Por Sheyla Fuertes Lara
El primer domingo de septiembre se conmemora el Día Nacional del Migrante, en el que se reconoce a las personas que deben salir de sus países en busca de mejores condiciones de vida. Así también el 18 de diciembre, se conoce como el Día Internacional del Migrante.
Este año el fenómeno migratorio se plantea como una esperanza de vida, es decir, que a pesar de las condiciones por las que atraviesan hombres y mujeres en su trayecto, puedan lograr el reconocimiento de sus derechos humanos y a contar con mejores condiciones de vida.
En nuestro país como en sucede en otros países de nuestro continente, cada vez son más las mujeres que deciden migrar hacia Estados Unidos y Canadá.
Los factores son diversos: la falta de empleos, las crisis económicas, el abandono de sus parejas que se fueron con la promesa de enviarles recursos, _que al principio llegaron y después ya no_ o porque murieron en el intento de llegar, dejándolas solas y con el compromiso de criar a sus hijos e hijas.
Esta problemática cada día cobra más fuerza y tiene un gran significado en la vida social, política y cultural de los países, por todo lo que representa para los gobiernos involucrados.
Las mujeres que toman la decisión de realizar el viaje, lo hacen en condiciones difíciles, y corren riesgos propios de su condición de género: violencia física, sexual, abusos, maltrato, discriminación, robos, trata de personas, desapariciones y hasta la muerte.
Las situaciones que enfrentan, las ha llevado a tomar decisiones extremas para emprender su travesía, como la toma de anticonceptivos o la pastilla del día siguiente, para evitar embarazos a consecuencia de posibles violaciones. La cosificación que se hace de las mujeres, nos convierte en objetos con los que se puede hacer lo que la persona agresora quiera.
Según cifras de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), en el año 2010, el número total de migrantes ascendió a 214 millones de personas, aproximadamente la mitad de ellas son mujeres. En el caso de la transmigración por México para este mismo año, se encontró que 16.43 % del total de migrantes son mujeres; de ellas, 86% son mayores de dieciocho años y 13.6% son niñas y adolescentes.
Ante las vejaciones que enfrentan estas personas, hay diversas organizaciones que se dedican a apoyarlas en su paso por nuestro país. Han conformado albergues, casas de migrantes, que les ofrecen comida y alojamiento; un espacio de descanso antes de proseguir su camino.
En 2013 nace la Red de Documentación de las Organizaciones Defensoras de Migrantes, conformada por 8 albergues y casas de migrantes, en colaboración con el Servicio Jesuita a Migrantes – México. Su finalidad es registrar las características de las personas migrantes que transitan en el país, documentar los delitos y violaciones de derechos humanos cometidos en su contra.
Otro organismo es la Red Mesoamericana Mujer y Salud, a través de la organización Formación y Capacitación, que busca tener incidencia en las políticas públicas de los gobiernos federal y estatal en el tema migratorio, por la salud sexual y reproductiva, y derechos humanos de las mujeres migrantes.
El estado de Veracruz es paso de personas migrantes, donde se encuentran varios grupos de personas, en su mayoría mujeres, que de manera voluntaria les brindan ayuda humanitaria. Hasta ahora son 8 grupos ubicados en zonas específicas sobre todo en el sur del estado, en donde sobresale el trabajo de Las Patronas. En este sentido, cabe resaltar que es a partir del trabajo de la sociedad civil, que se ha visibilizado el fenómeno migratorio y sus características, haciendo especial énfasis en el respeto a los derechos humanos las personas migrantes.