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Aves del Macuiltépetl: Xalapeños cuidan el arte de cazar con águilas

  • Carlos Caiceros
La cetrería, o la caza con aves rapaces entrenadas, es un deporte poco explorado en la capital veracruzana que sirve para controlar plagas

Sergio y René suben a una camioneta Chevy de una plaza y llevan consigo a “La peroteña” y “Misantla”, dos aguilillas de Harris que les fueron donadas y que tienen la necesidad natural de cazar.

Viajan por 20 minutos hacia las inmediaciones del parque Ecológico la Majahua, en los límites entre Xalapa y Emiliano Zapata. De pronto, con su vehículo en marcha, con reflejos coordinados lanzan uno de sus ejemplares para que emprenda el vuelo.

En tan sólo un instante las aves capturan a su presa y comienzan a devorarla en el campo, mientras uno de los cetreros baja de la camioneta y va en su búsqueda.

La cetrería, o la caza con aves rapaces entrenadas, es un deporte poco explorado en la capital veracruzana que sirve para controlar plagas o rescatar y salvar estos animales protegidos para reintroducirlos a su medio natural.

Sergio Humberto Aguilar y René Barradas llevan décadas practicando este arte que fue declarado patrimonio cultural inmaterial de la humanidad por la UNESCO en 2010 y que tiene la bondad de devolver especies diversas de rapaces a sus hábitats luego de su rescate en la región.

Ambos entrenadores tienen a su cargo las 16 aves de presa en el aviario del cerro de Macuiltépetl, a las que cuidan y entrenan, educando a la vez a personas sobre la importancia de su preservación.

 

 

Sin embargo, advierten que de forma lamentable hay ciudadanos que se dedican a la explotación de estos animales y burlan la Ley.

Earth Mission corrobora los dichos de los entrenadores. En 2021 la organización lamentó que el tráfico de especies, entre las que se incluyen las aves rapaces, ha incrementado de manera alarmante toda vez que las redes sociales han servido como plataforma de comercialización y Veracruz es una de las entidades donde más se fomenta dicha práctica ilegal.

DEPORTE POCO ENTENDIDO

Humberto Aguilar, quien además pertenece al Club Veracruzano de Cetrería, practica el deporte desde hace 40 años y reconoce que la población en general considera que es una actividad controvertida.

Sin embargo, explica que la cetrería requiere de amplios conocimientos y se practica en el campo principalmente, aunque en el caso de las ciudades se utiliza para controlar plagas urbanas como las palomas, tal es el caso de los aeropuertos y fábricas, lo que evita accidentes que ponen en riesgo a pasajeros y obreros.

El entrenador recuerda que su gusto por la cetrería empezó a raíz de un documental sobre esta actividad y el creciente interés que desarrolló por décadas. Pronto encontró a otras personas y clubes que ya la practicaban y que también capacitaban a quienes compartían la afición.

Refiere que, para entrenar a alguna de estas aves, entre las que se encuentran los halcones, las águilas y aguilillas, son necesarias largas horas de caminata para cazar una sola presa, que pueden ser garzas, tordos, codornices o conejos, abundantes en la naturaleza y que pueden significar un riesgo para la población o su cadena alimenticia.

Uno de los puntos de caza se encuentra en las inmediaciones del parque Ecológico la Majahua, donde las rapaces a su cargo se dedican a equilibrar la población de garzas.

 

“No son especies que tengan problemas en sus poblaciones y nosotros la practicamos en espacios abiertos. Si nosotros practicáramos la cetrería en espacios cerrados como los bosques de coníferas tal vez estaríamos utilizando como presas a especies en peligro de extinción, pero no es el caso”, refrendó.

 

Precisó que salen al campo alrededor de seis meses por año, pues la otra mitad las aves renuevan sus plumajes y recobran sus energías debido a que durante la temporada de caza se tiene que cuidar su peso para un mejor desempeño.

El entrenador refiere que, para llegar a hacer un buen trabajo, la condición inicial es rehabilitar o poner en forma al ave que entrena, pues regularmente las aves utilizadas son polluelos, ejemplares rescatados y animales con heridas a las que deben reponerse.

Algunas no se dedican al deporte de la cetrería, sino que solo se rehabilitan y son reintegradas a su medio natural, para lo cual cuentan con el respaldo de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT).

 

“Es un problema frecuente. Todo el tiempo nos están llamando para rehabilitar búhos, aguilillas que caen a lugares, gavilanes que se estrellan contra ventanas”, indica.

 

En el caso de “La peroteña” y “Misanta” son aves que están certificadas por la SEMARNAT e inscritas en el padrón de aves de presa, lo que se comprueba fácilmente con el anillo de oro que tienen en sus patas.

En Veracruz la asociación Pronatura cuenta con una estación de anillado de aves rapaces silvestres en la Reserva Ecológica de Cansaburro, municipio de Actopan, lo que permite colectar información sobre las aves.

Ante el interés que pueda causar este deporte, el cetrero advierte que una persona que no logra amansar al ave puede sufrir las consecuencias, pues si no están bien capacitadas algunas veces terminan sufriendo ataques o afectando a terceros.

Humberto lamenta que los humanos pueden pervertir la posesión de un ave de este tipo.

“Por desgracia se ha pervertido -el deporte- y no hemos contado a veces con el apoyo de la autoridad, porque lo que necesitamos es realizar una correcta práctica de la cetrería con una ética y sin una venta de aves de presa.

 

“Se ha pervertido el sentido de la cetrería porque se le dice a la gente ‘tú puedes entrenar un ave, cualquiera puede entrenar un ave’ y esto no necesariamente es cierto. Ha predominado un tráfico ilegal de animales, principalmente especies que no están en peligro de extinción pero que ameritan el control de la autoridad, entonces nosotros hemos denunciado continuamente este tráfico”, afirma.

 

ALERTAN POR TRÁFICO DE AVES

Precisó que los puntos que han detectado para la venta de las aves son principalmente en Xalapa y algunas zonas costeras de la entidad, donde hay captura de halcones peregrinos en las dunas y si bien no significa que esté en riesgo la población de animales, no se puede permitir un comercio incontrolado cuando hay clubes, como el suyo, que se dedican a cuidarlos.

Acusó que a esto se agrega que la propia autoridad, como la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (PROFEPA), ha iniciado procesos contra su club cuando denuncian a los traficantes.

Para el caso concreto, señaló que hay un proceso abierto, pues si bien al año liberan entre cuatro o seis animales, documentado en redes sociales los eventos, las autoridades reprochan que no se sigan cabalmente los protocolos que ellos establecen para la liberación.

Por su parte, René Barradas Perdomo se alegra de su contribución en las acciones de conservación de las especies rapaces que habitan en la zona, las cuales forman parte de la migración de aves hacia otros países.

Afirmó que siempre han buscado que las personas que tienen a un ave de estas puedan acudir al parque como voluntarios para aprender a entrenarlas, ampliar los cuidados o simplemente observar.

Sin embargo, también han pugnado porque aquellos que tengan a las aves encerradas en jaulas o en malas condiciones, permitan que sean donadas para rehabilitarlas y liberarlas “porque estos animalitos necesitan una gran responsabilidad”.

El entrenador con 30 años de experiencia destaca el papel de control de plagas de las aves de presa, de ahí la necesidad de su preservación con respeto y responsabilidad.

Earth Mission precisó el año pasado que es complejo detener el comercio de aves porque las formas de ofertarlas se han ampliado, siendo las redes sociales una de las nuevas plataformas de venta.

Para la organización, atrás quedaron los años donde diversas especies, incluidas aquellas que están en riesgo, se vendían en mercados, veterinarias y plazas comerciales. La virtualidad derribó esos espacios.

La ONG destaca que ahora lo que más se ofrece en calles y carreteras son cotorros, pero los grupos de caza y tráfico migraron a la modalidad virtual para ofrecer al resto de la vida silvestre. 

Así, se ha identificado que desde las redes sociales se venden mapaches, aves rapaces como aguilillas, halcones, entre otros, incluyendo especímenes de coyotes, zorros, loros, tucanes y tigrillos.

Por la geografía y diversidad, Veracruz es de los estados donde más tráfico de fauna existe, encabezando la lista junto a Chiapas, Oaxaca y Tabasco.

Para el caso concreto de Veracruz, se ha detectado que la extracción de especies se realiza en la parte sur, además hay comunidades en donde se integran redes de explotación de la vida silvestre por considerarse una actividad que genera valor.

En dicha situación son los propios habitantes del lugar quienes capturan a los animales para venderlos, alerta la organización.

Una evaluación similar hace "Vida Verde Conservación A.C." que alerta también que el estado de Veracruz ocupa el primer lugar nacional en tráfico de flora y fauna, siendo el tlacuache, la tortuga, las aves migratorias y las orquídeas, entre otras especies, las más depredadas por la población.

 

 

 

 

FP