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Angélica y Benita: Marchantas en Xalapa, en crisis y clandestinidad

  • Alba Alemán
Se esconden de los inspectores de Comercio de Xalapa, pues no tienen para pagar el permiso de venta en el Mercado Jáureg

Xalapa, Ver.- En el interior del Mercado Jáuregui, ubicado en el corazón de la ciudad de Xalapa, los ruidos y olores se mezclan. Para muchos locatarios, el día inicia a las 7:00de la mañana, pero para las marchantas como Angélica y Benita la jornada empieza varias horas antes, cuando salen desde sus comunidades hacia la capital del estado.

Angélica y Benita recorren los alrededores del mercado Jáuregui escapando de los inspectores de la dirección de Comercio del ayuntamiento de Xalapa. Ambas mujeres trabajan en la clandestinidad debido a que lo que ganan no les alcanza para pagarles a las autoridades municipales un permiso, de 379 pesos, para vender.

Como ellas, existen otras 767 mil 518 mujeres más en Veracruz que trabajan en la informalidad. De acuerdo con la Encuesta de Ocupación y Empleo (ENOE) del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), dos millones 151 mil 721 de veracruzanos tienen un trabajo informal.

Las mujeres representan el 35.66 por ciento de esa cifra, de acuerdo con la última actualización del INEGI, hecha en diciembre de 2022.

ANGÉLICA “LA YERBERA”

Cargando rollos de hierbas en la espalda, Angélica camina por la calle Tamborrel al grito de “¡artemisa, dientes de león, olivo, yerba del golpe y laurel!”. En el Mercado Jáuregui la conocen como la yerbera. Lleva ocho viajando cada tercer día hasta para vender los productos que ella misma cosecha.

Angélica le hace honor al nombre de su comunidad, Mesa de Yerba, ubicado en el municipio de Acajete, a aproximadamente 40 minutos de Xalapa, capital del estado de Veracruz. Cuando no va al mercado, camina por horas buscando sus hierbas. Regularmente, las consigue en un rancho llamado “Miguel del Soldado”, que le queda a tres horas de camino de su casa.

En ocasiones logra que se las regalen y otros campesinos le piden “pal’ refresco”, pero Angélica intenta negociar para ganar más. Uno de sus hijos fue diagnosticado con leucemia en enero de 2023. El dinero le alcanza menos con las consultas y, además, los locatarios del mercado le regatean.

“Ya tiene como ocho años que yo vengo a vender yerbas, pero me va mal porque no me pagan todo, me pagan a dos pesos los rollos y como se les pega la gana. Me mato todos los días por buscar las yerbas y mira, como hoy nomas una me pagó 30 pesos por dos rollos”, dice.


BENITA

Benita aprendió a trabajar en el campo desde que era pequeña. Creció en la comunidad de Otilpan, en el municipio de Tlalnelhuayocan, y, ahora, a sus 63 años, siembra, riega, cosecha y vende los productos que se dan en su patio.

En una canasta y bolsas de plástico, carga chayote, lechugas, rábanos y gasparitos. Su ubicación es variada, pero casi siempre está sobre la calle Dr. Rafael Lucio. Todo depende del humor de los inspectores de Comercio, quienes regularmente le piden que se retire.

Benita se levanta a las 5:00 de la mañana para regar sus siembras, deja listo el desayuno y toma un autobús que se tarda alrededor de una hora hasta Xalapa. Viaja sola a vender sus productos en las calles colindantes al Mercado Jáuregui, porque ya no pudo pagar el local que tenía.

Con la pandemia de la covid-19, Benita se vio orillada a entregar su local y vender en la calle. Su esposo, de más de 70 años, busca trabajo de jornalero en su comunidad. Su familia sobrevive gracias a eso y a lo que ella junta de sus ventas.

“Es difícil, aquí los inspectores nos quitan, porque no tenemos permisos, pero no da, sus permisos son bien caros. Yo lo hago por necesidad, me muevo de un lugar a otro si ya veo que vienen, pero luego mi viejo me dice que hasta me pueden llevar a la cárcel y ni para la multa voy a tener”, concluye.