2015-2016: Veracruz sumido en sus propias fugas, en sus particulares persecuciones

  • José Luis Ortega Vidal

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En Veracruz vivimos nuestra propia persecución.

Aquí también hemos padecido nuestras fugas particulares.

Si a nivel nacional la noticia cotidiana es la búsqueda de “El Chapo” Guzmán, en Veracruz somos testigos y protagonistas de la desesperación detrás del poder.

Si del penal del altiplano se fugó, semanas atrás, el capo de capos, en Veracruz se nos ha escapado el futuro.

¿Será capaz el gobierno federal, el Estado mexicano, de recapturar al “señor de los túneles”?

¿Seremos capaces en Veracruz de reconstruir lo que alguna vez fuimos: la quinta economía de México, la reserva electoral respetada, el destino turístico nacional e internacional obligado, la casa de todos, el refugio de los perseguidos, el lugar de los avances pedagógicos, literarios, revolucionarios, reformistas e históricos, la matriz de culturas populares inagotables?

El tiempo será responsable de dar respuesta a estas interrogantes.

El tiempo sí…y nosotros mismos.

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Por lo pronto henos aquí, hoy, observando cómo Petróleos Mexicanos evita la privatización del petróleo crudo y el gas natural pero privatiza su exploración, su industrialización y su comercialización, a partir de la Reforma Energética que día con día genera cierre de plazas en PEMEX y abre plazas en empresas nacionales y extranjeras atraídas por la materia prima “For Sale”.

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En ese contexto, los veracruzanos de Poza Rica, Tuxpan, Coatzintla, Papantla, Veracruz, Cosoleacaque, Minatitlán, Coatzacoalcos, Nanchital, Agua Dulce, Las Choapas, ya no egresan de algún tecnológico o de la Universidad Veracruzana para buscar un contrato o una planta en PEMEX.

Ellos, como los técnicos en áreas diversas como soldadura, perforación, exploración, carpintería, electricidad, llevan -y han de llevar en lo sucesivo- su respectiva solicitud de empleo a Shell, Exxon, Chevron, Petrobras, ICA, Idesa, Braskem, Halliburton, RINISA, entre otras empresas que operan como socias o contratistas de Petróleos Mexicanos.

Hay una pregunta esencial respecto a este panorama: ¿debió ser así?

Surge otra duda: ¿No puede ser de otro modo?

El análisis largo y profundo a que obligan estos cuestionamientos requiere espacio aparte.

Aquí, por lo pronto, se consigna una realidad cruda y comprobada: así son las cosas en el México de hoy, en el Veracruz de hoy y en el PEMEX de hoy.

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Y si en el mundo de la industria las Reformas Estructurales nos han colocado ante la privatización del sector energético, en el ámbito de la política el Veracruz del 2015 vive un escenario de lucha encarnizada por el poder, por el dinero, por el manejo de la sociedad.

Pugna, pleito, en los que nadie concede un espacio al rival; particularmente dentro de la competencia intestina del PRI.

Veamos:

Alberto Silva Ramos encabezó el sábado pasado -31 de octubre- una reunión con los comités municipales del PRI y ahí habló de Javier Duarte como el líder que ha logrado todos los triunfos para su partido y al cual hay que respaldar para que el PRI gane todo una vez más –y según la particular visión del dirigente tuxpeño- en el 2016.

Si Alberto Silva Ramos fuera taquero, los priístas podrían pedirle –por ejemplo- la cantidad de tacos de lengua que deseasen y se los daría.

Eso es lo suyo.

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Corresponde a los militantes del PRI arreglar los temas de su partido y decidir si le creen o no a su dirigente.

Los priistas sabrán si van detrás de un discurso parcial, sin detalles, sin matices, sin claros, oscuros, grises, sin datos duros –el triunfo opositor en los distritos más poblados del estado en los comicios del 7 de junio del 2015, por ejemplo- sin diálogo y respeto.

Como observadores foráneos, como ciudadanos con derecho a vigilar y criticar a los partidos políticos porque se mantienen con nuestros impuestos, es importante atender los ángulos que la nueva dirigencia tricolor veracruzana no refiere, no toma en cuenta, no atiende como si la suya fuera -por obra y gracia de Dios- la verdad enviada desde el cielo tricolor a todos los hombres y mujeres nacidos nomás para obedecer y votar tal y como la voluntad de Alberto Silva lo determina.

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Además de comités municipales, distritales y estatal, el PRI se compone por grupos de poder, por cacicazgos locales y regionales, por sectores de interés económico, ideológico –sí por increíble que parezca, hay priistas con ideología- por inercias históricas, por elementos dialécticos, por voces diversas y control de espacios múltiples de poder.

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El grupo de la fidelidad va por su tercera gubernatura y por la cuarta y las que puedan obtener desde su particular visión e interés.

En ese afán –por ejemplo- el grupo hoy en el poder rompe una regla no escrita que ha operado durante décadas en el PRI, desde del PRI y en torno al PRI: el que se va entrega la silla a otro no a sí mismo.

Cuando Plutarco Elías Calles intentó convertirse en el nuevo Porfirio Díaz de México, un oficial del ejército enviado por el Presidente Lázaro Cárdenas del Río le enseñó la puerta de salida del país y se dio fin, de esa manera, al Maximato.

No se entrega todo el poder. Plutarco Elías Calles volvió más tarde al país y Lázaro Cárdenas fue una figura de influencia decisiva durante décadas.

Todos entendieron, sin embargo, que el poder no es eterno y faltar a esta regla –en México- suele desencadenar hechos trágicos –caso Colosio- o sumir a la sociedad en anquilosamientos sociales –la deuda de Veracruz- que a nadie convienen.

Nunca se entrega todo el poder pero se cumplen los ciclos y se respetan.

Se entrega la cabeza y el resto se reparte y una parte le corresponde al grupo que concluye su período; el cual podrá regresar más adelante a una nueva disputa si las circunstancias lo permiten.

No respetar estas normas lleva al grupo en el poder y al partido –el PRI- en su totalidad, al riesgo de perderlo todo, en este caso la gubernatura.

Cuando reflexionamos en estos elementos de la política respecto al Veracruz de hoy, volvemos a la analogía del taquero y entendemos que en política suele imponerse el que los sabe servir de seso y calientitos sí pero sin quemar la boca del comensal.

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Hay elementos más profundos.

Uno de los aspectos que han llevado a la crisis de los partidos políticos en México surge del olvido que éstos han tenido del resto de la población, de aquellos que no militamos en ningún partido pero somos ciudadanos y votamos por una u otra oferta partidista, llegados los comicios.

En el Veracruz de hoy, el líder estatal del PRI se refiere en sus discursos –muy agresivos, rijosos, alejados de la construcción argumentativa, de la propuesta reflexiva, del reconocimiento del otro, de quien a partir de su pensamiento diferente me complementa- al PRI y a los priistas.

Olvida el dirigente tricolor que en su propio partido hay quienes piensan distinto a él y hay quienes representan intereses diferentes a los suyos.

Más aún, en el PRI veracruzano de hoy el otro -entendido como un no militante del PRI o como un militante de un partido distinto al PRI- simplemente no existe.

Para ese veracruzano que no es priista, o que no es fidelista, no hay discurso, no hay propuesta, no hay voz, no hay espacio de poder, no hay invitación respetuosa a dialogar…

Sólo hay agresión, solamente existe el rechazo, nada más se le concede la categoría de ajeno, de alguien que, por pensar distinto, está condenado a la marginación.

Hay quienes, dentro del PRI, observan esto y les preocupa.

Hay a quienes, dentro del sistema priista a nivel municipal, estatal y federal, les ocupa la posibilidad de que este discurso y este accionar de la fidelidad, los divida aún más, los confronte y los conduzca a la derrota electoral.

Perder Veracruz abre –lo saben los priistas- un hueco muy grande que conduce a la debilidad de cara a la sucesión presidencial del 2018.

Pero hay más: un sector del PRI, pensante, sabe que este alejamiento de la unidad real -y no de lengua- dentro del PRI es un tema secundario frente al alejamiento de su partido del resto de la sociedad.

Hay un cansancio dentro del PRI pero hay un hartazgo fuera del PRI.

Y ambos choques ocurren de cara al PRI, frente a su dirigente estatal en Veracruz, justo ante el rostro de un joven político que no lo percibe o no lo admite o está decidido a pasar por encima de él a partir de la ambición de más poder, más poder, más poder.

El discurso del "nomás mis chicharrones truenan", versión Alberto Silva, es propio de sociedades arcáicas, no sólo anti democráticas sino perversamente injustas y económicamente ineficientes.

La modernidad democrática que México y Veracruz reclaman no aparecen en el pensamiento del nuevo líder tricolor veracruzano.

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Alrededor de este análisis hay muchas más variables:

a)       La compleja condición de las finanzas públicas en Veracruz, a nivel municipal, estatal y desde la perspectiva de las aportaciones federales

b)      La compleja condición de las finanzas privadas en Veracruz que junto a las anteriores se refleja en tasas de empleo y desempleo, en montos de inversión, en deudas y sus manejos, en falta de infraestructura, en fallas de salud, seguridad, educación, en combate a la pobreza.

c)       Dado que la economía se constituye por elementos concretos pero también por percepciones, es importante preguntar a la sociedad qué opina sobre el estado que guarda la cosa pública en el Veracruz de hoy.

d)       Esta pregunta a la sociedad, al pueblo, sobre su percepción, nos remite al actuar de ese pueblo: ¿qué estamos haciendo respecto a lo que nos ocurre? ¿qué se puede esperar de nuestro comportamiento de continuar las cosas como están?

e)       Finalmente, gane quien gane la pugna interna del PRI; gane quien gane la pugna partidista o de grupos de cara a la sucesión gubernamental del 2016, la mayoría ciudadana es la que paga los platos rotos y es la que posee el verdadero poder con su capacidad de movilización y su voto.

f)        Algún día, con certeza, esa mayoría ciudadana entenderá que ella ordena y al taquero sólo le corresponde atender las instrucciones.