Horizonte abierto. Una nueva carrera profesional

  • Fidencio Aguilar
Nuestra situación. Incertidumbre desde hace más de un siglo. Nuevos horizontes

Es verdad que hay mucha incertidumbre, zozobra, malestar, falta de horizonte, perversión política, social, (des)humana, sinrazón, gente loca, masas informes que votarán instintivamente, políticos cínicos sin identidad más que para sus intereses y de grupo, economía sin horizonte. En fin, problemas nuevos que, en el fondo, son reediciones de problemas de siempre: ¿A poco antes estuvimos mejor (en un régimen autoritario, corrupto y corruptor que sigue vivo en todo el país bajo diversa forma)? No lo creo.

Mis primeras experiencias de niño (7 u 8 años), cuando acompañaba a mi papá a votar, fue la de ver soldados que llegaban por las urnas bajo unos despliegues impresionantes, con sus armas ostentando lo propio de ese tiempo y de ese régimen: “Aquí mando yo y tu voto me pertenece y hago con él lo que quiera”. Ese parecía ser el mensaje. Yo no quiero volver a esos tiempos ni pienso que hayan sido los mejores. Claro, eso no lo vivieron los jóvenes de hoy. Pero eso no les impide –sobre todo si son universitarios- conocer la historia reciente y ese régimen del poder imperial que todo lo sometía y avasallaba con un cinismo y una impunidad impresionantes.

Los maestros, recuerdo sobre todo cuando estudiaba la primaria, allá en Melchor Ocampo, estado de México, cuando había elección, eran movilizados, igual, como partes de un sistema, de una máquina anónima al servicio de un partido (el PRI), para estar en cada elección, como piezas del régimen para verificar que todo saliera de acuerdo a los planes de ese todopoderoso ser simbiótico llamado dedo-presidencial-partido-sindicato. Hoy quizá no está acentuada la centralización, pero no dudo que las piezas siguen ahí más interesadas en sus prebendas políticas (salarios, prestaciones y demás que la mayoría de los mexicanos no tiene) y menos en la educación de las nuevas generaciones. Claro, siempre hay notables excepciones (y varios maestros y maestras incidieron en mi formación y en mi humanidad: con todo cariño recuerdo a la profesora María Elena Urbán, que me enseñó a leer con editoriales de periódicos, eso me cambió el mundo). Pero yo no quiero ni pienso que para bien del país y de la sociedad, de las nuevas generaciones y de los millones de niños y jóvenes, haya que regresar a esos tiempos idos. De hecho considero que ese corporativismo, que hoy tiene en jaque las políticas educativas, es nocivo y nunca será capaz de impulsar una educación de calidad a la altura de nuestro tiempo (Japón, Italia y Alemania, que al perder en la segunda guerra mundial fueron desmantelados, en menos de 40 años se volvieron potencias precisamente por sus reformas económicas y educativas). En esos tiempos de corporativismo pragmático y servil no era mejor que estos tiempos de incertidumbre: eran tiempos de sometimiento vil y descarado. No eran tiempos mejores.

Es más, tenemos más de un siglo con esa incertidumbre en todos los niveles de lo humano. El absurdo (del que tanto nos hablaron Camus o Sartre, Kafka o Beckett) tiene raíces más profundas y hondas y tocan las esferas más íntimas de nuestro ser y de nuestra sensibilidad y no sólo ello, también de las estructuras históricas, sociales, culturales, políticas y religiosas. Por eso tampoco creo en las soluciones fáciles, mágicas y simplistas como de una honestidad valiente (rodeada de y sostenida en lacras corruptas y corruptoras que mueve dinero igual que a quienes acusa de mafiosos).

Aun con todo y a pesar de ello, creo en lo humano, en las personas con rostro particular, con sus claroscuros pero con sus deseos de salvar lo humano, a pesar de la debilidad y las recaídas; igualmente en la herencia que significa una fe y una creencia, sobre todo cuando son los propios padres, como en mi caso, los que transmiten porque han vivido. Mi papá y mi mamá –así, con cariño y gratitud-, sencillos, fuertes, sinceros, tiernos, que daban la vida por sus hijos a costa de sí mismos.

Creo en la amistad, esa llama que sostiene nuestra humanidad, que la levanta, la reanima, la impulsa. Y en la enseñanza de hombres, tan humanos y tan buenos, con una bondad ordinaria (y extraordinaria al mismo tiempo). Mis maestros radican aquí, en este espacio, donde al tiempo que he sido formado, ellos crecen y también aprenden, también se realizan humanamente y hacen crecer lo humano con su presencia, su palabra su acompañamiento. Son muchos los que han colaborado en ese sentido, y al mismo tiempo destacan tres o cuatro grandes figuras. Colegas, compañeros, amigos, hermanos y maestros han sido presencias relevantes, regalos del cielo a lo largo de mi existencia.

Confío y me sostengo en mi familia, mi mujer y mis hijos; ellos son –por mucho- mejores que yo, más inteligentes, más sensibles, más tiernos, mejores personas, con una energía impresionante que a veces me azora. Y en otras familias amigas, de amigos y amigas y de hijos e hijas de esos amigos y amigas. Platicamos, compartimos, padecemos, nos animamos, conformamos, estudiamos, analizamos, y también nos divertimos, porque la vida también tiene que dar espacios para la diversión.

Pero todo esto que he descrito, ¿para qué? Debo confesar que salió espontáneamente, como si una mano hubiera tomado el control de mis dedos y de las teclas para hacer toda la perspectiva anterior. Inicialmente iba a escribir para dar a conocer una nueva licenciatura que ofrecerá la UPAEP: la Licenciatura en Administración, Gobierno y Políticas Públicas que ha implementado y promovido el Dr. Rafael Guzmán Torres, egresado de la Universidad Complutense del doctorado en administración pública y gobierno.

Ocho semestres de formación para aquellos estudiantes interesados en la administración profesional del gobierno y la implementación de políticas públicas con herramientas y metodologías científicas y técnicas, desde una óptica y perspectiva del bien común, la dignidad humana y el estado de derecho.

La presentación será mañana jueves 18 de mayo a las 19 hrs. en el centro de vinculación de nuestra casa de estudios. Estarán presentes, de acuerdo a la invitación, para hacer uso de la palabra, Luis Banck Serrato, Xavier Torrens y Luis Carlos Ugalde.

Como decía el Nobel de literatura de 1950, Bertrand Russell, hay dos tipos de políticos: por un lado, los profesionales, los que se dedican a ganar elecciones y a legitimarse en el acceso al poder, y, por otro lado, los que se dedican a diseñar, implementar, ejecutar y evaluar las políticas públicas, los técnicos. Y unos y otros conforman el gobierno, la forma de gobernar y el régimen, más en uno democrático sostenido en el estado de derecho cuyo fin es el bien común, el respeto de los derechos humanos y la realización de lo más noble humanamente.

Esta nueva carrera busca formar profesionalmente a esos técnicos del diseño, la estrategia, la implementación, la evaluación y la consolidación de políticas públicas eficaces, eficientes, benéficas, realizables, palpables, visibles; y para ellos se necesita, además de ejecutarlas, planearlas, investigarlas, etcétera, mediante centros de investigación, asesoría, consultoría y seguimiento.

Prima facie, me llaman la atención asignaturas como Innovación social (primer semestre), Planeación estratégica y gobierno (segundo semestre), Fundamentos de la hacienda municipal (tercer semestre), Contabilidad gubernamental (cuarto semestre), Presupuesto basado en resultados (quinto semestre), Planeación urbana y ordenamiento territorial (sexto semestre), Gestión de servicios públicos (séptimo semestre) y Fondos federales y auditoría financiera (octavo semestre). Claro hay más materias y más herramientas, sólo quise mencionar las que a primera vista llamaron mi atención. Los estudiantes seguramente serán más detallistas y podrán incursionar en una carrera necesaria, imprescindible, urgente para que se acabe no sólo la improvisación, no sólo el compadrazgo (y sus compinches, la corrupción y la impunidad), sino incluso los vaivenes políticos e ideológicos, de la administración pública en general y del gobierno en particular. Es una forma de valorar y evaluar incluso el discurso político, porque estos nuevos profesionales podrán saber y determinar si lo que promete un político profesional es serio, sustentable y realista.

Estos son los profesionales que acabarán con los discursos chatarras, de la promesa fácil, populistas, de medias verdades, que ocultan los alcances de las decisiones y el costo político, social y económico para una administración. En fin, los que podrán implementar eso que en el terreno se llama gobernanza.

La carrera de Ciencias Políticas –hermana de esta nueva- seguirá formando a los estudiosos de la política y de lo político, a los analistas del poder y estudiosos de las ideas, inclusive a los que quieran incorporarse a la política profesional. Auguramos a Rafa Guzmán y a los directivos del decanato de Ciencias Sociales éxito en este horizonte abierto, urgente, necesario, sugerente, interesante, atractivo.