Los desfiguros de la elección
- Joel Hernández Santiago
Ya están a punto de turrón las elecciones de 2017 en cuatro estados del país: Nayarit, Coahuila, Veracruz, Estado de México y… párele de contar.
Faltan unos días más para develar el secreto de la democracia mexicana y si funcionan nuestras instituciones de lo democrático o si los tribunales de lo electoral se atestarán de quejas y quebrantos: ojalá funcionen porque nos cuestan ‘un ojo de la cara’ y sus operarios felices.
Por lo pronto lo que hemos visto todos estos días de campañas para ganar “el favor ciudadano” son puros desfiguros políticos.
En Coahuila parece que no pasa nada, pero ahí está todo, guardadito, como en olla exprés a todo fuego y que alguna vez tendrá que ser desactivada, o estallará, porque los hermanos Moreira: Rubén Moreira Valdés (PRI), gobernador que es, como Humberto Moreira Valdés candidato plurinominal para ser legislador por un partido… ¿cómo se llama?... Ah, si… Partido Joven de Coahuila, se han hecho de la situación.
“Después de seis años de estar fuera de la política hay una invitación para participar en el proceso electoral que se avecina aquí en el estado”, dijo Humberto Moreira en marzo pasado al concluir el consejo político del Partido Joven” dijo que esa fuerza política aceptó postularlo, contrario a lo que hizo el PRI: “Yo busqué participar en el PRI, pero el presidente… (Enrique Ochoa) de manera unilateral dijo que no podría participar yo”… Ah, bueno.
En Nayarit el cascabel del gato es ni más ni menos que Edgar Veytia, el ex fiscal general, detenido en EUA, y también el hombre que “robó poquito”, “Layín”. En tanto, el gobierno del estado guarda silencio aunque sabe que hay problemas de inseguridad creciente, crimen organizado y muchos de los defectos que hacen que la política mexicana sea el rey feo de la vida nacional. “Layín” le pone color al proceso electoral haciendo sus propios desfiguros y a la manera de Cantinflas debate y sueña con que es un rey de chocolate. De esto se compone la política nacional.
Veracruz están en la lisa y con serios problemas de gobierno y estructurales, con un gato muerto en la azotea, pero el gobernador está más ocupado en destruir la campaña de Andrés Manuel López Obrador que en gobernar con todas las de la ley en la entidad que durante años fue ejemplo de priísmo, hoy es panista aunque huele a que el señor Yunes es beneficiario del gobierno federal mientras siga dando la cara para anular al enemigo a vencer: AMLO-Morena.
Y, bueno, ahí está el Estado de México, en donde se concentran todas las fuerzas políticas y electorales del país. Y todos los recursos millonarios. Y toda esa fuerza de partidos en la que a una sola voz gritan que quieren ganar porque el Estado de México es emblema de poder y de fuerza nacional con rumbo a las elecciones de 2018.
Para empezar ya se sabe que desde el gobierno federal le echan la mano al candidato del PRI, Alfredo del Mazo Maza. El PRI-Edomex, como el nacional, están a todo galope para avanzar hacia el triunfo, y si para eso hay que pisar macizo a quien sea, lo están haciendo. Y gastan. Y derrochan recursos. Y hacen acuerdos. Y firman letras en blanco…
… El tema es que el PRI “no se puede dar el lujo de perder el Estado de México”, por la simple y sencilla razón de que es la tierra del presidente de México y porque representa 11.5 millones de votos para 2018, año crucial para un PRI desgastado, sin proyecto ni programa, sin políticos a la altura del arte y sí, con muchísimos problemas de identidad ‘revolucionaria’.
Es muy probable que por estas y muchos razones gane el PRI en el Estado de México. Y en esto no tiene que ver la democracia (¿democracia?), tiene que ver la fuerza política de gobierno y la voluntad suprema de quien decide el futuro de un estado en donde las deficiencias de gobierno están a la vista, los enojos y las frustraciones por un gobierno de imagen, sin contenido y sin gobierno… No importa. ‘El PRI tendrá que ganar’, y no necesariamente por democracia…
Mientras, los otros partidos aspiran a ser los ganadores en una contienda en donde “no hay suelo parejo”. De todos modos se acusan, se señalan, reciben andanadas desde las filtraciones federales y son expuestos a escarnio público por todas esas cosas “tan absurdas de la vida”… Aunque no tanto, porque eso de que Delfina Gómez (Morena) le hubiera quitado parte del sueldo a empleados de gobierno en Texcoco, que de por sí ganan poco, es un abuso sin cesar…
O que Josefina Vázquez Mota (PAN) no aclare a ciencia cierta lo de los fondos recibidos para organizaciones de apoyo a migrantes ni lo de que su familia presuntamente involucrada en negocios en claroscuro; o que Juan Zepeda, el candidato del PRD, ahora resulta con una campaña archimillonaria sin que el INE diga qué pasa ahí… Y en vista de sus propias debilidades, ahora buscan unirse para enfrentar como uno sólo al PRI y a Morena…: agua y aceite, juntos.
Y… bueno: así la contienda electoral que hemos visto en estos días. Desfiguros de la clase política nacional. En donde el votante cuenta tan sólo como credencial de elector y no como ciudadano, mexicano, de a pie, de trabajo, de esfuerzo y de aspiraciones por una vida mejor: no. Ellos no están ni en la acción política ni en el discurso.
Pues eso: Estamos a punto de turrón para elegir a quien gobernará o legislará en cada uno de los estados en contienda electoral. En todo caso ¿quién elige ahí? ¿Los partidos a sus candidatos y los electores a quienes deciden los partidos sin tener vela en esa elección? ¿El gobierno que paga por pecar? Así está nuestro momento democrático mexicano: con rumbo a 2018.
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Es periodista y editor. Ha sido editorialista en UnomásUno, La Jornada, El Financiero y más. Fue coordinador de opinión de El Financiero y director de Opinión de El Universal. Fue editor en la UNESCO y de Le Monde diplomatique. Ha coordinado obras como: "Planes en la nación mexicana", con El Colegio de México y "Pensar a David Ibarra", el más reciente.