¿Qué sigue tras la salida de la Dra. Matzumuto de la CEAPP?

  • Jorge Morales

Antes que nada debo aclarar que escribo el siguiente artículo por dos razones: porque me propuse abordar el tema una vez que se definiera la nominación de la presidencia de la CEDH para evitar malas interpretaciones y porque en los últimos días periodistas me han preguntado con insistencia sobre lo ocurrido y el futuro de la CEAPP tras la salida de la Dra. Namiko Matzumuto Benítez del cargo de Secretaria Ejecutiva del organismo autónomo.

En ese sentido, lo primero que expreso es mi respeto por las aspiraciones profesionales de la Dra. Namiko y le deseo, de todo corazón, mucho éxito en su nueva encomienda, al frente de la CEDH, en donde la espera un desafío titánico sin duda mucho mayor que el enfrentado en la CEAPP si tomamos en cuenta que la población susceptible de atención y apoyo en materia de derechos humanos es mucho más amplia que la de los exclusivos periodistas y sus graves problemas.

Pero como se lo manifesté personalmente, su decisión imprevista también podía repercutir en proyectos en curso que se estaban desarrollando al interior de la CEAPP y que ya estaban comprometidos con ella: el seguimiento a asuntos en materia de seguridad, justicia, un informe sobre los abusos de la SSP, y una agenda ambiciosa en el ámbito económico-laboral, de profesionalización, capacitación, y comunicación con las/os periodistas veracruzanos, sin dejar a un lado los asuntos en trámite que requieren de un seguimiento permanente. De su parte, sólo hubo la expresión vaga de que se comprometía a impulsar algunos de estos asuntos al interior de la CEDH, si era designada. No sé si lo haga.

Mi reproche y preocupación es que en este aspecto no ha sido responsable ni ética. No, cuando la imagen de la institución, aunque ha ido mejorando y consolidándose, sigue cuestionada, porque se percibe como arrinconada y débil en un flanco que debería ser una de sus prioridades, la exigencia de justicia y seguridad a los periodistas, y en las deficiencias en el ámbito del contacto e interacción con el gremio para recabar inquietudes y transmitir igualmente lo realizado en todos estos años, fruto del trabajo en equipo.

No, cuando era el último año del período para el que fuimos electos quienes integramos la CEAPP y se debían redoblar los esfuerzos para concluir los proyectos iniciados, aprovechando el difícil y arduo proceso de acumulación de experiencia. En cambio de eso, se antupuso el interés personal y profesional que la responsabilidad en el servicio público y la ética inmanente a éste. Mal signo. Ojalá me equivoque.

Como muchos saben, mi relación profesional dentro del servicio público con la Dra. Namiko Matzumoto ha sido tirante desde el inicio y lamentablemente creo que en el último tramo del trabajo al interior de la CEAPP. Me hubiera gustado que fuera diferente.

El pasado sábado ocurrió el último capítulo de esta novela por entregas cuando en la sesión prevista para aprobar su renuncia definitiva al cargo -seguida de la renuncia de los titulares de la dirección de Procesos y Jurídica-, mañosamente la presidenta del pleno del organismo autónomo, Benita González Morales, incorporó sorpresivamente dos puntos más en la orden del día relativos a la propuesta única de nominación de Geiser Manuel Caso Molinari -hasta hace unos días primer visitador de la CEDH, como secretario ejecutivo de la CEAPP-, una maniobra que, presumo, fue orquestada por la propia Dra. Namiko Matzumuto Benítez con la intención de perpetuar su control de la institución ante la salida, sin aviso oportuno, de otros de sus colaboradores.

Tengo una buena impresión de Caso Molinari. Lo traté alguna vez cuando era periodista y cubría algún tema de la CEDH.  Sé que es una persona preparada. Y no es que descalifique su integridad, pero es evidente que su cercanía con la propia Namiko Matzumoto lo compromete a mantener el statuo quo legado y no es que dude de su capacidad, pero será difícil que domine plenamente el know how de todos estos años en los meses siguientes y menos aún que reconduzca a la institución hacia el horizonte perdido de la plena autonomía real y tenga la fortaleza y la capacidad para plantarse a otras instituciones en la demanda de justicia y seguridad y de revertir los déficits en cada rubro.

No obstante lo anterior, en aras de no paralizar la institución y a la responsabilidad que se tiene, de sacar adelante a la brevedad posible los temas pendientes y afianzar la estabilidad y unidad de los pocos que quedamos desde el inicio de esta aventura, voté a su favor y motivé a otros comisionados a darle un voto de confianza, pues no era momento para seguir improvisando decisiones o postergar su toma. En los próximos días el gobernador Javier Duarte de Ochoa mandará la propuesta definitiva al Congreso para este mismo efecto que confío sea el propio Molinari. Pragmatismo puro. Lo sé y lo admito. Pero pesa más sobre mí la responsabilidad de sacar adelante y darle continuidad a lo poco o mucho logrado y el desarrollo de los pendientes, que arriesgar conflictos que nos desgastarían en el último año o la preservación de un poco de orgullo y dignidad como comisionado. Un difícil dilema. El tiempo dirá si nos equivocamos o no. De parte de Geiser Caso Molinari por el momento sólo he tenido palabras respetuosas y el compromiso de sacar adelante la agenda comprometida. Esperemos que así sea. Es el último año. No hay tiempo para distraernos en infantiles e irresponsables ambiciones y luchas de poder. Se trabaja con lo que hay y de mi parte, no voy a desviarme de ese propósito. No, cuando hay tantas expectativas y esperanzas en juego de un gremio al que estoy unido y conozco desde la profundidad del alma en sus pesares. 

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