Imperativo, un extrañamiento

  • Jaime Ríos Otero

Pues la cosa sigue de caricatura acá. Hasta a los medios de comunicación que tienen una abierta o discreta parcialidad hacia el gobierno, del cual convalidan aun las acciones más absurdas, les repercutió la espontánea y simpática expresión del señor secretario de Seguridad Pública, cuando al comparecer ante los diputados para la glosa del Tercer Informe del gobernador, soltó un “pinches medios”, que se ve que le salió del alma, pero que rebotó por todos lados gracias a que los micrófonos estaban abiertos.

Y aunque los medios de comunicación efectivamente son un pedrusco en el zapato de cualquier funcionario, por más honorable y bien plantado que esté, la cosa no sería tan fastidiante, si el “pinche señor secretario” (conste que él empezó de llevado) no trajera asoleados a los reporteros con instrucciones a sus jenízaros de que impidan la labor de la prensa en cuanto evento ésta quiera cubrir y aquellos estén presentes.

La hostilidad, las amenazas y las agresiones son abiertas y descaradas para la prensa. Y esto que aquí amerita un comentario chunguero, no lo es en el terreno de la labor profesional de los comunicadores, quienes ven amenazada su integridad física, se enfrentan al riesgo de ser golpeados y maltratados por los gorilas de la policía acreditable, competente y profesional para someter a los hombres de las plumas, libretas y cámara, pero no a los malandrines armados de pistolas, metralletas y cuernos de chivo.

Y aunque el titular de la Junta de Coordinación Política, profesor Juan Nicolás Callejas Arroyo, fue acertado al por lo menos designar a una comisión de diputados que atendiera las inconformidades de los reporteros, esa audiencia será “como almodenada”, como decía mi abuela Felícitas, si no se da un severo extrañamiento al Ejecutivo para que evite esas acciones represivas que tanto daño causan al estado de derecho en Veracruz, pero que además mantienen en el desprestigio internacional al gobierno duartista.

A reserva de ampliar el beneficio del comentario, pero por lo menos tres de los diputados podrían tomar en su debida dimensión esta queja reporteril: Ricardo Ahued Bardahuil, porque ha demostrado repetidamente su congruencia como servidor público; Cuauhtémoc Pola, porque es un joven que, pudiendo vivir en la deliciosa comodidad del juniorato, desde muy joven se enfrascó en las lides de carácter social desde la izquierda; y Eduardo Sánchez Macías porque es empresario de medios que debe entender lo que significa el acotamiento de la libertad de expresión.

Ojalá el Congreso adopte por lo menos un pronunciamiento al respecto, y aunque sea formalmente supla la endeblez de la Comisión para la Defensa de los Periodistas, que poco puede hacer ante una estructura de poder a la que desgraciadamente se debe y está subordinada. Y conste que en esta apreciación excluyo al querido compañero Jorge Morales que sí se toma las cosas en serio, pero sigue siendo una voz solitaria, que predica en el desierto de la indiferencia y la insensibilidad política.

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