La torpeza de manos

  • Alberto Delgado

Ser de manos torpes es de las peores cosas con las que uno debe lidiar en la vida cotidiana. Yo supe (y mi familia también supo) que era torpe de manos desde mi niñez. Y es una característica que me ha acompañado y me acompañará el resto de mi vida, y ojalá eso de “el resto de mi vida” no se vea condicionado por algún evento en el que todo dependa de mi habilidad manual para algo.

Uno de los primeros desencuentros con la habilidad manual fue la alimentación; rubro que me sigue persiguiendo a pesar de mis intentos por cuidarme de mis propias manos. Es célebre en mi familia mi vieja enemistad con las tostadas, que me preparaba mi abuela y me hacían muy feliz, hasta que descubrí la inercia: con sorpresa descubrí que si caminaba con una tostada en un plato, y me detenía de golpe o cambiaba el curso de mis pasos (por ejemplo, si daba la vuelta o doblaba una esquina) la tostada seguía la trayectoria que llevaba anteriormente, (que ahora era fuera del plato) y eso ocasionó muchas veces que viera con horror cómo las tostadas, preparadas con tanto amor por mi abuela, iban a dar al piso, de donde tenía que recogerlas de forma muy veloz, ya que al descubrimiento de la inercia le acompañó el descubrimiento de la burla familiar. Cabe destacar que dicho experimento lo llevé a cabo en un buen número de ocasiones, en un ánimo absolutamente científico para corroborar mis resultados y ofrecerle al mundo una ley de la física, porque a esa edad aún no conocía a Newton, y nadie se tomó la molestia de presentármelo.

Cosas como el dibujo o las artesanías están negadas para mí. Siempre fui muy malo dibujando, aunque era algo que me encantaba hacer. Llenaba cuidadosamente todas las enciclopedias de la casa con dibujos de Superman y Batman, que sólo yo sabía qué eran, porque al parecer a nadie le gustaban. Por eso ahora hago fotos, porque dejé de intentar dibujar. Mi letra manuscrita era otra catástrofe. Mi madre tiene una letra hermosa. Siempre quise escribir como ella, y ella siempre quiso que yo también tuviera una letra bonita. Nunca lo logró. Ni ella ni los coscorrones ni las planas. Sin embargo sí logró que me volviera aficionado de las plumas fuente y de escribir a mano, lo cual parece ser muy buena idea hasta que intento leer lo que escribo, empresa que resulta francamente una pérdida de tiempo.

Mi torpeza de manos me sigue como una sombra. Se reflejaba en todos mis trabajos escolares, cuyos contenidos siempre eran muy correctos, sólo que gozaban de pésima ejecución. “Pasar a limpio” mis libretas era más bien pasarlas a “sucio” y nunca logré que algo fuera legible en mis cuadernos. En mi adolescencia descubrí que dicha torpeza me daba algunas treguas: con mi guitarra y con las chicas, aunque ese último tema no lo vamos a tratar en este momento porque me parece que aún no logro un número significativo de casos como para aportar algo  al conocimiento humano. Le cuento, mejor, que cuando en la facultad empezaron a exigir los trabajos escritos en computadora, fui el estudiante más feliz, porque al menos, ya podía entregar textos con cierto nivel de legibilidad.

Por más experimentos que hago no he logrado descifrar cuándo la variable “torpeza” va a hacer su aparición. Hoy, por ejemplo, hice un descubrimiento importante, que enunciaré como se deben enunciar los hallazgos relativos al conocimiento científico: “El tamaño del limón y la altura de la que se deje caer sobre el caldo, determinan la cantidad de manchas que exhibirá tu ropa, así como el número de prendas que se verán afectadas por el fenómeno”. Aún me falta poder contabilizar la torpeza y usarla en la fórmula, pero cuando lo logre, será uno de esos descubrimientos que cambiarán la forma en que los humanos se acercan al pozole, el chileatole, el mondongo y cualquier tipo de caldos. Ya lo verá. Mientras, si se encuentra a un tipo con una constelación hecha de caldo de borrego en la camisa y el pantalón, salúdelo, es quien escribe su columna de los lunes.

Lo bueno de: la torpeza de manos

Como le contaba líneas arriba, mi incapacidad de dibujar dio lugar a mi afición por hacer fotos, afición que después se volvió una pasión que una vez que descubrí jamás he dejado ni dejaré de hacer. A propósito de la fotografía, amable lector, le aviso que Xalapa va a ser sede de uno de los eventos más importantes del país en torno a la fotografía: se trata de MIRAR DISTINTO, un festival de fotografía periodística y documental que reunirá a exponentes de diferentes lugares de la República y el extranjero. En esta ocasión se llevará a cabo del 19 al 22 de Octubre, y será todo un acontecimiento. Sólo para que se dé una idea, vienen a nuestra ciudad a compartir sus experiencias cuatro ganadores del Premio Nacional de Periodismo, fotógrafos de diferentes agencias, colectivos de fotografía  y video, además de importantes personalidades que revisarán los portafolios de quienes se encuentren interesados. Aquéllos que se dedican a contar historias a través de imágenes tomarán las calles y realizarán exposiciones, proyecciones, conferencias y talleres. No se lo pierda. Aunque usted no sea fotógrafo, será muy interesante conocer a quienes todos los días nos muestran diferentes realidades de este mundo.  No falte, seguro nos encontraremos en alguna de las actividades de este que promete ser el festival de fotografía documental más importante de México. www.mirardistinto.com. Nos leemos el lunes.

Ah, casi olvidaba: mi recomendación musical hoy tiene que ver con la fotografía: “Pictures of Lily” (1967), de The Who, que esta semana vienen a nuestro país. Disfrute:

Perdóneme la torpeza al escribir y sígame en Tuiter: @albantro