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El terror golpea a la orgullosa Barcelona
BARCELONA .- Las noticias de un atentado perpetrado por islamistas radicales en pleno corazón de esta ciudad, hizo a muchos vecinos pensar este jueves en El Raval, el viejo barrio marginado durante décadas, ubicado a unas cuantas calles del lugar del ataque, pero a una gigantesca distancia del glamour y el bullicio que dominan día y noche la vida de las Ramblas.
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El Raval ha sido peligroso siempre, a decir de los vecinos, mucho antes incluso de que empezara a ser dominado por migrantes magrebíes, especialmente de Marruecos. Una comunidad que cotidianamente aparece ahora en la nota policiaca como protagonista de asesinatos, venta de drogas, comercio de piratería, extorsiones y despojo de inmuebles.
Esta noche efectivos policiales desarrollaban pesquisas en El Raval y otras zonas de la ciudad, incluso de la región, como la población catalana de Girona -a 60 kilómetros de Barcelona-, donde fue encontrada una segunda vagoneta presuntamente rentada por el mismo grupo que este esta tarde condujo en zigzag un vehículo similar sobre la atestada acera de la Rambla Cataluña –la principal de la ciudad- y arrolló a decenas de personas, matando a por lo menos 13 de ellas, entre las cuales se encuentran varios niños.
Apenas unos minutos después de los atentados, efectivos policiales habían sido desplegados en las principales zonas de concentración en la ciudad. En el céntrico barrio de Gracia, que esta semana celebra una fiesta anual que se remonta a principios del siglo pasado, las actividades fueron suspendidas. Los festejos movilizan durante el año previo a miles de vecinos que construyen llamativas decoraciones para competir de una calle a otra.
Hacia la tarde, cuando los rumores de un atentado corrían ya de boca en boca entre la multitud de visitantes, un dirigente vecinal custodiado por policías subió a un templete en la plaza principal del barrio y anunció con gesto sombrío que los festejos se cancelaban. Pidió un minuto de silencio por las víctimas. "Pero también –dijo-, un minuto de aplausos, porque no nos van a atemorizar". Y la gente aplaudió.
Una mujer se acercó a un policía y le preguntó: "¿Es seguro que sigamos aquí? El mosso –policía local- la respondió de inmediato: "Si mi esposa y mis hijos estuvieran aquí, les diría: vayan de inmediato a casa y quédense ahí. Váyase a casa, señora".
Durante muchos años, Barcelona se ha presentado como una comunidad abierta al mundo, cosmopolita; referencia obligada de la colectividad mediterránea. Atrajo y aceptó a mano de obra de múltiples naciones: marroquíes, paquistanos, chinos, latinoamericanos. Muchos de ellos se sumaron a la vibrante vida de la ciudad, si bien en puestos modestos o en pequeños comercios y restaurantes; aprendieron el catalán y se adaptaron a una metrópoli que anualmente recibe a más de 8 millones de turistas.
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Desde 2015, cuando se produjeron los atentados en París, Barcelona –como todo Europa occidental- elevó el grado de alerta en sus fuerzas de seguridad, lo que aquí fue definidos como "nivel 4" en una escala de 5. Pero en su fuero interno, Cataluña se sentía orgullosa de cómo había asimilado a la migración de origen árabe y de la eficacia de su sistema de inteligencia. Hoy se demostró que todo ello se trataba de un espejismo.
Esta realidad contenía una sombra ominosa: la presencia de grupos islamitas radicales en diversos puntos de Cataluña, que históricamente ha sido punto de cruce de tendencias, grupos y manifestaciones políticas de Europa toda. A la par de sus modelos de integración social y cultural de la inmigración, se dieron también enclaves de fundamentalismo, como ya ha sucedido en Francia, Bélgica, Alemania o Inglaterra.
El citado barrio de El Raval, a unos metros de la Plaza Cataluña, corazón de Barcelona, ha sido escenario en los últimos años de incursiones policiales en busca de militantes de grupos extremistas árabes. En la citada ciudad de Girona han surgido los mismos sectores de extrema derecha, opuestos con virulencia a la inmigración, que asentamientos islamistas cercanos al fundamentalismo.
Los reportes periodísticos sobre el atentado en la Rambla atrajeron una lluvia de reacciones del público contra los migrantes, con insultos y expresiones xenófobas inimaginables en el discurso oficial, pero incluso también en las conversaciones de café una Barcelona que hace gala de su tolerancia y su defensa de los derechos humanos.
"Estamos horrorizados, pero decididos a defender nuestra libertad", dijo en sus cuentas sociales la conocida periodista catalana Pilar Rohola.
En esta noche de Barcelona los acontecimientos se siguen sucediendo. Sería una temeridad calcular el impacto que tendrán en los siguientes días, meses, años, para Barcelona, para España y otras naciones. O el significado que representarán en el debate que planea celebrar un referéndum independentista tan pronto como en octubre próximo.
Pero sin duda esta noche será recordada como el momento en que el terror hizo a la orgullosa Barcelona –con tantos motivos para estarlo- colocar una rodilla en el suelo.
Con información de La Silla Rota
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