Xalapa, Ver.— Con una rosca de masa dulce horneada, decorada con frutas y acompañada de chocolate caliente, grandes y chicos festejan cada 6 de enero el Día de los Reyes Magos, tradición católica también conocida como La Epifanía del Señor.

La costumbre de celebrar con la Rosca de Reyes llegó a México con La Conquista, según el blog del Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera (SIAP) del Gobierno de México. 

Se dice que este pan tradicional fue creado en la Edad media en países europeos como España y Francia. En este último, según National Geographic, se le conoce como Galette des Rois; está hecha a base de hojaldre con almendras y en lugar de muñecos tiene habas.

Con el avance del tiempo se cambiaron algunos ingredientes y formas de prepararla. A la fecha, hay roscas rellenas de chocolate, manjar, queso crema y otros más. La masa con que se prepara también cambió de solo ser dulce a tener sabores cítricos, de chocolate o mantequilla. 

Su presentación también varía, como el caso del ate de guayaba en lugar del acitrón, dulce que se extrae de la biznaga. Según el SIAP, este cambio se debió a que la biznaga, un tipo de cactus, se encuentra en peligro de extinción.

También se pueden encontrar roscas que sustituyen al clásico muñeco del Niño Jesús por otros personajes o incluso cambian por completo la apariencia de la rosca tradicional por temáticas del momento.

Aunque la Rosca de Reyes pueda cambiar, su significado sigue siendo el mismo. Según el SIAP, la forma circular de la rosca representa el amor eterno de Dios, el cual no tienen principio ni fin.

Las frutas — como la naranja, el limón, el higo, las cerezas y el ate — decoran la rosca como lo hacen las joyas en una corona, aludiendo a las coronas de los reyes magos. Incluso el comer pan es considerado una referencia a la comunión con Jesús.

Los muñecos escondidos representan parte del relato católico en el que María y José escondían al Niño Jesús del Rey Herodes, quien consideraba al profeta una amenaza para su gobierno.

Según la historia, los tres Reyes Magos viajaron desde Oriente hasta Jerusalén, guiados por una estrella para conocer a un profeta recién nacido. 

Melchor, Gaspar y Baltazar, habrían llegado la mañana de un 6 de enero. Los tres llevaban ofrendas —oro, incienso y mirra— para ofrecerle al Niño Jesús, razón por la que hasta la fecha se les da un obsequio a los niños.