El líder de bronce

  • Jafet R. Cortés

La constante y perpetua búsqueda del "Líder de Bronce", aquel ser que nos guíe hacia el camino correcto, es un reflejo directo del constante bombardeo mediático recibido a lo largo del tiempo, aquellos relatos que nos cuentan la vida y obra de líderes y predicadores que forman parte de la historia de la humanidad.

A todos -en mayor o menor medida- se nos impuso la aspiración por buscar tallarnos a nosotros mismos en latón, a cualquier precio; convertirnos en la encarnación misma del mito del "Líder de Bronce", influenciados por aquellas leyendas del redentor y sus gestas heroicas.

A la par de la activación de nuestro heroísmo patriótico, se han promovido sobre nosotros cadenas y grilletes de realidad. Según el mito, sólo una persona podrá convertirse en aquel liberador que tanto se describe; compramos esa idea sin preguntar su precio, y consigo adquirimos una carga repleta de expectativas, que al paso del tiempo fractura nuestra existencia de manera irreparable. Un falso dilema entre el líder que aspiramos y el que podemos ser.

La mayoría de la gente se ha rendido ante esas sofocantes expectativas, tomando asiento entre los demás espectadores. En la espera del mesías, las personas terminan desentendiéndose de la responsabilidad con su entorno, negando la influencia -limitada pero existente- que tienen, y el peso de sus acciones.

Una mentira grandísima es que el "Líder de bronce" todo lo puede, todo lo sabe y nunca se equivoca; otra falsedad del mismo tamaño es que sus acciones son las únicas que influyen en el resultado, convirtiendo a las personas que le rodean en muñecos de cera, que sólo sirven para rellenar el escenario.

Mal entendido el liderazgo, se ha hecho invisible toda expresión de  micro-liderazgo existente, volviendo cero el papel que juegan y la relevancia de sus acciones para el cumplimento de objetivos.

El fenómeno del delantero

Todos buscamos ser delanteros, porque nos han enseñado que sólo importa quien mete el gol, el único ovacionado; sobrevaloramos a quien anota, menospreciando la importancia que tienen las demás posiciones para que esto se logre.

Lo cierto es que no todos podemos ser delanteros, meter el gol; hay quienes juegan mejor de defensas, pegados en el medio campo, o corriendo de un lado al otro dando indicaciones. Todos los roles tienen su importancia, y mantienen una dinámica continua de seguir  y ser seguidos, porque no sólo es acatar con precisión indicaciones, sino proponer nuevas que se conjunten, haciendo que todo se vuelva a más.

El fenómeno del líder es curioso. Una persona (líder) toma la iniciativa y comienza una actividad disruptiva mientras todo su entorno lo mira, quizás, con un rechazo momentáneo; otra persona (primer seguidor) le respalda, replicando las acciones del líder; inmediatamente, las demás personas –bajo la aprobación del primer seguidor o segundo líder- replican las acciones que rechazaron unos momentos antes.

Bajo este ejemplo, cada eslabón se vuelve importante, tanto el primer líder que tomó la iniciativa, como el segundo líder que le dio la aprobación al movimiento para que la gente paulatinamente se fuera incluyendo, así como aquellas personas que al incorporarse, sumaron a más.

Lo anterior nos habla que no sólo existe un tipo de liderazgo, sino múltiples expresiones que reducen o incrementan su efectividad a consecuencia del ahora. Dependiendo de las circunstancias, el liderazgo debe cambiar, modificar estructuras, adaptarse a la nueva realidad, o encaminar el barco -con todos- rumbo al precipicio.

Estamos acostumbrados a que sólo haya un líder por proyecto, y en realidad podría haber varios liderazgos, algunos que se tienen que desarrollar. Mientras más personas posean estas cualidades de organización, motivación y llevar a más los proyectos, con mayor facilidad lograrán los objetivos propuestos.

En las cadenas de liderazgo, cada eslabón es importante, cada engranaje cumple un papel, y no lo cumple solo, sino a través de la interacción con los demás.

Fundiendo el mito

Mientras el capital humano busca que los proyectos se integren por los mejores elementos -los más capaces-, el capital social busca que todos se reconozcan como parte de un todo, trabajando en conjunto, tratando de encontrar la armonía y comprensión a través del diálogo contante entre todos los elementos, que intercambian constantemente roles entre ser seguidor y ser líder.

Romper con el mito del "Líder de bronce" empieza por reconocer que no sólo existe un camino, sino muchos; es reconocer la importancia de los micro-liderazgos que viven en los diversos puntos de la estructura, que le dan peso y sentido a las acciones.

Detener la búsqueda del "Líder de Bronce", y fundir todos esos elementos que le conforman, es una tarea importante si se quiere avanzar hacia estructuras mejores y más cercanas al capital social, no sólo en ambientes laborales o lúdicos, sino en cada uno de los espacios que nos toca relacionarnos como humanidad.

 

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