Una foto

  • Alberto Delgado
¿Por qué hacer retratos de locos? No sé a ciencia cierta.

Amable lector, ya sé que la semana que acaba de pasar fue memorable por la cantidad de cosas que pasaron en todos lados. Esta empieza igual o más caótica. Y tal parece que ya nos estamos acostumbrando a un nivel de caos muy interesante, pero agotador. Puedo decir, sin temor a equivocarme, que vivimos en una ciudad (y un estado) de locos.

Hablando de locos, como usted seguramente sabe, me dedico a hacer fotos. Y (seguramente lo sabe) tengo un proyecto desde hace varios meses que he llamado “El Loco del Pueblo”, en el cual me he dado a la tarea de salir a la calle a hacer retratos de los locos que uno ve por la calle. Usted se preguntará: ¿quién está loco? ¿Cómo saberlo? ¿Bajo qué criterios llamas a esas personas “locos”? Y pues efectivamente, no soy psiquiatra y justo por esa razón no le he puesto a mi proyecto “El esquizofrénico del pueblo” o “El paranoico del pueblo” o algo así. Digamos que voy por la calle, buscando a alguien que esté haciendo algo que rompa con nuestra aburrida “normalidad” y que su comportamiento caiga en lo que nosotros llamaríamos “irracional”.

¿Por qué hacer retratos de locos? No sé a ciencia cierta. Creo que, de alguna manera, siento un poco de envidia por su irracionalidad, y a la vez, es algo que me aterra en verdad. Normalmente lo que hago cuando veo un “loco” es cruzar la acera, alejarme lo más que puedo de ahí. Hacer fotos de lo que nos da miedo nos hace empezar a comprenderlo. Tratar de darle un orden, al menos desde un punto de vista estético, para verlo con otros ojos. Lo que no entendemos nos causa rechazo, pero no tiene ningún valor rechazar. A quienes padecen una enfermedad mental, la sociedad los ha rechazado todo el tiempo, simplemente los mete “debajo de la alfombra” y hace como que no existen. Pero ahí están, sufriendo cosas indecibles porque como sociedad no sabemos qué hacer con las enfermedades mentales, ni con quienes las padecen. Y sólo los vemos pasar por la calle y sentimos repulsión y temor, en el mejor de los casos, porque incluso hay quienes los atacan o los molestan.

En fin, no es eso lo que vengo a contarle. Resulta que hace unos días vinieron de visita los Elfos, ese par de papás que tengo, y bueno, hicieron lo que hacen los papás cuando visitan. Uno de los días que estuvieron, salí de casa con mi Elfo, y justo en la calle principal de mi colonia, estaba una chica bailando a media calle, con cara de no haber dormido, más bien de estar drogada. Cerraba los ojos y bailaba, a media calle, entre los autos; luego se fue a meter a un negocio a pedir no sé qué y la corrieron. Volteó a donde veníamos caminando el Elfo y yo y nos vio. Le sonreí. Sin dejar de bailar, se acercó a donde estábamos, que era la otra acera, y yo me quedé muy quieto, pero saqué mi cámara. Ella observó eso y siguió “bailando”, pero atenta a que le hiciera fotos. No le dije nada. Sólo esperaba que no fuera a gritarme o atacarme de alguna manera, mientras se acercaba al lente de la cámara como para ver qué hay dentro de ella. Disparé tres veces mi cámara. Sonrió de nuevo, y se alejó un poco.

Yo estaba temblando. Por la adrenalina, supongo, porque en el fondo creí tener una buena foto de la chica, que luego se acercó llorando y diciendo que ya tenía mis fotos, que no fuera al DIF y algo sobre el hijo de la chingada ese que me había mandado… Yo le dije que no era del DIF y que no le iba a hacer nada. Al mismo tiempo que hacía las fotos, busqué al Elfo, que hasta entonces se había mantenido junto a mí, pero como por arte de magia de pronto estaba a 15 metros de donde yo fotografiaba a la chica, con cara de espantado. Me dio un poco de risa, pero la verdad no lo culpo. Yo tenía el mismo miedo, pero decidí no desaprovechar la oportunidad y simplemente hacer lo que hago.

Después de todo, reconozco que desde ese momento, incluso antes de ver el resultado, la foto que le estoy platicando se ha vuelto una de mis consentidas: Porque mi Elfo estaba presente mientras hacía algo que me apasiona (claro que “presente” es un decir, porque en realidad estaba huyendo), porque reconocí un vínculo más con mi padre a través de una fobia compartida, y porque creo que es posible enfrentar los miedos propios, darles un poco de orden, intentar entenderlos, para que se vuelvan otra cosa, algo incluso bello. Tal vez la foto que le platico así, suena mejor de lo que es, pero en todo caso, para mí significa lo que le acabo de contar. En fin, usted la juzgará mejor que yo: 

 

Loca del pueblo. #byn #blackandwhite #bwphoto #everydaymexico #xalapa #crazy #people

Una foto publicada por Alberto Delgado (@albantro) el

Mi recomendación musical del día de hoy es una gran rola del mejor pop de hace como una década: Una gran canción de Gnarls Barkley, pero en una versión muy curiosa de una jovencita con una gran voz: Angela Ricci. Disfrute esta versión acústica de “Crazy” (2006). Nos leemos el lunes.

Sígame en tuiter, no se preocupe, no va a enloquecer (más): @albantro