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Pobre y con 75 años, Jacinta cuida a sus nietos tras feminicidio de Liz
Medellín de Bravo, Ver.- Este día, en la casa de Jacinta Álvarez Cabrera, habrá sopa de pollo y tortillas. Es para lo que le alcanzó y eso les dará de comer a su hijo Artemio Barrios, quien padece ceguera, y a sus bisnietos Carlitos y Leonardito, los hijos de Lizbeth Vargas Barrios, víctima de feminicidio en mayo de 2023.
Al pie de la carretera federal 180 Paso del Toro-Santa Fe, en Medellín de Bravo, la mujer de 75 años, luce cansada y estresada, con achaques de la edad. Va y viene lo más rápido que puede por los pasillos y el patio de su vivienda, pues delante de ella brincan y corren descalzos sus bisnietos.
“¡Carlitos, deja eso! ¡Leonardito, no brinques en el colchón!”, exclama la vecina de El Moralillo. Los niños no la voltean ni a ver.
La adulta mayor, de tez morena, cabello canoso y víctima de una artritis que le engarrotó los dedos de los pies, es quien quedó al frente de la casa. Con lo poco que obtiene bimestralmente del programa federal “65 y más” y lo que la gente del pueblo le regala, sostiene a su hijo y bisnietos desde hace un año y dos meses.
No tiene miedo a la carretera frente a su vivienda, todos los días toma de la mano a su bisnieto - a veces es Carlitos y otras Leonardito - y lo lleva por toda la orilla de la vía de comunicación hasta el Oxxo que se ubica a unos 100 metros de distancia para pedirle a los clientes que le regalen una moneda “o lo que sea su voluntad”.
En la misma tienda de autoservicio compra lo necesario para hacer la comida. Nunca regresa a casa con las manos vacías, ya sea arroz o frijol, pero el alimento no falta parar alimentar a tres bocas, cuatro con la suya.
Artemio, su hijo, es quien le ayuda a preparar la comida. El hombre perdió la vista a causa de la diabetes. Además, tiene un problema en la columna que le impide trabajar, así que se las ingenia y a tientas hace los alimentos.
“Hicimos caldo de pollo, yo lo hice, no veo, pero voy poco a poco, salió buenísimo con papa y zanahoria”, dice Artemio entre risas.
A doña Jacinta también le echan la mano sus vecinos de la localidad de El Moralillo, quienes le llevan comida preparada, tortillas, verduras, frutas o pollo crudo para que ella lo haga a su gusto.
“Personas que nos conocen, que somos amistades, nos vienen a regalar unas cositas así, nos regalan, la de la tienda que a veces le sobra pollito nos manda un poco para darle a los niños”, relata la mujer.
La vida sin Liz
Desde que Liz, como le decían de cariño, fue asesinada en mayo de 2023, la casa de Jacinta luce distinta. Hay basura y ropa sucia en los cuartos y la humedad es tan insoportable como lo son los moscos. Los muros guardan un silencio sepulcral que se rompe con las risas de los niños, los gritos de la anciana y los motores de los tráileres que pasan a cada momento por la carretera.
La cocina donde Liz preparaba sus postres quedó abandonada, la estufa ya no sirve y la mesa de madera parece que se va a caer en cualquier momento. Un viejo refrigerador descompuesto está de adorno, pero la mujer no puede sacarlo a la calle porque pesa demasiado.
De Lizbeth solo quedan algunas fotos, su ropa y el recuerdo de ella que a cada momento invade a su abuela. Jacinta dice que desde que su nieta murió todo se vino abajo porque ella era quien sostenía la casa con la venta de postres.
“Era la única que nos ayudaba, entonces ella sacó un cochecito para entregar sus postres, vendía de todo, muchas cosas de repostería porque eso estudió ella, para manejar carro era muy buena. Tenía 25 años y era bien preciosa mi nieta, vieras sus fotos, ahorita te las voy a enseñar, tenía su cabello crespo, crespo, se le hacía chino”, narra.
No lo niega, tiene miedo de algún día faltarles a sus bisnietos, que quedaron huérfanos de madre. No sabe qué pasará cuando fallezca y por ello les pidió a los pocos familiares que tiene que, como última voluntad, se hagan cargo de sus niños.
“Les dije que si ven que yo voy a faltar y estoy bastante grave, pues háganse cargo de los niños”, comenta.
El feminicidio
El cadáver de Liz fue hallado semienterrado en un predio de la localidad de El Atracón, en el municipio de Medellín de Bravo, el lunes 15 de mayo de 2023. Leonardo "N", su pareja y principal sospechoso, fue detenido y actualmente está a la espera de recibir sentencia. El propietario del predio donde se encontró el cadáver resultó ser un familiar del detenido, revelaron las investigaciones.
La abuela de Liz contó que su nieta conoció a Leonardo hace unos años, que la “engatusó” aprovechándose de su inocencia hasta convencerla para que comenzaran una relación sentimental, a pesar de que él era 30 años mayor que ella.
Producto del noviazgo entre la joven y Leonardo, nació Leonardito, el menor de los hijos de Lizbeth. Carlitos, el mayor, es hijo de una relación anterior.
Jacinta asegura que Leonardo era un hombre desobligado, de oficio mecánico eléctrico, que trabajaba poco y violentada mucho a la su nieta.
Liz era una mujer de escasos recursos que vendía postres para mantener a sus dos hijos y a su abuela. “Postres Caseros Liz” era el nombre de su empresa dedicada a la venta de fresas con crema y pastelillos a domicilio. También sabía poner uñas, un oficio que aprendió para ganarse unos pesos extra. A través de su perfil de Facebook compartía fotografías de sus productos.
Cuando la madre de Liz falleció en 2022 y cansada de los maltratos de Leonardo, la joven se fue a vivir junto con sus dos hijos a la casa de la abuela Jacinta, asumiendo la responsabilidad de hacerse cargo de los gastos de la casa.
El presunto feminicida de 55 años habría asesinado “por celos” a su pareja asestándole varias puñaladas en el cuerpo el 2 de mayo del 2023. Luego la arrojó a un hoyo que él utilizaba para quemar basura, cubriendo el cuerpo con cal y tierra.
La abuela de la víctima indicó que un sobrino y cómplice de Leonardo "N" identificado como “El Gordo” también habría participado en el crimen de su nieta, sin embargo, escapó y hoy está en calidad de prófugo de la justicia.
Ese mismo 15 de mayo de 2023, autoridades ministeriales detuvieron a Leonardo "N". Tras ser interrogado, el presunto feminicida cayó en contradicciones y finalmente confesó el crimen.
Liz fue una de las 56 víctimas de feminicidios que se registraron en el estado de Veracruz durante el 2023, de acuerdo con el registro anual de crímenes contra las mujeres que elabora el Observatorio Universitario de Violencia contra Mujeres (OUV Mujeres).
El organismo también reportó que el año pasado se registraron además 903 desapariciones y 399 agresiones contra las mujeres.
Las víctimas indirectas del feminicidio
En el informe “Impactos del Feminicidio en México y las respuestas del Estado” publicado en diciembre del 2022, el Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio (OCNF) denunció que las víctimas indirectas de este delito enfrentan impactos psicosociales individuales y familiares, a la salud, económicos y comunitarios, así como revictimización por parte de las autoridades y el poder judicial.
El Observatorio, organismo conformado por 42 organizaciones no gubernamentales, ubicadas en 23 estados de la República Mexicana, denunció que en el caso del impacto económico, las consecuencias son adversas para las familias.
“La situación de afectación económica es diversa, ya que depende del contexto de cada familia. Los gastos se agudizan acorde al tiempo que tienen de transcurridos los hechos”.
El informe indica que en los casos donde las infancias quedan en orfandad -como en el caso de los hijos de Lizbeth- son las y los parientes (padres, abuelas, abuelos, tías y tíos) quienes asumen sus cuidados.
“Por lo tanto, impacta en las dinámicas económicas ya que se responsabilizan de la subsistencia, como la alimentación y la educación, por mencionar algunos”.
Huérfanos por feminicidio
Leonardito y Carlitos, hijos de Lizbeth Vargas Barrientos, forman parte de la lista de más de mil niños que quedaron huérfanos por feminicidio entre agosto de 2021 y octubre de 2023 en México.
En su reportaje para e-consulta y CONNECTAS “Huérfanos por Feminicidio en México, Los Olvidados por el Gobierno”, Karla Cejudo y René Valencia exponen las fallas del “Protocolo Nacional de Atención Integral a Niñas, Niños y Adolescentes en Condición de Orfandad por Feminicidio” creado el 4 de agosto del 2021 por el Gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador.
El texto señala que la meta del mecanismo era crear un padrón de huérfanos por feminicidio y garantizarle el acceso a la justicia, restituir sus derechos y brindarles la protección social, sin embargo, no se logró.
La investigación revela que las fiscalías de 23 entidades del país identificaron a poco más de mil hijos e hijas de víctimas de feminicidios entre agosto del 2021 (año de la creación del protocolo) y octubre del 2023.
El fracaso del “Protocolo Nacional de Atención Integral a Niñas, Niños y Adolescentes en Condición de Orfandad por Feminicidio”, según la investigación periodística, radica en que solo un tercio de los más de mil niños huérfanos fueron atendidos parcialmente por el Estado a través de las procuradurías de protección de niños, niñas y adolescentes.
A la fecha, los niños Carlitos y Leonardito no han recibido ni un solo tipo de ayuda por parte de los gobiernos, según lo dicho por su bisabuela Jacinta, por lo que su futuro se torna incierto.