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Con 83 años, Lalo da forma y color a Veracruz con piñatas de Navidad

  • Iraís García
José Felipe Leonardo Juárez, conocido como Lalo, es uno de los piñateros que cada año se prepara para las festividades de navidad

Veracruz, Veracruz.- Las arrugas de las manos de Lalo contrastan con la agilidad  para doblar papel: lo hace lento, pero con seguridad; maneja las delgadas capas de papel china, una tras otra, después Lalo corta y dobla el papel de manera sutil para forrar un pico completo de los cinco que forman la piñata, que arma para la temporada más fuerte del año: la decembrina.

Él tiene 83 años y desde los 15 años aprendió a hacer piñatas y lo convirtió en su oficio. De a poco, menciona, se hizo de un nombre en el puerto de Veracruz que con el paso del tiempo hasta holandeses lo buscan para comprarle piñatas.

“Para venta de piñatas es ahorita en diciembre, en la navidad, las posadas, el 24, después, pues no, aunque sea poquitas, toda esa semana se vende, después del 24 para otra vez en su apogeo en fin de año”, dice.

Lalo recuerda que a los 15 años dejó Puebla y a su familia. Lo acogieron en Veracruz los Báez Huerta, quienes se dedicaban a la elaboración y venta de piñatas.

Para ayudarles con los gastos familiares, él comenzó a cortar papel , y, a armar los cascarones; derivado de ello, poco a poco aprendió a armar una piñata. Un año más tarde, decidió independizarse y rentar un cuarto. 

Cuando dominó la técnica de hacer piñatas decidió elaborarlas, él, solo para vender en la zona de mercados. Una familia le dio permiso de mostrarlas y le fue muy bien, ´"en ese entonces, hace casi 67 años, lo que estaba de moda únicamente eran las piñatas de estrella, para todas las temporadas"menciona.  

“Cuando vieron que ya se vendía, entonces ya me apuraban, que me apurara a hacer piñatas y que les llevara, así comencé, me traje a uno de mis hermanos, luego otro, éramos tres”, relata.

Lalo y sus hermanos rentaron un cuarto en donde ahora todos hacían más piñatas. Como no tenían vehículo, colocaban seis o siete piñatas en un palo y caminaban durante muchas cuadras a la zona de mercados para venderlas. 

“Nos fuimos abriendo paso y gracias a Dios aquí estamos todavía”, comenta. Sus sobrinos siguieron este oficio, pues entre él, y sus hermanos les enseñaron. Cinco de ellos tienen negocios en Veracruz y cinco más en Villahermosa, todos piñateros. 

Con el paso del tiempo, los clientes comenzaron a pedirle piñatas para los cumpleaños y para los bautizos. Lalo también decidió innovar y comenzó a hacer cigueñas para realizar nuevas figuras. 

“En esta época es la estrella de cinco picos y de siete picos, la de cinco picos según la historia que nos dieron a leer es la estrella de David alumbrando al nacimiento de Jesús y la estrella de siete picos son los siete pecados capitales y así nos fuimos abriendo paso, hasta que después de las estrellas cambiamos de figuras”, dijo.

Actualmente elabora a Papa Noel, a los Reyes Magos y piñatas en formna de estrella cada vez más grandes: recuerda que la piñata más grande que hizo medía casi tres metros de lado a lado. 

Lalo forma parte de la historia del puerto de Veracruz, lo presume mientras muestra un par de diplomas colgados en la pared. El exalcalde Ezequiel Guzmán fue el primero en darle el encargo de la realización de figuras de piñata para nacimiento, árbol de Navidad y piñatas tradicionales de estrellas. Entonces tenía 30 años.

Cuando comencé a hacer piñatas las cosas no eran sencillas, dice. Su padre le envolvía una olla de barro y les hacía así las piñatas, pero las que él elaboraba eran mucho más complejas.

“Cuando uno le tiene amor a algo se nos hace fácil hacerlo, todo lo que uno hace con amor y para mí, mi vida, que encontré acá porque soy de Puebla y aquí la gente me encaminó, los que me pidieron una figura diferente, sentía el valor, las fuerzas el ingenio que me venía a la cabeza de qué figura, cómo la haré, y qué material voy a ocupar”, menciona.

El alma de las piñatas dejó de ser de barro cuando fue más difícil conseguir las ollas y peligroso también. Lalo fue el encargado de hacer las primeras grandes figuras para la quema del mal humor antes de iniciar las fiestas del Carnaval de Veracruz. La primera figura que realizó fue un King Kong.

“Era un muñeco muy grande, de tres metros fácil. Me llevaba más de un mes, me costó mucho trabajo”, narra. Fuera de su negocio, todavía hay una muestra de estas piñatas. Lalo está preparado para la temporada decembrina: tiene muchas estrellas ya listas para vender. Las grandes cuestan 350 pesos. Le lleva de dos a tres días armar solo una.

También está comenzando a cortar el papel necesario para poder armar los “viejos”, que son piñatas que se rompen para despedir el año.