, donde la regla de oro es simple pero vital. Cuelgue de inmediato. No dialogue, no proporcione información, no ceda a las amenazas. La Comisión Nacional de Seguridad ha reiterado que verificar por otra línea y mantener a la mano los números 089 y 911 puede salvar vidas.

La otra modalidad, igualmente temible, es la extorsión presencial, mejor conocida como cobro de piso. Aquí la prioridad es proteger la integridad personal. En los hogares, reforzar cerraduras, instalar cámaras y no abrir a desconocidos puede marcar la diferencia. En los negocios, lo recomendable es establecer protocolos internos, capacitar a empleados para no entregar dinero bajo amenaza, instalar botones de pánico y coordinarse con vecinos o cámaras empresariales.

El impacto psicológico es quizá la herramienta más peligrosa de este delito. El miedo paraliza y nubla la capacidad de decidir. Los delincuentes saben que el terror es un aliado y lo explotan para arrancar pagos inmediatos. Sin embargo, expertos en psicología de la seguridad insisten en que el miedo puede transformarse en una alerta consciente. La respuesta emocional ante una amenaza no tiene que conducir al pánico, sino a la acción racional.

El gobierno federal ha reconocido la gravedad del fenómeno. La presidenta Claudia Sheinbaum anunció la creación de una Ley General contra la Extorsión que permitirá homologar el delito en todo el país y dará herramientas para bloquear números telefónicos, congelar cuentas bancarias y fortalecer las denuncias anónimas.

Por su parte, el secretario de Seguridad, Omar García Harfuch trabaja en coordinación con la Guardia Nacional y fiscalías estatales para replicar en todo el territorio la fiscalía especializada que opera en la Ciudad de México.

Sin embargo, la prevención no depende solo del Estado. Depende también de los ciudadanos. La organización es clave. Hablar con la familia, ensayar protocolos, reforzar la comunicación entre vecinos y denunciar siempre. Porque este delito se alimenta del silencio y se fortalece en la impunidad.

México puede revertir esta tendencia si combina la acción de las autoridades con la participación ciudadana. No pagar, no ceder y denunciar son actos de valentía que salvan vidas. El futuro de la seguridad no se escribe únicamente en los operativos federales. También se escribe en cada decisión que tomamos frente al teléfono o frente a una amenaza en la puerta.

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Dr. Jeremías Zúñiga Mezano

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Jeremías Zúñiga Mezano

Licenciado en Derecho con múltiples postgrados. Destacada trayectoria como Presidente de Comunidades Seguras en Veracruz, Director Académico en la Universidad de las Naciones, y Catedrático Universitario en los niveles de Licenciatura, Maestría y Doctorado. Reconocido analista económico, político y social en medios de comunicación, articulista y conferenciante sobre temas de seguridad