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Vivo en la playa: Tiburón, 46 años de guardavidas en Veracruz

  • Iraís García
Antonio Reyes García cuida a bañistas en playas del puerto de Veracruz desde hace casi cinco décadas

Veracruz, Ver.- La piel curtida de Antonio Reyes García deja en evidencia las horas transcurridas  a lo largo de su vida en la playa, bajo el sol; sus ojos entrecerrados para ver mejor, recorre la distancia de la playa de un lado al otro, hasta el horizonte, siempre vigilante.

Tiburón, cómo le conocen, es guardavidas desde hace 46 años y desde hace 28 trabaja con el ayuntamiento de Veracruz que, actualmente, preside la alcaldesa panista Patricia Lobeira Rodríguez.

La inspiración para ser guardavidas no llegó sola: su padre se dedicó a la misma actividad por  34 años como voluntario; era un hombre fuerte que sabía perfectamente cómo moverse dentro del mar y sobre la arena. Fue él quien le enseñó lo básico para realizar el oficio.

Cuanto tenía 17 años estaba tirando atarraya con uno de sus mejores amigos, entonces vio lo que pensó que era un coco, en el mar. Le llamó la atención, no podía quitarle los ojos de encima, entonces se dio cuenta que no era un coco y algo muy pesado se posó en la boca de su estómago. Era un niño, inconsciente, que flotaba a la deriva.

No lo pensó y corrió hacia dentro del mar hasta alcanzar el cuerpo inerte del pequeño, que tenía entre dos y tres años..

“Lo saqué y pensé que estaba muerto, estaba desesperado, entonces llamé a mi papá que por ahí andaba; mi papá lo tomó entre sus brazos, le tapó su boca y  nariz con su boca de él y le empezó a dar masaje solo con dos dedos en el pecho… pasó bastante tiempo, a mí se me hizo mucho tiempo, pero finalmente el niño empezó a botar agua y a llorar”, recuerda.

Entonces su padre le dijo - ¿ves? Si estaba vivo. ”Yo creo que eso fue lo que me marcó, porque yo desde ese entonces dije quiero 'ser guardavidas", afirma.

Su papá abrazó su interés y comenzó a enseñarle lo básico, todo lo que tenía que saber, lo empírico. Así trabajó durante muchos años, al lado de su padre.

Más de dos décadas después, las autoridades municipales comenzaron a  preocuparse por formar a los guardavidas. Entonces tomo cursos de capacitación de la Asociación de Guardavidas de México, la Cruz Roja y de personal de Galveston, Texas, especialistas en la materia.

Antonio tomó todos los cursos, por lo que entre los guardavidas se sabe que es un experto que forjó su carrera a la orilla del mar.

"Yo no vivo en Veracruz, yo  vivo en la playa”, bromea.

 

RECUERDOS DRAMÁTICOS

A la memoria de Tiburón vienen muchos recuerdos de su vida como guardavidas, pero uno de los más dramáticos ocurrió en 1995.

Antonio recuerda perfectamente la fecha, era 29 de noviembre y acababa de pasar un frente frío con vientos de norte. Había una intensa marejada, cuando vio en la zona de escolleras a un hombre luchando por mantenerse a flote

Corrió hacia él hacia un area dónde hay pozas que se forman entre las rocas, con remolinos que te arrastran al fondo. Sabía el riesgo, pero su misión era salvarlo.

"Cuando lo alcancé le di la boya,y le digo 'cálmate, ya te voy a sacar, tranquilízate' y llorando me dice 'no, mi hermano, ya se ahogó mi hermano, está abajo”, narra.

Entonces lo decidió, no iba a salvar solo a uno, lo dejó bien asegurado a la boya y se zambulló, al fondo vio a otro hombre, inconsciente; nadó con todas sus fuerzas sintiendo la presión del agua oprimiendo sus oídos, pero lo alcanzó.

“Lo saqué a la superficie y la verdad no sé si fueron mis nervios o no pero yo vi como que respiró, entonces me entró mucha desesperación por tratar de sacar a los dos", dice.

Nadó a la orilla arrastrando a dos hombres, el hermano inconsciente venía sobre su espalda, otro compañero guardavidas lo alcanzó y ayudó. Mientras nadaban a la orilla venía golpeando en el pecho al otro hombre para imitar las compresiones de reanimación, para intentar que reaccionara.

Al llegar a la orilla, comenzaron a hacerle RCP, pero no obtuvieron respuesta, entonces llegó la ambulancia, pero no había paramédicos disponibles, así que solo mandaron al conductor. Tiburón se subió a la ambulancia; él y su compañero siguieron con las compresiones.

“Yo le daba el masaje, faltando dos cuadras para llegar a la Cruz Roja empezó a botar más agua y a toser y a decir 'déjenme, déjenme' y le dije 'tu hermano ya se salvó", expresa orgulloso con una sonrisa.

EL TIEMPO NO PERDONA

A sus 63 años, Tiburón es un hombre muy fuerte, sus músculos se ven firmes todavía, pero sabe que tiene contado el tiempo en el mar..

"Yo ahorita todavía me siento en óptimas condiciones, pero el tiempo no perdona, yo ya tengo 63 años, pero yo pienso que el retiro ya está próximo", reconoce.

Todos sus compañeros tienen claves de peces, como él. A su lado llega Huachinango, uno de los más jóvenes, platican, se ríen y se dan cuenta que un turista está en una zona que ya no está permitida, ambos van y le llaman la atención.

Esa es una de las partes más difíciles, pues algunas personas no aceptan las recomendaciones, a veces los agreden,  pero ellos saben su trabajo: evitar que haya algún accidente.