Ayotzinapa: sed y hambre de justicia
- Héctor Yunes Landa
La sociedad mexicana no soporta un solo acto más de intolerancia que ponga en riesgo la vida de nuestras familias. Los tiempos del “México Bárbaro” del que habló John Kenneth Turner, deben quedar atrás. No estamos dispuestos a soportar el uso de la violencia desmedida, ni las desapariciones forzadas.
Los inhumanos acontecimientos ocurridos los días 26 y 27 de septiembre en Iguala, Guerrero, en contra de estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa, deben investigarse y castigarse. México lo clama y por la salud de nuestra institucionalidad y los pilares democráticos de nuestro país, debe hacerse con prontitud.
La promoción y protección de los derechos humanos son una obligación primordial para mantener nuestro orden constitucional, de ahí que vemos con beneplácito que el presidente de la República, Enrique Peña Nieto, haya ordenado al gabinete de seguridad acelerar los trabajos para dar con los responsables de este inhumano episodio y se les aplique todo el peso de la ley, instruyendo una coordinación y colaboración con los otros niveles de gobierno, respetando en todo momento los derechos humanos, en la aplicación de la justicia y en la generación de condiciones de seguridad.
Este hecho atroz, sin duda, empaña los esfuerzos de todos los mexicanos por hacer de nuestro México, un país con mayor desarrollo. Por ello, coincido en que no es permisible un solo acto de impunidad en este proceso y que los deplorables hechos en contra de los normalistas de Ayotzinapa requieren esclarecerse con prontitud, eficiencia, objetividad y transparencia, a fin de identificar y castigar a quienes resulten responsables.
Hoy, como nunca, se requiere coordinación, colaboración y transparencia en la prevención y combate a la inseguridad.
Cabe destacar, que el actual gobierno federal ha demostrado voluntad para el diálogo, tolerancia, respeto pleno a los derechos humanos y el compromiso por hacer valer la ley, ejerciendo su facultad de atraer el caso, sin interferir con las obligaciones del gobierno del estado de Guerrero.
Desde este espacio me uno a las millones de voces que expresan su indignación, consternación y pena por el acto de barbarie contra estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa. México está de luto.