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Violencia en Veracruz inhibe el avance del son jarocho: bailadora
Ángel Vargas
La bailadora y antropóloga social Rubí Oseguera estrenará su propuesta Sones de madrugada, de la que ofrece una única función este jueves en el teatro Sergio Magaña.
El son jarocho, dice en entrevista, “ya no es sólo una expresión local; está en vías de ser patrimonio universal. Forma parte de las nuevas identidades de los jóvenes y no sólo en Veracruz ni México, sino en otros lugares, como Estados Unidos.
“La mayoría de lo que sucede en el son jarocho (su auge, vitalidad y fortaleza) se debe a los jóvenes que lo impulsan como nunca. Tenemos que seguir esa dinámica, aunque sin perder el contacto con las raíces.
“Los jóvenes tenemos un compromiso, sobre todo los que estamos en la proyección y la difusión; no desvincularnos de la tierra y de estos procesos comunitarios que son muy importantes”.
Descendiente de músicos, cantantes, versadores y bailadores tradicionales, se dice preocupada porque la violencia y la inseguridad en Veracruz ha comenzado a interferir en el desarrollo de expresiones culturales como el son.
“Nos cuesta cada vez más trabajo hacer nuestra fiesta, aunque no la hemos dejado, ni crear. Es una manera de decir que los jóvenes no nos amedrentamos a pesar de lo que ocurre en el estado, como inseguridad, violencia, sobre todo en la parte sur, en la cuenca del Papaloapan”, indica.
“Se han presentado casos donde en plena fiesta hay tiroteos o desaparecidos. Entonces, las personas tienen miedo de reunirse. Sin embargo, por fortuna hay muchos que cuando tenemos la oportunidad lo hacemos.
“Una manera de combatir y resistir siempre ha sido con la música y la danza tradicionales. Estoy convencida de que sí generan cambios. Gracias a que se tiene sangre nueva y hay nuevas propuestas es que se revitaliza todo esto y surge una sinergia alrededor de la música y la danza: empleos, modos de vida y la parte creativa”.
De Sones de madrugada, Oseguera aclara que es una propuesta biográfica que surge de la revisión y el análisis del repertorio tradicional de los sones que se tocan, cantan y bailan al alba en los fandangos del Sotavento veracruzano.
Es una mirada diferente, agrega, que muestra al son jarocho desde la perspectiva de la danza y el zapateado, pues convencionalmente esas expresiones son vistas sólo como ornato y se soslaya su gran musicalidad.
“La propuesta retoma esa parte última, final de los fandangos, cuando llega la madrugada y afloran los estados anímicos más profundos a través de sones de mucha nostalgia, desamor, tristeza, soledad. El fandango no sólo es fiesta y alegría, también tiene espacio para el reposo, la reflexión y la despedida”.
El teatro Sergio Magaña se ubica en Sor Juana Inés de la Cruz 114, Santa María la Ribera.
Con información de La Jornada http://ow.ly/VnYi6