Los eufemismos

  • Alberto Delgado

El Elfo (mi padre, pues) le contaba a sus amigos esta anécdota: iba manejando junto a uno de sus compadres, creo que por Minatitlán, cuando los detenía un agente de tránsito. Ellos estaban en el coche mientras el agente se comunicaba por su radio “aquí tengo un 14, un 14” y seguía hablando el agente “no trae licencia el 14, vamos a proceder…” y seguía: que el 14 esto, que el 14 el otro… hasta que el compadre preguntó: “oye, ¿qué es un 14?” Y mi padre sólo atinó a decir: “pues ha de ser ‘pendejo', porque no sé qué hacemos aquí”. Esto, obviamente, derivó en muchas formas de uso del 14 entre la familia y los amigos de la familia.

En este país, somos los mejores para encontrar la forma de no decirle a las cosas por su nombre. Y creo que eso es más difícil en otros países, o en otros idiomas. Por ejemplo, de niño me encantaban los “taquitos de sesos” hasta que supe que “sesos” era lo mismo que “cerebro” y automáticamente me dejaron de gustar. Haga la prueba, querido lector, y pregunte a cualquier niño pequeño si se le antojan unos “tacos de cerebro”, a ver si no voltea a verlo horrorizado y empieza a pensar que usted es un zombie. En cambio, vea las cajitas amarillas en que vienen empacados los “sesos” y dicen en inglés: “pork brains”. Ni para dónde hacerse. Cerebro de puerco. Ni se antojan.

Tradicionalmente, las autoridades de este país, no importando el nivel, son especialistas en eufemismos, esas expresiones que se utilizan para que la realidad no se vea tan real. Y sobre todo, últimamente, nuestro Gobernador se ha vuelto un experto en el tema. Aunque para ser realista, no sé si el experto en eufemismos es el gobernador o la geniecilla que le opera las redes sociales, que es quien en realidad gobierna Veracruz vía tuiter desde hace algunos meses. Y claro, como ella no es oficialmente la gobernadora, pues no le importan esas cosas técnicas de la “veda electoral” ni ese tipo de situaciones. Lo que sí cuida es el lenguaje.  Le daré un par de ejemplos:

Antes, las balaceras eran eso, balaceras. Ahora son, para Javier Duarte, “el hecho ocurrido en…” y pues con eso cree que le puede quitar un poco el efecto negativo a la información. Otra maravilla de nuestra administración es el Secretario de Seguridad Pública, que pues ya desde el nombre del puesto que ostenta empieza a querer vernos la cara, porque lo último que hace ese muchacho es brindar seguridad.  Su última joya en tuiter fue una donde decía de un personaje: “presunto integrante de la D. O.” Y si usted no es muy mal pensado, querido lector, en un descuido anda pensando que el personaje (que es hasta el momento una víctima de secuestro), tal vez “D. O.”, se trate de un grupo musical o algo así. Jamás se nos ocurriría que nuestro Ángel Guardián chilango ande por la vida criminalizando a las víctimas. ¿O sí?

Todos usamos eufemismos. Tampoco es que esté mal. Lo terrible es que se usen para cubrir estupideces o ineficiencias. Porque para poner un ejemplo, la violencia se apoderó este fin de semana de todo el Estado de Veracruz, ante la mirada perdida de nuestras autoridades, (aunque tiene mucho sentido lo que escribe mi cuate Yeyo Contreras al respecto de las probables causas de tales golpes de violencia) y porque así, los eufemismos desesperan. Ya encarrerados, me imagino que si todos entendiéramos las claves del agente de tránsito del que hablaba mi papá, para referirnos a la dupla Duarte-Bermúdez, bien podríamos usar otro eufemismo y decirles “los 14”.

Lo bueno de los eufemismos:

Una de las palabras más utilizadas en fechas recientes es la de “Debate” y se refiere a una payasada televisada a la que han asistido todos los candidatos a gobernador de Veracruz. Es todo, menos un debate. Pero hay que ser justos: es muy divertido. Y todos nos hemos reído un poco con Doña Alba Leonila, su cajita y sus huevitos, y con el déficit de atención de Bueno Torio o las aventuras de Ilamatlán de Cuitláhuac. Lo bueno de los debates es que ya se acabaron, y que no tendremos otros en un buen tiempo. Y así nos ahorraremos el festival de los eufemismos que significan esos “debates”. O ¿a poco soy el único que siente un dolor en el pecho cuando algún candidato dice: “propiciar escenarios “? ¿O cuando alguno dice: “crear condiciones”?

Mejor escuchemos al gran Joaquín Sabina, hablando no de eufemismos, sino de mentiras piadosas, que no son lo mismo, pero resultan ser iguales.

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