El miedo como ejercicio de poder: Veracruz aterrorizado
- José Luis Ortega Vidal
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El miedo es, ante todo, una emoción que se vincula al peligro.
Es también una sensación animal provocada por hechos concretos o ficticios, presentes o pasados, que nos colocan ante un estadio de indefensión: mental o real, primitivo y vigente en el caso del ser humano y su llamado desarrollo.
Es decir, todos los animales pueden enfrentar el miedo, lo que incluye a los seres humanos, pero sólo éste posee una inteligencia desarrollada y ha creado una civilización que –oh contradicción- es capaz de generarle miedo; a veces mucho miedo…
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El Veracruz de hoy padece miedo y éste se vincula al proceso electoral que estamos viviendo.
En la lucha por el poder suele emplearse el miedo como estrategia, como herramienta para hacerse o quedarse con el poder si ya se posee.
Un hecho muy concreto es generar violencia para evitar que la gente vote, por ejemplo.
Y esa falta de votos ayuda a unos y perjudica a otros.
Me refiero a la gente de poder.
Los jodidos no.
Esos se quedarán con su miedo y más jodidos aún.
Al poco tiempo de hacer sido asesinado Raúl Gibb -el 9 de abril del 2005- los herederos de La Opinión, el periódico más influyente del norte del Estado, simplemente heredaron el emporio y se resguardaron detrás de sus poderosas bardas de relaciones políticas y dinero.
Jorge Jácome Salazar, hombre de confianza de Raúl Gibb, su guarura durante año, fue levantado un buen día y su familia quedó indefensa, estupefacta, reclamando su presencia a once años de los sucesos y sin respuestas, como cientos, miles de casos de desaparecidos en Veracruz y México.
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Los hechos se mezclan: el Estado es el responsable, en todos sus niveles, de garantizar al ciudadano las condiciones elementales de seguridad y bienestar.
Si no hay estos elementos: empleo, democracia, salud, estabilidad política, seguridad, educación, nos enfrentamos a un problema que no es de policías y ladrones (eso es superficial) sino un tema estructural: la sociedad toda se sacude y se genera el caos.
El caos incluye al miedo: provocado o no, individual o colectivo, pero miedo al fin, con consecuencias deleznables porque puede abarcar la muerte de mucha gente y el enriquecimiento de unos pocos.
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Los ejemplos son muchísimos en el Veracruz de los últimos años.
Actualmente, a un mes de las elecciones veracruzanas, hay miedo por doquier.
En el Sur, se ha convertido en pánico, en terror.
La explosión de Clorados 3 el jueves 21 de abril generó desolación.
La muerte del menor Ricardo Mayo Coronado, el 11 de abril del 2016, en Chinameca, causó desesperanza: un niño de 7 años muerto a balazos en su domicilio…
El 22 de abril del mismo 2016 –en Las Choapas- el menor Manuel Monroy Sánchez, de sólo 8 años, se atravesó en el camino de unos sicarios que perseguían a un vendedor de droga y murió balaceado: más indignación frustrada.
En julio del 2014 una niña de cinco años, Karime Cruz, salía de su escuela en la colona Prócoro Alor de Coatzacoalcos y fue secuestrada.
Tres meses después apareció asesinada junto a su tía, presuntamente involucrada en el plagio y luego victimizada por sus cómplices.
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Al mediodía del miércoles 4 de mayo, sobre la avenida Juan Escutia de Coatzacoalcos, frente al colegio “Anglo Mexicano”, la señora Leticia Candelaria González Chávez fue asesinada por un sicario.
Otro matón a sueldo ejecutó segundos antes a su chofer José Antonio González.
Las primeras versiones, las que se publicaron ayer jueves 5 de mayo, establecen que las víctimas acudían al colegio por la hija de Leticia Candelaria González y un grupo de secuestradores frustrados por la intervención de un vigilante escolar, los mataron.
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Ayer mismo, empero, la Fiscalía de Veracruz ventiló -vía un boletín- una nueva versión:
a) José Antonio González no sólo era chofer de la familia de Leticia Candelaria, sino su guardaespaldas, lo que hace pensar que viajaba armado, aunque este dato no se ha confirmado.
b) Frente al colegio “Anglo Mexicano” estuvieron presentes durante un rato dos hombres disfrazados de barrenderos o vigilantes, dado que portaban sendos chalecos color naranja, empleados normalmente por trabajadores públicos.
c) Cuando la camioneta GMC Yukón, blanca, placas PYL-41-49, se estacionó frente al colegio de marras, los sicarios actúan con rapidez. Primero mataron al guardaespaldas, luego a la dama que resguardaba, quien sería su principal objetivo.
d) Los asesinos huyeron
e) Nadie, ni las víctimas ni los asesinos se acercaron nunca al portón de la escuela ni a la niña, no obstante estar a unos metros de la entrada.
f) La niña no les interesaba. No iban a secuestrar, iban a matar y eso hicieron.
g) Son profesionales por la forma en que actuaron. Primero eliminaron el peligro: al matar al guardaespaldas. Luego cumplieron el objetivo: ejecutar a la damda.
h) El esposo de Leticia Canderaria se llama Omar Iván Argüelles De Los Santos y su domicilio se ubica en el ejido Calzadas de Cosoleacaque.
i) De oficio abogado, Omar Iván pertenece a una familia dedicada al transporte: hace unos seis años -cuentan en Coatzacoalcos- tenían pocas unidades, hoy poseen un capital muy notable.
ij) Leticia Candelaria González Chávez, cuya madre se traslada desde Tamaulipas para su entierro, era poseedora de la franquicia Smiling Games en la Plaza Quadrum, una de las más lujosas de Coatzacoalcos.
k) En su boletín, la Fiscalía plantea como una de sus líneas de investigación el parentesco de una de las víctimas con Hernán Hernández Martínez (a) “Comandante H”, quien fue detenido en marzo del 2012 junto a varios de sus colaboradores en la colonia Benito Juárez de Coatzacoalcos por el Grupo Aeromóvil de las Fuerzas Especiales (GAFES) del Ejército Mexicano.
l) Al “Comandante H” se le consideraba -en el 2012- el principal operador del trasiego de estupefacientes en la zona sur sureste del país; en el 2014 –según el boletín de la Fiscalía- resultó absuelto y fue puesto en libertad.
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Ayer mismo, en Coatzacoalcos, ocurrió una balacera en Plaza Crystal. Allí se encuentra una tienda Chedraui y otra de Fábricas de Francia.
Se creyó originalmente que se trataba de un enfrentamiento entre sicarios o un intento de secuestro.
Se aclaró finalmente que policías vestidos de civil realizaban un operativo de inteligencia para detener a secuestradores que irían a recoger el pago por un plagio.
Hubo detenidos, balazos entre las fuerzas del orden y los delincuentes. Luego, una confusión: navales discutían con policías estatales vestidos de civiles y en respuesta éstos detuvieron a los marinos.
Se ubicó una casa de seguridad de los delincuentes en la colonia “Francisco Villa”.
Extraoficialmente se habló de un rescate pero al cierre de edición de esta columna tal versión no estaba confirmada.
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El miedo sí, estaba confirmado.
Hay miedo en el sur: se respira, se siente, se palpa a cada paso.
La noche del mismo miércoles 4 de mayo, es decir hace dos días, mataron al hijo de un reportero en Oluta, municipio Popoluca vecino de Acayucan en el Sur.
Nuestro pésame y abrazo solidario para el colega Anastasio Oseguera.
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El miedo tiene muchos orígenes y uno de ellos es la lucha por el poder.
En tal caso el miedo se provoca como parte de una estrategia que busca obtener resultados específicos.
Trátese del poder que sea.
Antes, durante y después de las elecciones del 5 de junio conoceremos más detalles al respecto.
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El miedo, en ocasiones, se siembra.
Otra veces, el miedo es producto de nuestro propio miedo.