Las dos Fridas y la desmesura televisiva

  • Eduardo Barrios
Los otros damnificados

Indiscutiblemente el caso Frida Sofía remonta a Monchito, el niño del temblor de 1985, cuyo rescate mantuvo expectante a México por varios días.

Hemos vivido un episodio de dolor nacional que afectó a millones de mexicanos en los estados de Oaxaca, Chiapas, Morelos, Ciudad de México, entre otros, que han resentido los embates de los movimientos telúricos de los últimos días, y cada quién ha procesado el episodio de diversas maneras.

Varias veces he pasado por momentos de dolor y angustia- creo que todos lo hemos hecho-, por ejemplo, uno de los recuerdos de mi infancia fue la asistencia a un funeral y puedo decirle que ha sido particularmente impactante, después de ser testigo de este suceso de encierro en cuatro paredes y entierro profundo en el subsuelo, ya no hay más para un ser humano, o eso fue lo que me pareció.

Espiritualmente muchos podrán esgrimir sus creencias, pero el hecho es que al parecer, con eso concluye nuestra vida.

Los momentos tan trágicos que hemos vivido como país, podrían haber llevado a crear escenarios como el vivido en 1985 con el caso Monchito, caso del que, por cierto, tuve que documentarme, pues todavía no nacía y poco fue mencionado en mi proceso de escolarización, al menos yo no lo recuerdo.

Me puse a investigar en internet quién era el famoso Monchito y después no pude evitar establecer una relación con el caso Frida Sofía, solo que con un elemento de varias aristas que lo hace diferente: el contexto.

Era el año de 1985 y la deficiente respuesta del gobierno de Miguel de la Madrid comenzaba a ser demasiado notoria, muchas personas crearon teorías en torno al caso Monchito, la lentitud del gobierno fue una de ellas.

Una vecindad derrumbada en el 148 de la calle Venustiano Carranza ubicada entre la Plaza de la Constitución y el barrio de La Merced fue el escenario que originó la leyenda.

De acuerdo con un reportaje de El País, familiares del supuesto niño llamado Luis Ramón solicitaron la ayuda de los cuerpos de emergencia y rescatistas para sacar al pequeño de una muerte segura entre los escombros, pues angustiados argumentaron que el niño se encontraba con vida.

Según el mismo reportaje, un ingeniero argentino de nombre Carlos Marbrán participó en las labores de rescate mientras los medios de comunicación permanecían explotando la historia minuto a minuto.

Luego de diversas pruebas por parte de rescatistas de Israel, Argentina, Italia y de los propios mexicanos, se descartó la posibilidad de que existiera alguien con vida entre esos escombros, pero los familiares insistían con la historia.

El contexto de 1985 nos habla de un acceso limitado a las tecnologías, de la inexistencia de redes sociales o servicios de mensajería instantánea, de poca pluralidad de los medios de comunicación –que permanece-, de un centralismo mediático y una sociedad controlada por los mensajes masivos de algunos medios.

Frida Sofía se dio en un escenario diametralmente opuesto, vivimos una era distinta, “hiperconectada”, acceso a internet de poco más del 50 por ciento de los mexicanos, uso de redes sociales, una sociedad con brotes de pequeños sectores que exigen más de lo que tradicionalmente consumen a través de medios de comunicación, vemos una televisora a la que se le disputa su hegemonía y cuyas finanzas han tambaleado por los sectores progresistas.

El México de Monchito no es el mismo México de Frida Sofía y eso, todavía no lo entiende Televisa y otros medios, pues aunque no sepamos –y probablemente nunca sabremos- qué pasó en estas afanosas coberturas mediáticas, lo cierto es que la sociedad ya no está dispuesta a seguir consumiendo espectáculos televisivos desmesurados que lucran con la desgracia de un país.

Conocimos dos Fridas, una perra dedicada a rescatar sobrevivientes, la otra construida por Televisa y en el medio, la desmesura.

Bits de información: los otros damnificados

Hablando de desmesura, creo que todos somos un mismo México e importamos por igual, por ello, la especial cobertura de los medios de comunicación sobre los damnificados de los sismos debe atender a los diferentes estados afectados.

Los medios en México deben entender o en todo caso, recordar que, a la par que son medios locales, también son nacionales, pues tienen concentrada una gran audiencia del resto de la República y por ello su cobertura es altamente seguida. Un equilibrio informativo en este terrible acontecimiento sería sano para todos.

Lo invito a que me deje sus comentarios en mi cuenta de Twitter @EduardBarrios_, por allá hablamos de todo en digital.