Amatlán de los Reyes, Ver. Desmembrar a las víctimas, rociarlas de gasolina o diesel, meterlas a un tambo perforado con picos y prenderles fuego, es el principal de tres métodos utilizados por el hampa para desaparecer cuerpos.

Luego de ello, los criminales hacen un pozo incluso de 30 centímetros y echan las cenizas. Inicialmente queda un bulto en la tierra y cuando se consume por completo, se forma un bado que permite, a través de varillas que se entierran en el suelo, identificar las fosas.

Julio Sánchez Pasillas, integrante del Grupo Vida, de Torreón, Coahuila, explicó que de esta forma se han encontrado 50 fosas clandestinas en aquella entidad, de donde se extraen huesos, dientes y restos de ropa. Sin embargo, ninguno de esos indicios se ha logrado identificar.

Agregó que las otras dos metodologías consisten en deshacer en ácido a los muertos y por último, quemar también a las víctimas en el suelo, luego de haberles disparado en dos ocasiones, incluido "el tiro de gracia".

"Cuando encontramos el primer resto humano inmediatamente les llamamos -a la Policía Científica- ponemos una banderilla y ellos acordonan el lugar y empiezan a hacer su trabajo", señaló.

El activista, que busca a su hija desde enero de 2014, señaló que la búsqueda depende de las condiciones del suelo, pues hay terrenos pedregosos que complican las tareas.

Sánchez Pasillas aseveró que pese a ser la forma más usada, quemar y enterrar las cenizas complica en demasía los hallazgos.

Particularmente en Veracruz, indicó que tras analizar la información proporcionada por las familias, se procederá a trabajar en campo, pues además "aquí todavía prevalece mucho la delincuencia".

"Inclusive ahorita sentimos que todavía nos están vigilando", afirmó.