Veracruz, estado en emergencia

  • Jorge A. González

El descontento ciudadano se manifiesta y expresa por todas partes en el estado de Veracruz.

Para nadie es un secreto que la administración actual terminó de quebrar al estado, no hace falta que lo acepten.

Se habla de lo mismo en todos los sectores sociales, empresarios, universitarios, colegios, clase política y ciudadanía en general.

Nunca antes existió tanta incertidumbre sobre el rumbo de los veracruzanos como hasta ahora.

Faltan cuatro meses para que termine esta administración, y de las 26 denuncias por corrupción ante la Procuraduría General de la República (PGR) no se ha visto nada claro.

Se habla, se cuenta y se dice que ya comparecen los funcionarios de despachos implicados ante las autoridades competentes.

Por lo pronto, el gobernador Javier Duarte de Ochoa continúa regalando -en pago- los bienes de los veracruzanos: 11 inmuebles y terrenos en total.

Si las pretensiones del mandatario es dejar en la ruina al estado, que no se esfuerce mucho: ya lo consiguió, pero todo parece indicar que desea vernos en el fondo.

En su sed de venganza contra el próximo gobernador, se lleva entre las “patas” a miles de veracruzanos.

Hilario Barcelata Chávez, economista e investigador de la Universidad Veracruzana (UV) hizo un estudio reciente sobre la deuda del estado.

La cifra final no es alentadora para nadie, ni para los que vivimos aquí ni para los que llegan, y para los que se van parace no importarles.

Barcelata Chávez divide la deuda estatal en dos vertientes, 127 mil millones de pesos como adeudos bancarios, bursátiles y pasivos diversos.

Por otro lado, habla 43 mil 554 millones de pesos, deuda generada por devolución de fondos federales no utilizados.

La suma da como resultado una espantosa cantidad de 170 mil 593 millones de pesos, se trata de los adeudos desde el 2010 al 2016.

Esa cantidad la pagaríamos los veracruzanos más o menos en unos 40 años, es decir, la pagará usted, sus hijos y hasta sus nietos.

Sin liquidez, el gobernador en turno buscaba pagar la deuda del Instituto de Pensiones (IP) con la propiedad del World Trade Center (WTC), pero los empresarios de la zona conurbada Veracruz-Boca del Río alzaron la voz.

Ni los señores pensionados ni los empresarios accionistas de este inmueble están de acuerdo, lo que los trabajadores retirados necesitan es su dinero, no quieren problemas.

Harry Grappa, Secretario de Turismo y Cultura anunció que tal acción ya fue retirada por parte del gobernador para su estudio en las comisiones del Congreso, el centro de convenciones se queda igual.

La historia no acaba ahí, busca que con el recurso del 3% a la nómina -impuesto que los empresarios pagan por cada trabajador-se paguen los adeudos a proveedores, es decir, los empresarios se pagarían así mismos.

Pero hay una propuesta que cocina Javier Duarte de Ochoa que es la más dolosa y llena de veneno para su enemigo Miguel Ángel Yunes Linares, a quien está a punto de entregarle el poder.

El gobernador buscaría la basificación masiva de 24 mil trabajadores del gobierno del estado, lo que representaría un monto de mil 500 millones anuales que se le restarían al presupuesto de obras y programas.

La última del mandatario es que, al retroceder en la iniciativa de nombrar Fiscal Anticorrupción a modo, ahora busca poner a los magistrados de la sala Anticorrupción que ya fue aprobada, y uno de los nombres que suenan duro es el mismo que se escuchaba para fiscal: Francisco Portilla Bonilla.

Hoy vivimos en un estado de emergencia, de ingobernabilidad y de una extrema irresponsabilidad en la administración de los recursos públicos.

Mientras todo esto sucede, y luego de dos llamados al gobierno federal, el mandatario electo no ha encontrado eco.

La sociedad veracruzana espera acciones, castigos, reprendas, orden, pero sobre todo justicia.

La Dirigencia Nacional del PRI se deslindó del gobernador, pero eso no significa nada si el Presidente no hace lo mismo.

El gobierno federal, que tampoco goza de buena credibilidad, reputación y aceptación social, se ayudaría mucho si soltara de la mano a Javier Duarte y la banda de ladrones que hay detrás.

La espera puede ser peligrosa y tiene muchos significados: encubrimiento, complicidad, compromisos, justicia o fuga. Mientras tanto, Veracruz es un estado de incertidumbre, corrupción y violencia.

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