¿Cuántos “frutsis y pingüinos” fueron robados durante la administración de Javier Duarte?, no se rían porque esto es un asunto -entre la emergencia de seguridad y los casos de desapariciones forzadas, asesinatos, feminicidios, violencia contra universitarios, periodistas, contra seres humanos pues- relativamente serio. Veamos.
Si Javier Duarte no pudo controlar el robo de “frutsis y pingüinos”, ¿cómo sería capaz de gobernar una entidad?
La licencia de Javier Duarte de Ochoa queda mal, no satisface a nadie a unos días de que concluya su sexenio, no resuelve el problema de la corrupción, no resuelve las omisiones, no resuelve las desapariciones forzadas, la falta de medicamentos a los enfermos de cáncer o VIH, no genera tranquilidad a la sociedad veracruzana, víctima de sus propias decisiones, pero que insiste en criminalizar una figura para exculparse de todo lo que un simple día de votaciones, originó.
Algunos observan la realidad mediática para acercarse a la tragedia porque mirarla en persona, la vuelve una experiencia más dolorosa.
Este lugar donde año con año, miles de turistas vienen a disfrutar de la alegría y la cultura veracruzana, resguarda otras historias, paralelas, de esas que las campañas turísticas se encargan de silenciar y mantener sujetas a las cadenas de lo funesto, condenadas a relatarse y recrearse en el submundo, con los marginados y víctimas.
Aquí, como corre la brisa marina, corre también sangre y olvido.
Aquí, como brilla el Sol para dar esplendor a las mañanas, se oscurece el rostro de miles de familias mutiladas a causa de la ausencia de la autoridad y el goce del crimen organizado.
Aquí, en el estado que lo tiene todo, por momentos, uno entiende que no tiene nada.
La barbarie se extiende por las diversas regiones del estado con historias que lo confirman, narradas por los afectados.
Un ataúd de un niño cargado por su padre, parado frente al palacio de gobierno, clamando justicia. Empresarios autoexiliados por su temor extremo a la extorsión, a los “levantones”. Una madre gritando a la cara a un gobernante para que encuentre a su hija. Un gobernante que ríe, sabrá él si de nervios, de indolencia o extrañeza porque ese no es su mundo político o porque se acaba de dar cuenta que tenía una responsabilidad.
Los datos son contundentes, en México, de acuerdo al ENVIPE 2015, se ejecutan 41 mil 655 delitos por cada 100 mil habitantes para la población de 18 años y más.
En Veracruz la tasa de delitos por cada 100 mil habitantes es de 20 mil 800, 31.1 por ciento de los delitos fueron cometidos con arma de fuego.
Los tres delitos más comunes en Veracruz son extorsión, robo y fraude.
El costo de la delincuencia en México es de 226.7 mil millones de pesos, es decir, el 1.27 por ciento del PBI lo que equivaldría a unos 5 mil 861 pesos por persona. En Veracruz la cantidad se eleva a 5 mil 985 pesos por cada persona afectada por la delincuencia, significativamente mayor a los 5 mil 351 pesos que costó en 2013.
El 92.8 por ciento de los delitos en México no se denuncian, en Veracruz la cifra asciende a 91.6 por ciento.
El 73.2 por ciento de los mexicanos consideran que es insegura la entidad, localidad o municipios donde se encuentran viviendo.
En Veracruz la percepción de inseguridad supera la cifra nacional llegando a un 80.5 por ciento, por encima de la percepción que registra la Ciudad de México y apenas 6.3 por ciento por debajo de estados como Morelos.
Durante 2014 se registraron, según la encuesta, 17 mil 208 víctimas de delitos por cada 100 mil habitantes en Veracruz.
La tercera y cuarta conductas delictivas más recurrentes en la entidad corresponden al consumo de droga y la existencia de bandas violentas y pandillas criminales.
De acuerdo al ENVIPE el 81.6 por ciento de la población identificó a la Marina como la autoridad que más confianza le inspira, seguido del Ejército mexicano con un 77.6 por ciento.
El fantasma de la barbarie alcanza a los propios y a los extraños, miles de migrantes que recorren la entidad tratando de alcanzar, desesperados, una oportunidad de desarrollo en el norte. Cientos asesinados. De pronto, una caravana de madres centroamericanas que marchan con su pena en un país extranjero, por un Centro Histórico caluroso y pestilente que hace eco de sus reclamos, pero no retorna justicia.
En el medio, la solidaridad de un grupo de mujeres que asiste a los migrantes rellenando la ausencia del estado.
Al sur otros síntomas del desastre, centros de atención para enfermos con el virus de inmunodeficiencia humana (VIH), sin medicamentos.
De nuevo al centro. Una chica violada sexualmente que de repente se vuelve noticia nacional, un padre dolorido y una familia económicamente poderosa, que prefiere regalarle vacaciones a su hijo en el extranjero, a ver si con los casinos se le pasa la pena y el mal sabor de todo el movimiento mediático en su contra. Medios exacerbando la notica. La justicia, ausente. Un gobierno que tuitea.
Instituciones cooptadas que intentan acercar la lupa de la transparencia a los veracruzanos, pero tuvieron la precaución de ponerle una lente gris para exonerar indirectamente las tropelías de su líder político.
Una chica y otra más, asesinadas. Uno de los índices de feminicidios más elevados en el país.
Visitas de la Corte Interamericana de Derechos Humanos para observar el clima social y político de la entidad. Un informe que confirma la barbarie; extenso, como las tragedias de las que da cuenta.
A lo largo y ancho del territorio veracruzano, una historia de muerte a periodistas, casi regionalizado. Policías que custodian una casa y dan aviso a las autoridades estatales cada que un “extraño” se acerca, resguardan lo poco de libertad de expresión que ellos mismos aniquilaron de una forma segura, con su ausencia. Las otras formas, seguro nunca las investigarán.
Un recinto que alberga sillas para sujetos llamados diputados que de vez en cuando recuerdan su papel, total que los ciudadanos tan alejados de sus realidades, no notarán las maniobras, pactos o encubrimientos.
Aquí con los “frutsis y pingüinos”, se roban la esperanza de su gente y con la “compra de un perro para estar más seguros”, se compra el hartazgo social.
En materia de violación a los Derechos Humanos, la comisión estatal, ha emitido diversas recomendaciones a las instituciones veracruzanas como la Secretaría de Seguridad Pública (SSP).
En los expedientes constan declaraciones como estas:
“Como B estaba esposado, lo comenzaron a golpear, lo tiraron al suelo y le decían que se parara, como no podía por las esposas y que se encontraba tomado, lo seguían golpeando a punta pies y con las manos en el estómago y los costados del cuerpo, como yo les dije que no lo golpearan, uno de los elementos de policía, me dio un golpe en las costillas y en la garganta con la mano abierta, pero de lado, causándome lesión interna pues me molesta al pasar saliva, me pateó y me golpeó la cabeza”, señala una declaración con expediente CEDH/1VG/COR/0446/2015 emitida por la CEDH a la SSP.
De acuerdo a la CEDH, se han emitido 6 recomendaciones a instituciones públicas en Veracruz durante 2016, mientras que la cifra registrada por el Sistema Nacional de Alerta de Violación a los Derechos Humanos, de enero a abril de 2016, Veracruz tiene 165 quejas presentadas contra autoridades, encabezando la lista el Órgano de Prevención y Readaptación Social de la Secretaría de Gobernación.
La entidad veracruzana es la cuarta con mayor número de quejas registradas ante la CNDH, solo por debajo de la Ciudad de México, Estado de México y Chiapas.
Cierto es que el gobernador con licencia tiene responsabilidades y ha de enfrentarlas ante la justicia, que su sexenio ha sido por mucho, el más desastroso que ha vivido la entidad, que el SAT ha calificado como algo sin precedentes, cierto es también que la violencia incrementó ante la indiferencia de las autoridades, que el futuro del estado es incierto.
A Javier Duarte le pasó lo que la sabiduría popular dicta: “cría fama y échate a dormir”, cualquier santo se le puede colgar, total “una rayita más al tigre”.
A todo lo anterior hay que sumarle las declaraciones del presidente Enrique Peña Nieto, que, en un acto público legitimó la corrupción como práctica de la que no se escapa nadie, al referirse a las acusaciones de un diario contra su principal opositor.
Aquel acto ocurrido hace ya varias semanas puede interpretarse más o menos así: yo no soy el único, los demás también lo hacen, ¿por qué yo no?
El escenario local y nacional en un proceso acelerado de descomposición.
Sí, lo que viene ocurriendo en el país y en el estado, nadie puede negarlo pero también hay que preguntarse, como sociedad, ¿cuáles son nuestras responsabilidades?, ¿cuáles fueron nuestras omisiones?, ¿qué decisiones hemos tomado mal?, ¿a causa de qué nos encontramos en el lugar en el que nos encontramos?, ¿qué nos faltó?, ¿cuáles prácticas son recurrentes en nuestra conducta diaria que juzgamos al otro y no vemos en nosotros mismos? Viene un gobierno que se asume de derecha, un gobierno cuya única distinción, hasta ahora -porque no lo hemos visto ejerciendo el poder- es el color, de rojo a azul, ¿el cambio de color será el único requisito para la transformación social?, es una invitación a la reflexión.
Las pistas de un estado alejado de la barbarie se encuentran en el combate a la sociedad abúlica.
Una sociedad que reconozca sus derechos y los haga valer, participativa e interesada en los asuntos públicos, que no dejen solos a los que entran en el selecto, que no por ese rasgo, deseable, mundo de la política.
Una sociedad que reconozca su dimensión política y no la confunda con politiquería. Una sociedad que se organice colectivamente y utilice las armas democráticas puestas a su disposición. Una sociedad capaz de desentrañar viejas prácticas y desconocerse en el proceso, para luego reconocerse en un nuevo ciudadano.
Dejar de extender la mano para recibir dádivas y ocuparlas para invitar a las instituciones a rendir cuentas. Aunque la situación se mira más compleja de lo que la posible solución plantea.
Si, bello es el estado, hermosa su naturaleza, valiosa y trabajadora su gente, trágica su realidad política y social.
¿Usted qué piensa?, lo invito a que me deje sus comentarios en mi cuenta de Twitter @EduardoBarrios_, allá hablamos de todo en digital.