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Salva a mi hijo: el infierno de familia en derrumbe de la Orizaba-Puebla

  • Iraís García
Una familia jarocha sufrió un infierno por el derrumbe en la autopista Orizaba Puebla.

Veracruz, Veracruz.- El sonido de ramas cayendo tomó desprevenida a Janet, quien viajaba con su familia en las Cumbres de Maltrata el pasado 26 de octubre. Guardó silencio, se acomodó en el asiento y escuchó con atención.

Era un ruido similar al de podar el pasto, pero mucho más fuerte. Ese fue el único aviso antes de que la pipa, que circulaba justo frente al vehículo donde viajaba con su esposo Manuel y su hijo de seis años, Samuel, comenzara a volcarse.

Ese viernes decidieron tomar su auto para dirigirse desde el puerto de Veracruz al Volcanic Park, un parque temático ubicado a 200 kilómetros de su ciudad para pasar un fin de semana en familia, aprovechando que su hijo, Samuel, no tenía clases.

Mientras avanzaban, el camino se redujo a un solo carril metros atrás y la penumbra los rodeaba, la única luz en el lugar era la de los faros de los autos. El ruido de las ramas partiéndose se intensificó segundos antes de que la pipa girara violentamente como si fuera un juguete: fue empujada por toneladas de tierra. En un segundo, el grito de su esposo Manuel la sacó del estupor y Janet abrió la puerta y saltó del coche segundos antes de que fuera aplastado por le derrumbe que ocurrió en el kilómetro 230 de la autopista Acultzingo-Ciudad Mendoza.

“A nuestro carro le empezaron a caer piedras, lodo, ramas. Escuché un crujido, como si el coche se estuviera compactando en segundos”, recuerda Janet. 

Manuel, con las manos temblorosas, revive esos momentos y el miedo que sintió al ver la destrucción tan cerca.

Al frenar, su primer instinto fue proteger a su hijo de seis años. Samuel dormía en el asiento trasero. Sin pensarlo, Manuel giró en su asiento, tomó al niño de la playera y lo jaló hacia él, abrazándolo con fuerza antes de lanzarse fuera del coche hacia un pequeño barranco.

Samuel, aún confundido, recordaba haber visto un laberinto en el parque al que iban y creyó que el derrumbe era parte de ese laberinto.

"El carro negro desapareció, se rompió, y estaba lleno de agua y piedras. Teníamos problemas, era un laberinto en mi carro”, explicó el niño.

Con su hijo en brazos, Manuel buscó a su esposa. Janet estaba frente a él. “¡Janet, corre!”, le gritó desesperado. Ella intentó correr, pero su pie quedó atrapado entre las rocas. 

“¡Sálvate y salva a nuestro hijo!”, dijo mientras luchaba para liberar su pierna, jalando con todas sus fuerzas hasta que, al final, sintió su pie liberarse. Dejó su zapato y corrió hacia su familia.

La noche era un caos de confusión y miedo, no solo para ellos, sino para otras personas que quedaron atrapadas en el derrumbe. Manuel recuerda a un hombre desesperado, cargando a su bebé, una niña, mientras buscaba a su esposa en la oscuridad. Pronto la encontró, y se les unieron otros dos hombres del coche blanco que quedó semisepultado detrás del suyo.

Se miraban, aterrados, llenos de lodo, temblando por el frío característico de la zona durante la noche. Probablemente estaban a 7 grados Celsius. Janet pensaba en los niños y en cómo podrían soportar el frío. 
Trataron de llamar al 911, pero el proceso fue frustrante.

“Nos decían y ‘¿cómo se llaman?, ¿cuántos son, dónde está la ubicación en la que se encuentran, están heridos?’, y yo así de ‘señorita nos estamos muriendo la tierra se nos viene encima, ¿qué hacemos?’, era desesperante”, recuerda Janet.

A medida que esperaban, la tierra comenzó a moverse de nuevo. Con el peligro inminente, decidieron descender por el barranco.

Manuel, aferrado a su hijo, le pidió que se sujetara de su espalda "como una mochila". Avanzaron juntos, deslizándose, agarrándose de ramas, enterrando las uñas en el lodo, sorteando el terreno peligroso.  
“Trataba de protegerlo porque había ramas espinas lodo piedras cayéndonos encima”, recordó Manuel.

Después de tres horas, vieron unas luces. Gritaron por ayuda una y otra vez hasta que finalmente fueron rescatados. La Guardia Nacional los llevó al destacamento más cercano, donde recibieron mantas, agua y primeros auxilios.

Un policía intentó rescatar alguna pertenencia de su coche semienterrado. Tiempo después, regresó con un celular y la cartera de Manuel. Sin embargo, el auto sigue sepultado junto con sus pertenencias, incluyendo dos objetos importantes para Samuel: su manta favorita y su consola de videojuegos, que acababan de comprarle hace unas semanas.

Sin auto, su vida se ha vuelto complicada, por lo que tuvieron que rentar uno para hacer sus labores diarias, como ir a su trabajo y comprar comida, sin embargo, el gasto se multiplica día con día.

Los días después fueron difíciles; reviven la experiencia en pesadillas y ciertos sonidos, como el de ramas quebrándose, les recuerdan el horror de esa noche. Janet es la más afectada.

“Los primeros días no podía dormir. Solo quiero decir que no es justo. Nos cambió la vida esta situación”, sostiene.

Manuel dice que la dependencia de Caminos y Puentes Federales (Capufe) debe asumir su responsabilidad, al relatar que el derrumbe fue reportado previamente y aún así mantuvieron abierto el paso. 

"Estamos vivos de milagro. Estuve a punto de ver morir a mi esposa y a mi hijo, sepultados".

A pesar de que recibieron una llamada de un supuesto agente de la aseguradora, no han tenido más comunicación. No saben si recuperarán su vehículo o recibirán la atención médica necesaria. Volvieron a puerto de Veracruz al día siguiente, pagando el regreso con sus propios recursos.

Capufe informó que el derrumbe en el tramo de la autopista Orizaba-Puebla, en El Mirador, Maltrata, dejó a seis vehículos sepultados. Se rescataron a ocho personas, y se calcula que el desprendimiento fue de 150 mil metros cúbicos de tierra en un tramo de 150 metros de longitud.

Hasta el momento, la vía sigue cerrada y las autoridades han determinado que se abrirá una vía alterna, paralela al derrumbe, para agilizar la circulación. Mientras tanto, empresarios cuenta las pérdidas en cientos de miles de pesos y las vías alternas como la Xalapa-Perote se atestan de tráfico que ha tenido que desviarse.