La diversidad sexual en libros infantiles
- Alma Espinosa
Ignorancia, indolencia, intolerancia, discriminación, egoísmo… valemadrismo, pues. Todo en conjunto se convierte en una bola de nieve cuando tratamos o hablamos de personas que consideramos “distintas” a nosotros. Todos estos adjetivos son los que heredamos a los más chicos, no solo a los hijos, sino a todos los que nos rodean y hasta los que se topan con nosotros por casualidad y solo por un instante.
Es cierto que en los últimos años se han realizado estudios, se han modificado leyes y el tema de la inclusión se ha insertado en los discursos; sin embargo, usar “las” y “los” no son suficientes. No por decir o escribir “niñas y niños” ya somos inclusivos. La inclusión se lleva en el diario caminar y actuar, en el pensamiento, el cuerpo, el alma… Pero ¿cómo convertir en inclusiva una sociedad que se ha caracterizado por sus prácticas desfavorables en el tema? Gradualmente, con acciones.
Además del ejemplo, de la educación recibida en la casa y en el entono, una vía para la tolerancia, aceptación e inclusión es la literatura. ¿A partir de qué edad podemos leer de inclusión? La respuesta es fácil, desde el vientre. Así como he dicho que la lectura de poesía y narrativa debe comenzar desde el vientre, puedo asegurar que las lecturas inclusivas deben comenzar en esa misma etapa. Y lo mejor sería tratar el tema con la mayor naturalidad del mundo, pues es justo eso, lo natural del mundo.
Hace unos meses la escritora Mónica B. Brozon publicó “Sombras en el arcoíris”, en la colección A la Orilla del Viento del Fondo de Cultura Económica. Es la historia de Constanza, una niña de 10 años que acompaña a su hermano a enfrentar las consecuencias de contar a su familia que está enamorado de otro chico. Ella se cuestiona lo que nos hace diferentes y cómo la violencia causa sufrimiento por ser o pensar distinto.
En una entrevista a la autora, realizada en la Feria Nacional del Libro Infantil y Juvenil del IVEC, comentó que tuvo muy claros sus objetivos al comenzar a escribir el libro; así como la editorial que debía publicarlo, pues hay algunas conservadoras o que creerían que el texto sería difícil de comercializar por prejuicios de padres y porque los profesores no quieren meterse en embrollos.
Mónica B. Brozon aseguró que su escritura fue muy sencilla y esto se debió a su selección de narradora. Toda la historia está contada e interpretada desde la inocencia de una hermana que encuentra natural que su hermano sea muy festivo y le guste bailar en vez de pelear.
Sin pensar en una edad específica para sus lectores, la autora consideró que “Sombras en el arcoíris” es para que lo lean niños acompañados de sus padres. No tiene un final feliz, pero se presta para platicar y responder muchas preguntas. De acuerdo con Brozon, la idea no fue abatir prejuicios porque los niños son los que tienen menos prejuicios, aunque los van adquiriendo en la casa y la escuela. La idea era incitar al diálogo y la reflexión.
¡Hay que acabar con todos esos prejuicios de los adultos, con la violencia que genera la discriminación! Enfatizó la escritora quien se aventuró a decir que es el primer libro para pequeños lectores en México que aborda la diversidad sexual. En otros países, como Canadá, por ejemplo, hay un amplio catálogo infantil con estos temas.
Finalmente, al platicar sobre las reacciones que ha generado su libro, aseguró que los padres causan daños irreversibles en sus hijos y no se dan cuenta. En las presentaciones que ha tenido en diferentes puntos del país, los lectores de diversas edades le han compartido sus experiencias y algunas son similares a la narrada en su libro, lo cual pone a la autora muy triste porque los papás pretenden cambiar y convertir en algo distinto a sus propios hijos, los rechazan y propician la infelicidad de todos.
La infelicidad causa malestares sociales traducidos en violencia, en el poco respeto por el prójimo y menos aún en el cuidado del entorno. Ya es hora que leamos con nuestros hijos, en las escuelas y en las comunidades lectoras sobre estos temas que proponen escritores como Mónica B. Brozon y editoriales como el Fondo de Cultura Económica.
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Es originaria del Distrito Federal y desde hace más de una década radica en Xalapa. Es licenciada en Ciencias de la Comunicación por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Estudió la especialidad en la Enseñanza de la lengua y la literatura en la Universidad Pedagógica Nacional Unidad Xalapa, donde actualmente es docente. Es egresada de la maestría en Literatura mexicana por la Universidad Veracruzana.
Actualmente cursa el diplomado para la Profesionalización de mediadores de lectura por la Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Xochimilco. Es mediadora del Programa Nacional Salas de Lectura del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes. Ha impartido talleres relacionados con el tema de la lectura y la escritura, y desde hace dos años es una de las mediadoras que dirige la sala de lectura Equinoccios.
Como periodista ha trabajado en el Instituto Mexicano de la Radio, el periódico U2000. Crónica de la educación superior, y el Departamento de Prensa de la Universidad Veracruzana. Fue gestora cultural en la USBI Xalapa. Actualmente colabora en el área de Comunicación Social del Instituto Veracruzano de la Cultura.