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Entre desechos, Norma y sus hijas buscan verduras podridas para comer

  • Francisco de Luna
Norma, Araceli y Jimena buscan verduras y frutas podridas en la Central de Abastos de Xalapa; el dinero en casa no alcanza para comer

Xalapa, Veracruz.- Norma Rosa recorre los pasillos  de la Central de Abastos de Xalapa con sus dos hijas menores de edad. Las tres mujeres se detienen en los contenedores, ellas  buscan frutas y verduras mallugadas para comer.

Araceli escoge las fresas y quita las más podridas. Su hermana Jimena hace lo mismo, pero con manzanas amarillas. Sus manos pequeñas y hábiles retiran la parte podrida en cuestión de segundos, le es fácil porque práctica, al menos, dos veces a la semana.

En su casa, en la colonia Veracruz, el dinero apenas alcanza para comer, por lo que ella, su madre y su hermana van dos veces por semana a la Central de Abastos de Xalapa, considerado el más grande distribuidor de mercancía de la canasta básica en la región capital.

Los tomates, la col, la cebolla y las papas que recogieron de los contenedores durante el transcurso del mediodía, será la comida y la cena, pero si alcanza, será también el almuerzo al día siguiente.

Norma Rosa, de 25 años, viste una falda negra con flores redondas en color morado, unas chanclas azules; sus hijas unos tenis blancos con franjas rosadas  que se notan desgastados.

“Es que de verdad que no alcanza”, dice y señala una reja con frutas y una cubeta que llenaron de verduras.

Las tres mujeres se observan acaloradas, las niñas tienen las mejillas coloradas y los cabellos pegados a la frente, por el sudor. La más pequeña, que es Jimena, tiene cinco años; la mayor, que es Araceli, tiene siete.

NO SE ECHA A PERDER, TAMBIÉN ES COMESTIBLE

Norma cuenta que comúnmente salen de casa en la colonia Veracruz a las 5:30 de la mañana para alcanzar el autobús que las deja en la central con el objetivo de encontrar más mercancía. No es la única, son decenas de personas las que buscan comida entre los contenedores.
 

“Hay que llegar temprano para encontrar un buen de cosas, porque después de las 10:00 de la mañana ya casi no hay nada. Somos tres personas y nos llevamos la verdura que va para afuera, la que ya no tiene venta y que está por echarse a perder pero que también es comestible”, narra.

Mientras Norma relata su historia, el calor cae a plomo sobre  Xalapa con los casi 30 grados de temperatura a las 3:00 de la tarde. La joven sostiene una cubeta blancallena de tomates verdes, brócoli, dos chiles poblanos, cebollas y una papaya.

En la reja negra también hay más papayas y como 15 cebollas, pero también levantaron fresas, papas, productos que recogen en los contenedores cada semana “ahorramos para el transporte porque nosotras venimos en autobús para ahorrar”.

UNA VIDA NADA FÁCIL

Norma Rosa recuerda que desde que ella tenía nueve años acude a los mercados y la Central de Abastos, ya que siempre acompañó a su mamá y aprendió sobre cómo hacer la selección de las frutas y verduras “porque la vida nunca ha sido fácil”.

Pero no sólo ella y sus dos hijas acuden a la central, también algunos de sus familiares como su abuela, tíos y vecinos, “sabemos dónde llegar y buscar”, muchas veces no es necesario pedir permiso, pero sí deben cuidar no regar los desechos para evitar molestias a los locatarios.

“Como lo ocupamos para comer, nos dicen que ya no sirve y que nos vamos a enfermar, pero nosotros sabemos qué nos hará daño y qué no”, cuenta la mujer, de piel morena y de aproximadamente un metro con 50 centímetros, a quien se le nota agotada tras tres horas de recorrer el amplio lugar.

Norma es ama de casa y también hace limpieza en viviendas, su esposo se dedica al chapeo, realiza mandados y por lo tanto considera que su situación económica no es favorable, ya que el dinero que ganan “no alcanza”. Sus sueldos a la quincena apenas son de 600 pesos

Todo ello se gasta en el cono de huevo, en las tortillas, el aceite “y ahí se va”, porque todos los productos subieron de precio, sobre todo la canasta básica, por eso, ahora mejor prefiere comprar patas de pollo y alitas para remojar las tortillas en el caldo, que tendrá satisfechas a Araceli y Jimena.

Para Norma, este 8 de marzo, Día Internacional de Mujer, será otro día de lucha, de esfuerzo al lado de sus dos hijas, quienes regresarán a los pasillos de la Central de Abastos la siguiente semana para buscar entre los contenedores la fruta que comerán y las verduras que hervirán en una olla en la colonia Veracruz.