Javier Duarte: manotazo en Los Pinos
- Mussio Cárdenas Arellano
Seco, el golpe es letal. Pulveriza a Javier Duarte. Lo sacude y lo mata, demoledor el manotazo desde Los Pinos, que extingue el sueño de ser impune, de blindar la fuga, de evadir la ley.
Lo embiste Peña Nieto, su amigo, el que quizá nunca lo fue, determinando que el paquete de impunidad promovido por el gobernador y avalado por el Congreso cómplice de Veracruz, viola los principios del Sistema Nacional Anticorrupción.
Agrio debió saberle el desayuno. Agria, la mañana del lunes 11. Cita a los medios de comunicación la Presidencia de México. Habla el vocero Eduardo Sánchez, con él el subprocurador jurídico y de Asuntos Internacionales de la PGR, Salvador Sandoval, y definen que las leyes aprobadas en Veracruz, la Fiscalía y la Sala Anticorrupción, violan la legislación federal.
Acude, pues, la Procuraduría General de la República a la vía jurídica, a la acción de inconstitucionalidad ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
“Ninguna institución y ningún servidor público, no importa el orden de Gobierno en el que se desempeñe puede estar al margen de la Ley. Esto es lo que demanda la sociedad mexicana. Recientemente los congresos estatales de Quintana Roo y Veracruz aprobaron reformas que se oponen a los lineamientos generales del Sistema Nacional Anticorrupción”, detalla Eduardo Sánchez.
Otra frase del vocero presidencial:
“Uno de los propósitos del Sistema Nacional Anticorrupción es que no haya cabida para legislaciones locales a modo. En la lucha contra la corrupción no puede haber excepciones”.
Salvador Sandoval lo explica en términos llanos. Dice que el blindaje en Veracruz se produjo antes que las dos leyes federales en materia anticorrupción hayan sido promulgadas aún por el presidente Enrique Peña Nieto ni hayan sido publicadas. Se trata de la Ley General del Sistema Nacional Anticorrupción y la Ley General de Responsabilidades Administrativas.
Y luego apunta:
“Lo que en esencia se ha solicitado en las acciones de inconstitucionalidad, es que la Suprema Corte de Justicia de la Nación advierta que las entidades federativas mencionadas carecen de facultades para crear sus sistemas locales anticorrupción sin que se hayan publicado las leyes generales correspondientes”.
Abunda:
“Y lo que es más, que se advierta que no puede hacer nombramientos de funcionarios en dichas materias”.
Pero Javier Duarte ni ve, ni oye, ni siente, ni razona. Perdido el juicio, lanza acciones que violentan esa norma y atropellan los principios del Sistema Nacional Anticorrupción.
Acusado del desvío de 50 mil millones de pesos de origen federal, endeudar a Veracruz como nunca nadie más, saquear vilmente las arcas, enriquecerse él vía una red de prestanombres y dejar que se enriqueciera su pandilla, quiso librar la cárcel con una burbuja de impunidad.
Le sirve para eso el Congreso cómplice de Veracruz, la fracción priista y los diputados satélite, logrando mayoría, involucrados todos en la burbuja de impunidad, en el retiro del fuero a los próximos gobernadores, a los secretarios de gabinete y a los alcaldes. Se mantiene el fuero a diputados, magistrados, presidente de la Comisión Estatal de Derechos Humanos y a “Culín”, el fiscal Luis Ángel Bravo Contreras.
Quiso entonces imponer fiscal anticorrupción, comisionado presidente del Instituto Veracruzano de Acceso a la Información y magistrados para la Sala Anticorrupción, adscrita al Tribunal de lo Contencioso Administrativo. Y ahí se fue al abismo.
Su prospecto para el IVAI fue Gabriel Deantes Ramos, la manzana más podrida del duartismo, acusado de enriquecimiento súbito, de operar electoralmente con recursos públicos, de fraguar la contratación de un crédito de 20 mil millones de pesos que sirviera de moneda de cambio con el próximo gobernador, si fuera del PRI, y si no, si fuera el panista Miguel Ángel Yunes o Cuitláhuac García Jiménez, de Morena, ni un centavo.
Desatado el escándalo, debió retirar la propuesta.
Ocurrió lo mismo con el fiscal anticorrupción, propuesto Francisco Portilla Bonilla para el cargo. Había sido subsecretario de Gobierno, ex secretario general del Congreso, alcalde de Córdoba, donde le llovían acusaciones por corrupción en el área de Comercio y le imputan que su hijo sea “aviador” en la Secretaría de Finanzas del gobierno actual.
Al no reunir los 34 votos para obtener mayoría calificada, retiró la propuesta.
Quiso imponer al propio Portilla, junto con Guadalupe Porras David y Tomás Antonio Bustos Mendoza, en la Sala Anticorrupción. Serían sus magistrados a modo en la última instancia estatal que revisaría cualquier juicio en su contra.
No calculó el impacto del escándalo. Lu-pilla Porras y su estela de corrupción, su fidelismo y el saqueo al ayuntamiento de Minatitlán, los 520 millones de pesos en inconsistencias detectados por el Órgano de Fiscalización Superior, el puente Capoacán por el que pagó 45 millones de pesos a una constructora ligada a su yerno, Marco Cesar Theurel Cotero —“Te rompo tu puta madre”—, entonces secretario de Comunicaciones del gobierno fidelista, luego alcalde de Coatzacoalcos donde también hizo de las suyas. Y el puente no se construyó.
Sacudido el Congreso, feroz la crítica en las redes sociales, abortó el proyecto de Sala Pro-corrupción cuando la bancada del PRI y sus rémoras reventaron la sesión del Congreso, lanzándose en tropel al baño por no tener mayoría calificada. Diputados, pues, de sanitario, entre olores a orines y drenaje.
Ya no hubo más. Esta semana reintentaría imponer fiscal y magistrados pro-corrupción cuando de Los Pinos llegó el manotazo, el golpe letal, demoledor el golpe de Peña Nieto, la acción de inconstitucionalidad a su paquete de impunidad.
De Los Pinos le llegaban los mensajes a Javier Duarte. No los quiso escuchar. Avanzó en su afán de ser inmune e impune. Se valía de la complicidad de los diputados priistas, salvo Ricardo Ahued, de los partidos rémora, de su prensa vendida que aclamaba el atropello a la ley.
Oyó y desoyó a Carolina Monroy del Mazo, dirigente nacional del PRI, quien advertía que “en el partido no habremos de respaldar un solo acto, un solo dicho, un solo hecho que contravenga en Estado de Derecho”.
Establecía que una reforma constitucional puede ser jurídicamente correcta pero carecer de sustento ético y moral.
Y Javier Duarte seguía sin escuchar.
Llevó al Congreso de Veracruz al peor descrédito de su historia, respaldando un paquete de impunidad demencial, con su fiscal, su sala pro-corrupción, el comisando del IVAI, el contralor autónomo, todos inamovibles, unos por nueve años, otros por 10, unos más por cinco años en el cargo. Todos para encubrir el atraco.
Ni una ni otra cuajaron. Cuando se disponía a relanzar su proyecto, la presidencia lo frenó. Y ante eso, cedió.
Dice ahora Yunes azul que debe dejar el cargo, irse por haber violentado la Constitución.
“Veracruz merece un proceso de transición ordenado, pacífico y así evitar que Duarte oculte la información que permitirá proceder en su contra”, señaló.
Descalifica la acción de inconstitucionalidad a Javier Duarte —acusa Yunes Linares— desde el punto de vista político y con ello el Gobierno Federal le da la razón al panista.
“Celebro que el día de hoy el Gobierno Federal por fin después de varios llamados haya volteado los ojos a Veracruz y haya tomado la decisión de exhibir públicamente a un gobierno corrupto al que no le importó violar la Constitución Política con tal de blindar su salida y de tener la espalda cubierta, irse con las bolsas llenas y dejar a Veracruz en la miseria”, señaló el gobernador electo en un comunicado.
Y agregó:
“Esta mañana he presentado denuncia penal contra Vicente Benítez por enriquecimiento ilícito; en abril presenté denuncia penal contra Duarte y contra toda su banda por enriquecimiento ilícito. Le exijo al fiscal general que actúe con premura, que actúe con oportunidad y que proceda a detener a los presuntos culpables”.
Insta a los diputados cómplices a no avalar la basificación de 24 mil trabajadores del gobierno y que el 3% del Impuesto a la Nómina no sea usado para pagar las deudas de Duarte. “Estas iniciativas son violatorias de la Constitución y tienen como único objetivo el robo transexenal”.
Exhorta Yunes azul a los diputados cómplices a no dar el paso en falso. Y luego les suelta la advertencia: habrá consecuencias legales para quienes violenten la Constitución, para quienes aprueben la basificación sin un estudio de factibilidad financiera, para quienes avalen el uso del fideicomiso a la nómina para pagar la deuda de Javier Duarte con los acreedores duartistas, periodistas entre ellos a los que les debe más de 400 millones de pesos, entre ellos AZ, José Pablo Robles, los Soles, Poceros, los Heraldos, los Gibb, Noreste y decenas más.
Y puntualizó:
“Duarte ha provocado una crisis de consecuencias gravísimas en Veracruz y si tuviera vergüenza hoy mismo solicitaría licencia al cargo que ostenta. Los veracruzanos no lo queremos, el gobierno federal y su partido se avergüenzan de él”.
Lo bueno es que Javier Duarte es el único amigo veracruzano que tiene Peña Nieto. También al presidente lo hartó. Desoyó sus mensajes, los llamados de Beltrones, los de César Camacho, los de Ramírez Marín, los de Carolina Monroy, los Joaquín Hendricks, siempre como el vival que roba que se jacta.
Ignoró la lección de la elección. Ignoró el mensaje de la sociedad el 5 de junio, el hartazgo social, el repudio a su desgobierno, la condena a tanta y tanta sangre que corre por Veracruz, a los levantados y secuestrados, a los desaparecidos que nunca volvieron, a la quiebra financiera, a la deuda descomunal, al robo de los 50 mil millones de pesos de origen federal.
Ignoró que a partir del 6 de junio debió entregar el poder. Debió contribuir a la transición pacífica, allanando los conflictos, mostrando las cuentas, las relaciones administrativas, operando para evitar la cárcel que hoy, sin el apoyo del PRI, sin el respaldo de Peña Nieto, es inminente.
Manotazo desde Los Pinos. Golpe seco y letal. Golpe que sacude y mata, demoledor Peña Nieto con su “amigo veracruzano” Javier Duarte, que lo arrebata del sueño de ser impune, que lo traslada a la pesadilla de ser reo, que le impide blindar la fuga y evadir la ley.
Fría, la cárcel es peor cuando se ha perdido la razón.
Archivo muerto
Cinismo puro en Héctor Yunes. Por dignidad, dice, Javier Duarte debiera solicitar licencia y dejar la gubernatura de Veracruz. Con esa carga de desvergüenza se mueve el senador con licencia, candiDuarte derrotado en la contienda del 5 de junio, echado ese día el PRI del poder en territorio jarocho. “Javier Duarte es mi jefe político”, decía Héctor Yunes, tiempo atrás, postrado a los pies del gobernador. Y ofrecía ayudarlo desde el Senado. Hoy pide que Javier Duarte se vaya, cuando el gobierno federal lo enfrenta y lo repliega, le frustra el sueño de impunidad del que despertó para advertir que lo único claro en su horizonte es la cárcel. Quiere lucrar políticamente Héctor Yunes, destazar a su “jefe político”, mostrarse alejado de quien lo ayudó a ser candidato del PRI, quien financió la fracasada campaña. Héctor y Javier Duarte fueron uno en la campaña de lodo contra Miguel Ángel Yunes, acusado por Héctor —“Tengan cuidado, Miguel Ángel es un perverso, es un enfermo sexual”—, siguiendo el guión duartista. Y hoy se pretende se deslindar de su “jefe político”. ¿O acaso, una vez que Javier Duarte se marche, quiere Héctor Yunes ser el gobernador interino?… Día negros para Veracruz con Miguel Ángel Yunes. Sus horas más negras, avizora Jorge Carvallo Delfín porque, sostiene, tiene el nuevo gobernador cuentas con la justicia. Al revés. Horas y días negros, negrísimos, para Jorge Carvallo, cuyo paso por el Congreso de Veracruz fue de dispendio, denunciado por Miyuli como parte de la banda de Javier Duarte que saqueó a Veracruz. Horas y días negros para Jorge Carvallo, exhibido por la periodista Claudia Guerrero Martínez en su columna Entre lo Utópico y lo Verdadero por realizar negocio con los medicamentos del sector salud. Destila miedo el diputado federal cuando agoniza el duartismo, cuando junto el fidelismo ha perdido toda posibilidad de impunidad, cuando la revisión de cuentas, la agenda legal, los llevará a enfrentar la ley y hasta el mismo Jorge Carvallo terminará desaforado y en prisión. Horas y días negros para los saqueadores de Veracruz. Horas y días negros, negrísimos, para Jorge Carvallo…