Existe un intenso debate sobre la legalización del uso de la marihuana. Al respecto, senadores de la República proponen una iniciativa que contempla reformas al Código Penal Federal y la Ley General de Salud para la regulación de cannabis y tetrahidrocannabinol (sustancia química del cannabis) con un enfoque de salud pública.

Las posturas son diversas e incluso hay quienes ilustran sus bondades con ejemplos de otros países donde se ha legalizado, como recientemente sucedió en Uruguay. Comparto la opinión de que hay que comparar experiencias de otras latitudes, pero siempre y cuando se tenga en consideración que nuestra población es distinta culturalmente.

Por su complejidad, este debate no debe ser tomado a la ligera y requiere un análisis detallado de los pros y contras de su legalización. No perdamos de vista que hablamos de la tercera sustancia más adictiva, las otras son el alcohol y el tabaco.

Por el momento, no puedo emitir una opinión a favor o en contra, sería irresponsable hacerlo hasta no tener elementos emanados de un intercambio serio de opiniones.

Lo que sí puedo, es poner a consideración algunos planteamientos para su discusión que sirvan de retroalimentación. Entre ellos destacan el control de su producción y comercialización, donde la producirían y la expenderán controladamente; contamos con los mecanismos para aprovechar mediante pruebas clínicas cómo prevenir adicciones, dimensionar y concientizar el riesgo para la salud de quien la consume, o cómo implementar inmediatamente medidas para reducir los perjuicios que ocasionaría el conductor de un vehículo bajo los efectos de la marihuana. Qué papel jugará el Estado. Los planes ante las inminentes reacciones al sustituirse legalmente su
distribución por aquellos puntos donde se trafica.

Hay voces que expresan que al legalizarla dejaría de ser un negocio para la delincuencia organizada, conllevando a menores enfrentamientos por el territorio de distribución, que el gobierno además de tener el control podría generar ingresos y destinarlos a la prevención y control del consumo, que se estaría en condiciones de propiciar espacios seguros a los consumidores sin tener que exponerse para adquirirla.

Sin duda su debate no será fácil. Sobre todo si además consideramos otras opiniones de que lo prohibido genera casi siempre un sentimiento de curiosidad. Hay quienes recuerdan que al implementarse la ley seca en los Estados Unidos de Norteamérica en la década de los 20´s que provocó el costo elevado de las bebidas alcohólicas y la proliferación de negocios clandestinos de la mafia.

Lo cierto es que hoy los consumidores hacen cualquier cosa por conseguir el producto y el distribuidor por proporcionárselo, con lo cual se generan historias que hieren la tranquilidad de miles de hogares mexicanos.

Desde luego hay también quienes asumen que los jóvenes pueden llegar a tener un acceso más fácil a la marihuana por medio de establecimientos autorizados, y se puede propiciar la trampa de aumentar el consumo en jóvenes, por eso la importancia primero de reforzar las campañas de concientización.

En la discusión sobre su legalización, debemos enfocarla en que beneficios obtendría la sociedad por el control de su producción y comercialización, de cómo inhibir su consumo, reforzar las políticas públicas para apoyar a los consumidores y la reintegración familiar, y sobre todo reducir los niveles de violencia y enfrentamientos que ponen en riesgo a toda la población.

De acuerdo a una encuesta del diario El Universal, 43% de los ciudadanos entrevistados del Distrito Federal piensan que disminuiría el narcotráfico, 70% están a favor para fines medicinales, sin embargo, sólo el 35% está de acuerdo en despenalizarla.

Finalmente el debate está abierto, no es una decisión fácil que se deba tomar a la ligera y apresurada. Lo cierto es que legislaremos pensando en aquello que se traduzca en mayores beneficios para los ciudadanos y siempre pensando en su seguridad y en su salud.

www.facebook.com/HectorYunes
[email protected]
Tw: @HectorYunes