El veracruzano hoy no sólo tiene que cargar con sus problemas individuales, que son el resultado de sus propios actos. Puede quejarse, por que lo que haga o deje de hacer repercutirá en él.
Pero lo que no pude y debe soportar el ciudadano, y aquí hablamos como sociedad, es cargar con los problemas generado por otros.
Es lo que vive hoy Veracruz en todos sus rubros, padece el resultado de una tremenda ingobernabilidad e irresponsabilidad sin precedentes en la administración pública.
Alguien dirá, el ciudadano tiene el gobierno que merece, y yo diría, que nadie tiene una bola mágica para adivinar que servidor público o funcionario es en realidad honesto, trabajador, comprometido y cumplidor.
No debemos olvidar que los partidos son instituciones, y que las instituciones son dirigidas por los hombres, esos seres que piensan, sienten, hacen o dejan de hacer.
Cuando hablamos de cualidades humanas entran todas en juego, sobre todo cuando hablamos de cargos públicos y poder: confianza, honradez, compromiso, palabra, entre otras.
Hablar de seres humanos es hablar de sentimientos, de sueños, deseos, posesiones, ambiciones, envidias, avaricia, apego, capricho, soberbia, insensatez, y muchos otros más adjetivos.
El poder es seductor pero también traidor para quien no sabe qué hacer con él. El poder no es un trofeo que se pone en la repisa, el poder desnuda, levanta, sacude, te tira o te entierra para siempre.
Justo eso le pasó a nuestro gobernador, pero él ya se va, los que habremos de pagar la factura seremos los veracruzanos, una factura muy cara.
Tenemos un estado con una deuda pública de 46 mil millones de pesos. Partidas presupuestales comprometidas. Sin comprobar 45 mil millones de pesos. Falta de pago a proveedores. Compromisos incumplidos con la Universidad Veracruzana (UV); así como recursos pendientes con el sector educativo, pensionados y con los deportistas.
El 5 de junio será - por primera vez- el contexto que pondrá a prueba todos los conocimientos y capacidades de un gobernante.
El candidato que logre gobernar los próximos dos años, recibirá un estado desquebrajado, roto, saqueado, ultrajado y hoy abandonado.
Nunca antes se había puesto a prueba a un político como en esta circunstancia: Dos años y una montaña de problemas encima como malestar social, corrupción y violencia incontrolable.
¿Cómo componer en 730 días lo descompuesto en la entidad veracruzana desde hace 86 años?
El candidato que llegue a gobernar Veracruz no encontrará las arcas llenas, al contrario estarán vacías, sólo estarán él, los trabajadores y el inmueble del palacio.
Todo se ha ido, todo se lo han llevado, todo se lo han robado y seguramente todo se lo han gastado.
El próximo gobernador será recordado por dos cosas importantes: porque no pudo o porque no tuvo el suficiente conocimiento para afrontar la catástrofe.
Lo que sí me queda claro es que lo que se pelean hoy los candidatos a gobernar Veracruz no es un tesoro lleno de joyas y diamantes, es pues el arcón vacío.
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Periodista independiente