Violencias, magisterio y pensamiento crítico en 2025

  • Luis Valencia

Los horrores vividos a escala global por el Covid-19 nos parecen lejanos, superamos la última era pandémica para atestiguar que en pleno 2025 se ha perpetuado el estado de emergencia que trascendió de maneras peligrosas y mortíferas. Las trincheras educativas dejaron atrás los espacios virtuales para retomar los territorios, las luchas ahora son más cruentas y nos obligan a replantear nuevamente nuestra posición como maestros y maestras ante la violenta actualidad.

Los terrores de hoy se relacionan entre sí mediante el hilo conductor del capitalismo; imperialismo, colonialismo, ultraderechas, genocidio, oligarquías, tecnofeudalismo, supremacías blancas. Las anteriores son solo algunas de las distintas palabras que hoy hacen presencia en nuestro vocabulario. Tal como si fueran máscaras, dichas acepciones representan las atrocidades de la coyuntura actual en la que intentamos nuevamente sobrevivir.

Diversas formas de fascismo han brotado en las últimas semanas en diferentes puntos del globo, violencias de todo tipo están siendo ejercidas desde pensamientos reaccionarios con la única intención de seguir oprimiendo a quien sea necesario con tal de lograr sus fines.

Si estas líneas tienen la fortuna de alcanzarles, podrían preguntarse ¿Qué hace un docente de educación básica escribiendo sobre la realidad social actual? Y es justamente ese ejercicio, el que todos-todas deberíamos y tendríamos que practicar: el de cuestionarlo todo.

Una pregunta tiene la capacidad de subvertir, la pregunta puede potenciar la reflexión, preguntar puede incomodar y en el mejor de los casos: movilizar. Esto último es lo que no conviene a quienes han inmovilizado el poder del lado de unos cuantos y en condiciones de dominación para la otra gran mayoría.

Partiendo desde la perspectiva en que cuestionar puede detonar conciencias, cabría entonces preguntarnos ¿Qué importancia tiene la educación en las realidades actuales? ¿Qué se puede hacer desde la escuela y los salones de clase contra las adversidades del hoy ¿Cuál podría ser el rol de los y las maestras en estos tiempos de agitación social?

Más allá del discurso simplista de que la educación es el arma más poderosa o la mejor herramienta para cualquiera de las cosas romantizadas que se nos ocurran… Tendríamos que prestar ojos y oídos al arsenal que la educación desde el pensamiento crítico podría conseguirnos en estos momentos de guerras simbólicas, mediáticas, económicas, de clases y hasta armamentistas por las que estamos atravesando.

La educación crítica, la que cuestiona, emancipadora, liberadora; nos aproxima a las herramientas para potenciar el pensamiento que pueda combatir las distintas violencias de la actualidad. ¿Y quién mejor que un maestro o una maestra para dar ignición y detonar el pensamiento crítico? Partiendo desde el hecho de la proximidad que tenemos en el acto educativo en cualquiera de sus niveles.

Es en este punto donde se vuelve necesario romper con otro facto, aquel que hasta el hartazgo nos ha repetido, que las y los maestros somos agentes de transformación… ¿Realmente lo somos? ¿Cómo percibimos nuestro papel desde las aulas y escuelas ante las adversidades actuales? ¿Cuál es nuestra aportación para las transformaciones que nos apremian hoy por hoy?

Para no caer en los excesos del entusiasmo, tendríamos que descolocarnos la idea pretenciosa de que solo por ser docentes ya somos transformadores; los cambios o transformaciones pueden originarse desde diversos lugares, por ejemplo, el de la indignación.

¿Y qué le indigna a un maestro o maestra? Si partimos desde el hecho en que las autoridades educativas en cualquiera de sus niveles de gobierno han oprimido las condiciones laborales del magisterio; parece que pocas cosas. Pensiones derogadas, sueldos bajos, acceso desigual en el derecho a la vivienda; son algunos ejemplos de la situación precarizada con la que los y las maestras deben lidiar.

Entonces, ¿Somos aspirantes para empuñar las armas del pensamiento crítico en contra de las injusticias sociales actuales? ¿Qué expectativas tenemos de un magisterio que ni siquiera se moviliza para la mejora de sus condiciones laborales y profesionales?

Reconociendo-Nos a partir de lo anterior; es apremiante que como docentes comencemos por indignarnos, dejar la aletargada desmovilización, sumándonos a alguna causa en contra de algún abuso, poniéndonos las gafas de la visión social, reaccionar para no seguir siendo reaccionarios.

No es el afán del presente texto suscribir sin cuestionar las políticas públicas en educación, pero; ¿Sabemos de qué va la Nueva Escuela Mexicana? ¿Conocemos, al menos en un nivel básico, la propuesta que se nos hace? O seguimos reproduciendo los “hilos negros” de las nocivas ideas de que todo es “pan con lo mismo” o que es “la misma gata revolcada” y demás expresiones coloridas y superficiales sobre el tema.

Si después de la indignación continuáramos por hacer lo propio desde nuestros espacios que son el campo educativo y el pedagógico, transformaríamos paulatinamente la imagen de la y el profe desclasado, alienado o enajenado; para de paso tratar de incidir en otros campos como el político. Superando las ideas enclaustradas de que lo educativo solo habita los salones y las escuelas.

El pensamiento crítico no se puede encerrar en 4 muros, tiene potencia para trascender ideas, personas y para colectivizar; es responsabilidad compartida de los y las maestras, darle agitación, encender y avivar las chispas de los y las niñas, de los y las alumnas y de nuestras comunidades. Este momento histórico de embates violentos nos interpela a darle un sentido combativo a la educación y al pensamiento crítico para la urgente búsqueda de la justicia social y sus necesarias transformaciones.

Anteriores

Luis Valencia

Profesor en educación básica. Educador de formación, Lic. en Ciencias y Técnicas de la Comunicación por la Universidad Veracruzana (UV), Mtro. en Educación y Comunicación y Mtro. en Educación para la Interculturalidad y la Sustentabilidad, también por la UV.