Por Sheyla Fuertes Lara
Este lunes 26 de enero se conmemora el aniversario luctuoso de Matilde Montoya LaFragua, la primera médica que se graduó como tal en nuestro país. Una mujer que enfrentó adversidades y prejuicios, para desarrollarse profesionalmente.
A los 18 años se graduó de la Escuela de Parteras y Obstetras de la Casa de Maternidad; posteriormente, ingresó a la escuela Nacional de Medicina donde fue criticada y calificada de Masona y protestante.
Matilde logró titularse en el Paraninfo de la Universidad, donde sólo lo hacían los hombres. Con el apoyo de docentes y del entonces presidente Porfirio Díaz, consiguió que abrieran el espacio.
Fue en el porfiriato, cuando un grupo reducido de mujeres logró pese a muchas dificultades, abrirse paso en las aulas. De 1891 a 1900, el número de preparatorianas aumentó.
Más tarde, egresaron de escuelas nacionales, las médicas Matilde Montoya Rivera, Guadalupe Sánchez y Soledad Régules. La abogada María Asunción Sandoval de Zarco y la metalurgista Dolores Rubio Ávila, entre otras.
Actualmente en nuestro país, nosotras hacemos valer el derecho al voto, elegimos qué estudiar y en qué desarrollarnos profesionalmente. Todo esto gracias a la lucha de grandes mujeres que buscaron y pelearon por el cumplimiento de nuestros derechos humanos.
En México, la mayoría de las mujeres no padece lo que miles de niñas y mujeres musulmanas, como la Pakistaní Malala Yousafzai, activista y premio Nobel de la Paz nos lo dio a conocer en su libro “Yo soy Malala”, en el cual narra que ellas no tienen derecho a la educación y además tienen que cubrirse el rostro y el cuerpo, porque su religión así lo indica. Malala, en busca de la apertura a los espacios educativos, fue víctima de un atentado por parte de militantes talibanes.
Aquí, las mujeres enfrentamos otras problemáticas que no son menores. Sufrimos acoso laboral, sexual, violaciones a nuestros derechos humanos, violencia en sus diversos tipos y modalidades, discriminación, trata de personas, feminicidios, etc.
Para lograr la igualdad sustantiva aún nos hace falta mucho y es un trabajo que debemos realizar hombres y mujeres todos los días para compartir, en igualdad de condiciones, espacios y beneficios.
El machismo que hace tanto daño no termina de erradicarse. Por ello es necesario educar en igualdad, dejar atrás los estereotipos en los que nos han encasillado y los mitos que nos hacen daño.
Es necesario impulsar acciones afirmativas a favor de las mujeres, exigir políticas públicas con perspectiva de género, una mejor educación, reeducarnos, crear mejores formas de convivencia y dejar de lado lo que no nos permite avanzar.
Las mujeres necesitamos tener acceso a la educación de calidad, a prepararnos más, estudiar, leer, conocer, para dejar de reproducir la cultura patriarcal, con el fin de ocupar espacios de toma de decisiones con la debida preparación y la suficiente fortaleza para realizarlo con compromiso y liderazgo efectivo.
Si contamos con los conocimientos necesarios podremos exigir nuestros derechos y así apoyar a más mujeres, que luchan cada día por tener estudios y mejorar sus condiciones de vida.