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“No debemos nada a nadie”: Familiares de Armando Saldaña

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La calle Venustiano Carranza, en Laguna Chica, Veracruz, transpira silencio, y solo se escuchan los rezos para el reportero.

Laguna Chica, Ver.- (AVC/Arantxa Arcos) La calle Venustiano Carranza, en Laguna Chica, transpira silencio, los únicos ruidos son los rezos con el cuerpo presente de Armando Saldaña Morales, el doceavo periodista asesinado en Veracruz.

“No le debemos nada a nadie”, repite una y otra vez la viuda, María Isabel Jasso, mientras uno de sus cinco nietos admira el ataúd abierto, velado en una sencilla morada a paso desnivel de color verde.

Los motivos que causaron su muerte retumban la mente de sus hijos, el dolor no encuentra lugar entre las sillas blancas que esperan a sus colegas, sus amigos y sus familiares del estado de Veracruz.

Durante 25 años, su labor diaria de periodista se enfocó a temas políticos, sociales y hasta deportivos con los partidos de béisbol en la congregación de Laguna Chica, perteneciente a Tezonapa, Veracruz, en la zona centro del estado.

La frontera entre Oaxaca y Veracruz es nula, intangible como en la conurbación de Veracruz y Boca del Río. Para “Saldaña”, como era conocido, la vida transcurría diariamente en busca de convenios y publicidad que le generaran ingresos a su hogar, pues no contaba con un sueldo base.

Las campañas políticas rumbo a la renovación de diputaciones locales eran cazadas, comentadas y hasta denunciadas en su programa de radio “La grilla, punto y debate” que se transmitía diariamente en el 100.9 FM de la Ke Buena.

El historial laboral se remonta a llamadas telefónicas con la Maquina Tropical de la ciudad de Xalapa, trasmitida en el 97.7 FM, El Sol y El Mundo de Córdoba, y XEFU “La voz amiga de la Cuenca del Papaloapan” emitida por la frecuencia 103.3 FM.

Armando Saldaña era veracruzano, nació a unos metros de donde vivió por última vez. Una partera ayudó a su madre, o al menos, es lo que le compartió de recuerdos a su esposa María Isabel Jasso.

Ella recuerda que en sus 34 años de casados, nunca le comentó sentir miedo, ser amenazado o prevenir algunas acciones diarias de sus labor periodística, de su pasión por narrar frente a un micrófono notas de política, deportes o conforme a lo ocurrido en Veracruz y Oaxaca.

“Si no había notas, no había dinero”, expresó la viuda, quien aparenta tranquilidad, mientras sus ojos reflejan duda de porqué lo asesinaron a sangre fría, porque no regresó para continuar con los planes de domingo; viajar a Córdoba.

El llanto se esconde entre lo verde de su patio, entre los juegos simples de los tres perros que retozan con un hueso viejo gruñido a todo aquel que se acerque.

Los recuerdos sólo navegan la mente de sus tres hijos reunidos en el hogar, una sola imagen es lo más cercano a su presencia.

“Mi padre siempre decía que si no denunciamos, júrenlo que no avanzamos, lo decía en su programa de radio y con eso se fue”, exclama una de sus tres hijos.

“Saldaña” no andaba bien de salud, desde hace ocho años era medicado por padecer diabetes. La muerte del que sería su sexto nieto le afectó demasiado, su esposa lo alentaba y ayudaba con los conocimientos que tiene de medicina, ella, María Isabel, ejercía su profesión de enfermería en Laguna Chica, mismo sitio donde lo conoció y se enamoró por completo para no regresar a Tamaulipas, su ciudad de origen.

 

En el mismo municipio donde fue encontrado Armando Saldaña, pero un año atrás, el corresponsal del periódico "El Buen Tono" en el estado de Oaxaca, Octavio Rojas Hernández, fue asesinado afuera de su casa el 11 de agosto del 2014.

Su colega, reportaba nota roja. La última nota publicada de Octavio, fue el aseguramiento de 16 mil litros de combustible robado de los ductos a Pemex en tres camionetas propiedad del director de la Policía municipal de Cosolapa.