En México se vive con miedo por los comentarios que se comparte en redes y se grita en algunos noticieros. Pero no todo lo que tememos está ocurriendo. Vivimos en una nación donde la percepción de inseguridad supera a la realidad, y donde el miedo se propaga más rápido que los delitos. ¿Qué tan violento es México realmente? ¿Y cuánto de lo que sentimos nace de nuestra forma de comunicarlo?

La Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU) del INEGI revela que 63.2 % de la población considera inseguro vivir en su ciudad. Sin embargo, los datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP) demuestran que la incidencia de delitos de alto impacto ha disminuido. Entre enero de 2019 y julio de 2025, los homicidios dolosos en México se redujeron en un 18 %. El secuestro cayó más de 50 %, el robo a vehículo automotor bajó en 41 % y el robo a casa habitación un 37 %. Estos datos evidencian una tendencia de mejora sostenida.

En el caso específico de los delitos patrimoniales como el robo común a transeúnte, la reducción nacional ha sido del 30 % en zonas urbanas. En Veracruz, el descenso ha sido incluso más notorio en municipios donde se ha reforzado la vigilancia y la inteligencia operativa. Estas cifras hablan de resultados, pero no son suficientes para revertir la sensación colectiva de vivir bajo amenaza constante.

Veracruz representa un caso paradigmático. Mientras en redes sociales circulan audios alarmistas y videos descontextualizados, las cifras oficiales muestran una reducción del 73 % en feminicidios entre 2019 y 2025, y del 15 % en la incidencia delictiva total en el primer semestre de este año.

Los feminicidios son el crimen que más golpea la sensibilidad pública. En el primer semestre de 2025 se reportaron 338 casos a nivel nacional, una baja del 29.2 % respecto a 2024. Veracruz registró solo 11, muy por debajo de su propio récord histórico y con una tasa estimada de 0.4 por cada 100,000 mujeres, menos que el promedio nacional (1.5) y muy por debajo de países como Honduras (6.0), Brasil (5.0) o Sudáfrica (4.8).

Pero si la incidencia delictiva baja, ¿por qué la sensación de inseguridad aumenta? Porque la percepción se construye no solo con lo vivido, sino con lo compartido. La narrativa del miedo se alimenta de noticias sin contexto, mensajes virales, audios anónimos y testimonios indirectos. La mayoría de las personas que manifiestan sentirse inseguras no han sido víctimas directas de un delito, sino que han escuchado, visto o leído contenidos que refuerzan el temor.

Esta percepción tiene consecuencias reales. En términos económicos, inhibe la inversión, reduce la actividad comercial nocturna y eleva los costos operativos por medidas de protección. En materia de salud mental, provoca ansiedad, trastornos de sueño, estrés postraumático y deterioro de la calidad de vida. Según la Secretaría de Salud, los trastornos de ansiedad se han incrementado un 21 % en los últimos tres años en zonas de alta percepción de inseguridad. En el entorno familiar, la percepción de peligro genera sobreprotección, restricciones de movilidad, desconfianza social y aislamiento. Y en el ámbito educativo, contribuye a la deserción escolar.

La siguiente gráfica muestra el nivel de impacto estimado que la percepción de inseguridad tiene en distintas áreas clave: salud mental, actividad económica, escolaridad, convivencia social y confianza comunitaria.

No se trata de minimizar los crímenes, sino de dimensionarlos con base en datos y responsabilidad informativa. La violencia existe, pero también existen avances que deben reconocerse. Comunicar con verdad, verificar lo que se difunde y reforzar las fuentes oficiales es parte de la solución.

La seguridad no se construye solo con patrullas. También se construye con palabras, con cifras y con compromiso colectivo. México necesita realismo, no alarmismo. Veracruz demuestra que sí es posible avanzar. Pero si no cambiamos la manera en que narramos nuestra realidad, seguiremos atrapados en un país más temido que vivido.

Gráfica. Reducción acumulada de feminicidios en México y Veracruz (2019–2025):

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Dr. Jeremías Zúñiga Mezano