El streaming, lo de hoy

  • Jorge A. González
Con la llegada de la internet decayó no sólo la industria del disco, también la del video...

Hace algunas semanas una amiga de la ciudad de México, que se dedica al canto me preguntó que si hoy en día grabar un disco valía la pena. Cuestionamiento hecho ante la abrumadora y aplastante tecnología que pone de manera instantánea casi todo al alcance de las masas.

Con la llegada de la internet decayó no sólo la industria del disco, también la del video; sin dejar de mencionar el duro golpe que también le propinó la piratería que mermó de manera importante al sector comercial del audio y el video.

La industria del disco fue tan poderosa que más allá de lo que representaban sus millonarias ventas, tenía la posibilidad de crear estrellas con o sin talento, y también de arruinarles las carreras.

Hoy aquella visión de que las disqueras eran las únicas plataformas para tocar la gloria y conseguir el éxito, han quedado en el pasado. En la actualidad, el internet es una ventana que en décadas atrás pensábamos imposible: la prontitud de lo audiovisual a capricho del consumidor. No de una disquera, televisora o radiodifusora.

Y es que las herramientas y la evolución de la tecnología han tenido una parte significativa dentro de este fenómeno. Todo aquél que tenga una computadora, un micrófono de estudio y sus pistas musicales puede grabar su propio material de manera casera. Ahora que si el objetivo es más profesional, hay pequeños estudios a bajo costo donde con muy bajo presupuesto se puede lograr.

Acceder a la grabación en la actualidad no es problema, como tampoco lo es la distribución, difusión y promoción del producto; una de las áreas más importantes dentro de la industria del disco, de la que dependían de manera importante los ingresos por la compra de un CD.

 Recordemos el caso del grupo Vázquez Sounds, quienes tras subir a YouTube un vídeo con su cover de la canción "Rolling in the deep" de la cantante británica Adele, saltaron a la fama casi de manera instantánea al recibir más de 100 millones de visitas en su canal, fue así que la industria del disco volteó a verlos.

Con las posibilidades de internet promover un producto -en este caso musical- se ha vuelto algo alcanzable para muchos a través de sus canales de YouTube, sus cuentas de Twittet, Facebook, entre otras opciones.

En su momento, las descargas musicales a través de proveedores como iTunes fueron la primera muestra de que la distribución de la música ya no volvería a ser igual, sobre todo con la aparición de dispositivos en los que se podían almacenar infinidad de temas, cientos o miles. Se tenía la oportunidad de bajar la canción o el álbum completo de tu estrella favorita.

Con el tiempo nos dimos cuenta que ya podíamos remplazar un formato de CD por una descarga que se guardaba en un dispositivo móvil, que ya no teníamos porqué ir almacenando un producto físicamente, y que de alguna forma todo cabía en un mismo aparato, como el iPod.

El espacio continuó siendo un reto para los cerebros de la tecnología ¿Cómo evitar llenar un espacio ya sea de música o video? Necesariamente un contenido debía ocupar un lugar y espacio, música que debía guardarse para su reproducción en el momento en que el usuario deseara disfrutarla.

Entonces llego el streaming, o retransmisión, que se ha vuelto una opción de mayor demanda y de gran popularidad en la actualidad. Un sistema que ya no requiere capacidad de espacio y tampoco del tiempo.

Lo de hoy es comprar un servicio que te permita escuchar música o ver películas las veces que sean necesarias y a la hora que el usuario quiera hacerlo, sin que se tenga que guardar y ocupar un espacio físico o virtual. Hablamos pues de que ya no compramos un producto sino un servicio que pone a nuestra disposición los audios y videos que queramos sin almacenar absolutamente nada. Los ejemplos más claros son Spotify en música y Nexflix en video.

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