“Soy mexicano” decía orgullosamente el cineasta Guillermo del Toro, cuando recibía el “Globo de oro” en el año 2018 como Mejor director por su afamada película “La forma del agua”. Ante un público conocedor del séptimo arte y con los ojos del mundo puestos en él, así como la “esperanza” de los mexicanos de ser reconocidos mediante su logro, reafirmó: “Nadie ama la vida más que nosotros, porque somos conscientes de la muerte”.
Y es que somos conscientes de muchas cosas, aunque parezca que a veces se nos olviden, así como se nos olvida durante los 363 días restantes de cada año, sin contar el 15 y 16 de septiembre (fechas en las que siempre nos lo recuerda la festividad) que nacimos en este gran país y que por ese gran orgullo deberíamos luchar a diario por engrandecerlo.
Vivimos en un México lleno de contrastes y aunque a veces son ese tipo de aspectos los que nos proyectan ante el mundo, también son los que muchas veces dan una perspectiva diferente de los mexicanos que hasta a nosotros mismos nos cuesta creer que eso que está sucediendo se haya dado en México y que seamos los mismos mexicanos quienes participamos de ese tipo de acciones, que en nada abonan a la unidad nacional.
Los mexicanos somos “muy mexicanos”, únicamente el 15 y 16 de septiembre, fechas en las que en cada rincón del país se festeja a la patria por el triunfo de la independencia sobre los españoles acontecido hace 210 años, pero ¿Qué sucede con el resto del año? ¿Acaso ese orgullo por nuestra mexicanidad y ser parte de esta gran nación dura solo dos días? ¿Qué es lo que hace falta para que los mexicanos podamos traducir ese gran orgullo por nuestra identidad nacional en una gama de principios y valores que refuercen el sentido de pertenencia para con nuestra nación?
En este sentido, me atrevo a decir que nos hace falta amor por México, nos hace falta dejar atrás todos esos vicios que empañan nuestra imagen ante el mundo, nos hace falta dejar de echarle la culpa al gobierno de todas nuestras desgracias, nos hace falta respetar los derechos de nuestros conciudadanos, nos hace falta dejar de rapiñar un tráiler que necesita ser apoyado, nos hace falta alegrarnos por el triunfo de otro mexicano, nos hace falta echarle la mano a otro mexicano en desgracia.
Así mismo, nos hace falta respetar a nuestros niños y niñas, nos hace falta cuidar de nuestros ancianos, nos hace falta destruir el “maldito eslabón de la corrupción” y dejar atrás el nepotismo y la impunidad, nos hace falta respetar la ley y dejar de incitar a su quebranto, nos hace falta creer que sí se puede (en todos los aspectos y no nada más durante un partido de fútbol) y que si luchamos juntos lo podemos lograr.
En contraste, y a pesar de estas debilidades, los mexicanos contamos con muchas fortalezas que también nos engrandecen ante la comunidad internacional. Somos un país que ha demostrado que luchando unidos lo logramos todo, somos un país generoso que en la desgracia se solidariza con su pueblo, somos un país diverso que respeta la identidad de género, somos un país que levanta la voz para hacer valer sus derechos, somos un país que ha emergido de la lucha para liberar de la opresión a su gente.
En sí, lo tenemos todo y a la vez nada, lo único que hace falta es que continuemos construyendo de la mejor manera a esta gran nación, que respetemos la vida de los demás y sus derechos fundamentales, que ejerzamos plenamente nuestro derecho de votar y ser votado, que trabajemos de la mano con nuestro gobierno para sacar adelante a nuestro país (exigiendo sí, insultando no) y que tengamos ese gran sentido de pertenencia para gritar a diario el orgullo de ser mexicano.
¡Viva México!
Es cuanto.