Hoy el Estado de Veracruz está sostenido con alfileres. No existe antecedente en su historia -durante el periodo de la institucionalización del poder político en México- que los veracruzanos padecieran la evidente falta de gobernabilidad.
Tal vez usted está en su trabajo, en su negocio o en sus actividades diarias sin ningún problema hasta ahora, pero las cosas no son como parecen.
Los tres pilares que sostiene un Sistema de Estado están colapsados en Veracruz, eso nos lleva a pensar que no hay rienda, rumbo, ni camino.
El ahora gobernador con licencia Javier Duarte de Ochoa es prófugo de la justicia luego de dejar al estado con un quebranto brutal.
Y con esta irresponsabilidad no sólo desmanteló y saqueo el erario público, se llevó entre “las patas” a los ayuntamientos de los 212 municipios en la entidad.
Junto con sus cómplices, no se conformaron con quedarse con los recursos estatales, también se echaron a la bolsa las participaciones federales destinadas a los municipios.
Con la huida de Duarte, la toma del Palacio de Gobierno por más de 20 alcaldes y la inoperancia del gobernador interino llegamos a una conclusión: los tres poderes del Estado están paralizados.
El Poder Ejecutivo está rebasado y aplastado por la estela de corrupción dejada en el camino. Sin recursos y sin liderazgo Flavino Ríos Alvarado sólo tiene el cargo de Gobernador Interino de membrete.
Para cometer dicho atraco, Duarte contó con la venia del Congreso del Estado de Veracruz. La aplanadora del Partido Revolucionario Institucional (PRI) -durante esta última legislatura- le aprobó todos los caprichos al mandatario estatal.
Hoy el Poder Legislativo está en “la lona” luego de una grave ineptitud política, que a ojos cerrados le dieron luz verde al mandatario estatal con licencia para disponer de los recursos y patrimonio de los veracruzanos.
El Congreso del Estado de Veracruz es quien crea, deroga e implementa leyes; fiscaliza, contabiliza y autoriza el destino de los recursos, no obstante le quedaron debiendo a los ciudadanos y sobre todo a quienes los eligieron.
Aunque la oposición se colocó “de cabeza”, tomaron la tribuna, alzaron la voz, argumentaron y declararon ante los medios de comunicación, sus esfuerzos fueron en vano.
Hoy que los diputados del PRI y aliados ven la realidad por la que atraviesa el Estado, no pueden dar marcha atrás, el daño está hecho y las consecuencias serán irreversibles.
Esa complicidad exacerbada entre el Poder Ejecutivo y Legislativo se terminó de llevar al hoyo al Estado, en este momento no existe Poder Regulador, no hay certeza en el ejercicio de gobierno.
Ante la debacle, la ciudadanía, los líderes de opinión, organismos, cámaras comerciales, alcaldes, partidos y el propio gobernador electo exigen justicia.
¿Y qué pasa con el poder judicial? No pasa nada, está dormido, sordo y mudo. El ladrón robó a manos llenas desde tiempo atrás, con conocimiento de la misma justicia.
Cuando Duarte pidió licencia ya tenía denuncias por diversos presuntos delitos, entre ellos enriquecimiento ilícito, peculado e incumplimiento de un deber legal.
Si hubiese voluntad de castigar a los responsables, el sistema judicial estatal ya hubiese comenzado por el primer delito considerado de manera clara en el artículo 328 del Código Penal para el Estado de Veracruz:
“Se impondrán de tres a diez años de prisión y multa hasta de seiscientos días de salario a quien, en ejercicio de su empleo, cargo o comisión en el servicio público, haya incurrido en enriquecimiento ilícito”.
Con conocimiento de esas denuncias -que hoy suman más de 50-, la justicia lo dejó salir por la puerta de enfrente, y hoy tiene casi 20 días en calidad de prófugo de acuerdo con la Procuraduría General de Justicia (PGR).
Veracruz se encuentra sin Poder Judicial, no hay un sólo funcionario del gobierno del estado detenido por el desfalco, aun cuando es público el monto aproximado del robo: 15 mil millones de pesos estima el Órgano de Fiscalización Superior (ORFSI).
No hay duda, el móvil fue la avaricia. El monto de lo robado está abalado y documentado por el ORFIS. Los resultados los podemos ver y escucharen el descontento social generalizado.
El Estado está hoy como un niño huérfano, sin padre, sin madre y sin que alguien lo defienda. ¿Cuál es el futuro de Veracruz? ¿Qué hará el gobierno federal? ¿Con qué recursos trabajará el próximo gobernador? ¿En dónde está Duarte? y ¿En dónde el dinero?
Son algunas de las preguntas que todos quisiéramos saber y que nadie podría responderlas hoy, a excepción de una que usted sí sabrá responder: ¿Quién cree usted que pagará el recurso robado?
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Periodista independiente