La solidaridad es la fuerza invisible, que reconstruye naciones fuertes en momentos difíciles

  • Jeremías Zúñiga Mezano

Cuando todo parece perdido, cuando el agua arrasa las casas o la tierra tiembla bajo los pies, hay algo que nunca se derrumba, la solidaridad. Es esa corriente invisible que une a las personas cuando el miedo paraliza, cuando la tragedia golpea sin aviso, cuando el dolor ajeno se convierte en causa propia. La solidaridad no necesita uniforme ni cargo público. Brota del corazón humano cuando la empatía vence a la indiferencia.

El Banco Mundial ha documentado que “las comunidades que desarrollan redes de solidaridad reducen hasta en un 40 por ciento el tiempo de recuperación después de un desastre” (World Bank, Informe de Resiliencia Social, 2023). No es una cifra menor. Es la evidencia de que un país no se sostiene solo con infraestructura, sino con vínculos humanos capaces de ponerse en marcha cuando todo lo material se ha derrumbado.

Ser solidario no es un acto de caridad, es una forma inteligente de protegernos. La ayuda mutua multiplica recursos, reduce el miedo y fortalece la resiliencia. Quien tiende la mano al otro también se fortalece a sí mismo. Las comunidades empáticas sufren menos violencia, menos ruptura social y más esperanza.

Y aquí una verdad profunda: todos tenemos algo que dar.
Quien no tiene dinero, tiene tiempo.
Quien no tiene tiempo, tiene palabra.
Quien no tiene fuerza, tiene una oración, un mensaje, una manta, un vaso de agua, un abrazo.
Cuando alguien lo ha perdido todo, lo más valioso no es lo que se le entrega, sino lo que se le devuelve; dignidad, esperanza, sentido de pertenencia. Dar no empobrece, dar reconstruye.

México ha demostrado una y otra vez que en medio del desastre renace lo mejor de su gente. Lo vimos en los terremotos, en los huracanes, en las inundaciones. Donde el Estado no alcanza, llegan los brazos de miles de ciudadanos que rescatan, comparten, alimentan y consuelan. Esa fuerza social es tan poderosa que puede sostener lo que la infraestructura no soporta.

La solidaridad también es prevención. Enseñar a los niños a cuidar del otro, a compartir lo justo, a actuar sin esperar recompensa, es sembrar seguridad emocional. Una comunidad solidaria está menos fracturada, menos violenta y más preparada para resistir la adversidad.

Hoy, cuando los desastres naturales y sociales golpean con más fuerza, México necesita hacer de la solidaridad no una reacción emocional, sino una política cultural permanente. Porque un país puede perderlo todo… excepto su capacidad de unirse.

Cada vez que ayudamos a alguien a levantarse, el país se levanta con nosotros.
Cada vez que compartimos lo que tenemos, se multiplica lo que somos.

#ParaSerMejores sabiduría e inteligencia 

Dr. Jeremías Zúñiga Mezano

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Jeremías Zúñiga Mezano

Licenciado en Derecho con múltiples postgrados. Destacada trayectoria como Presidente de Comunidades Seguras en Veracruz, Director Académico en la Universidad de las Naciones, y Catedrático Universitario en los niveles de Licenciatura, Maestría y Doctorado. Reconocido analista económico, político y social en medios de comunicación, articulista y conferenciante sobre temas de seguridad