El grito que se avecina

  • Darío Suárez

Gran asombro han despertado los arreglos que se comienzan a colocar para la conmemoración de las fiestas patrias del próximo 15 de septiembre en el zócalo de la ciudad de México.  Como es usual, año con año, sea cual sea la administración en turno, local y federal, pretenden darle su manita de gato a la plancha de la plaza para dar el majestuoso y enorgullecedor grito de independencia.

La ceremonia del 210 Aniversario de esta festividad pinta para ser una de las más recordadas, ya que desde el inicio de sus preparativos y a decir de las propuestas del presidente, Andrés Manuel López Obrador, gran parte de los mexicanos ya comenzaban a mostrarse incrédulos y asombrados, debido a que nuestro mandatario disponía incluir solo a 500 personas en la plancha del zócalo capitalino  (respetando la sana distancia debido al Covid-19) con antorchas en las manos para, según él, mantener encendida “La llama de la esperanza”.

Hasta ese momento, todo parecía quedar ahí, en puros anhelos presidenciales. Sin embargo, la historia de esta gran fiesta mexicana dio un giro inesperado en la instalación de los primeros arreglos patrios y, aún más, con la colocación de “un águila” (no cualquiera), que a decir de muchos de los ofendidos, irrumpía y ofendía estrepitosamente al escudo nacional.

Uno de los más alborotados con la colocación de la reconocida Águila Juarista, utilizada durante la administración del Presidente Benito Juárez y que aparece en el billete en circulación de 20 pesos, fue el expresidente Felipe Calderón, quien externó en su momento que el presidente López Obrador quería imponer la imagen de MORENA en fechas cívicas y agregando el hashtag #SonPIOres a una de sus publicaciones en Twitter, se refirió al video escándalo de su hermano Pío López Obrador y a que su gobierno y sus colaboradores resultaron peores que los del PRI, quienes se apoderaron de los colores de la bandera para su logo institucional.

Ante toda esta controversia, en conferencia de prensa, la Jefa de gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum Pardo, reaccionó a las declaraciones del exmandatario mexicano (el mismo de la costosísima e inservible estela de luz del 2012) y le dio una breve explicación sobre lo que el águila juarista significa para los mexicanos y lo que representa en la historia y el civismo de nuestro país, además de que continua vigente en el billete de 20 pesos plasmada a un lado de la cara de Benito Juárez.

Este tipo de controversias en estos eventos suelen darse, y más cuando el sensacionalismo y el apasionamiento corren por las venas de nuestros políticos mexicanos. Pero, ¿Cuál es el problema de colocar como adorno patrio a un águila que es parte de nuestro pasado, de nuestra historia, de nuestra cultura cívica? ¿Qué ha diferenciado a otros presidentes en este tipo de eventos en donde se continúa mirando al pueblo hacia abajo, siempre desde el balcón de Palacio Nacional? ¿Cuál es la diferencia?

Ninguna, todos y cada uno de los mandatarios anteriores, han hecho lo que han querido y han modificado el protocolo del festejo o excedido su presupuesto, y no hay que irnos muy lejos, en el año 2006 y para dar su último grito de independencia, Vicente Fox Quesada, se trasladó a Dolores Hidalgo, Guanajuato, para realizar dicha ceremonia en donde además agregó a la arenga frases alusivas contra el entonces ex candidato perdedor, Andrés Manuel López Obrador, hoy Presidente de la República, cambiando en ese momento también el discurso del grito. En ese año, fue Alejandro Encinas, jefe de gobierno de la Ciudad de México, quién dio el grito en la plancha del zócalo de la Ciudad de México, ante una ciudadanía opositora al régimen de Fox y en contra de los resultados de las elecciones de 2006, en donde sacó ventaja Felipe Calderón Hinojosa.

Y es Calderón Hinojosa, el mismo que derrochó millones de dólares en la Estela de Luz, quien también echó la casa por la ventana en los festejos del centenario de la Revolución y Bicentenario de la Independencia, cuyos costos ascendieron a más de 230 millones de dólares, de los cuales 45 millones fueron gastados en tan solo 8 horas, revelaron fuentes extranjeras contratadas para dichos festejos, que se caracterizaron por ser demasiado ostentosos en un año de crisis económica, de inseguridad y falta de paz social provocada por el narcotráfico y el crimen organizado.

Finalmente, cabe mencionar que con todos los escándalos de corrupción sufridos durante su sexenio, Enrique Peña Nieto siempre tuvo algo en sus periodos presidenciales que siempre lo llevara a tener un festejo gris e insignificante. En 2013, el forzoso desalojo de los maestros de la CNTE y una cena que ascendió a los 17.422 millones de pesos para sus invitados; en 2014, un gran desfile de artistas y una cena de 18.9 millones de pesos; en 2015, el acarreo masivo desde el Estado de México para llenar un zócalo vacío debido al repudio por la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, demanda que lo siguió en el 2016 y 2017, ceremonia en la que los mexicanos gritaban ¡Renuncia ya!

Tela hay mucha de donde cortar, no puede ser que una águila, la cual forma parte de nuestra memoria histórica venga ahora incomodarles a aquellos que ni se midieron, ni se aguantaron las ganas de meter la mano al caso para tener la mejor noche mexicana de su vida y no necesariamente compartiendo con el pueblo, sino con sus más allegados, elegantes y distinguidos invitados, pero como dice López Obrador en su spot para su segundo informe de gobierno: “Tengan para que aprendan”, ese grito sí va a estar bueno.

Es cuanto.