• Xalapa

Nada para a joven xalapeño con autismo; sueña con terminar una carrera

  • Carlos Caiceros
Aunque padece Trastorno del Espectro Autista (TEA), Carlos prefiere que se refieran a él como estudiante y no como un enfermo

Xalapa, Ver.- Carlos Daniel Torres es un joven xalapeño de 14 años con autismo. Él tiene como objetivo estudiar una carrera universitaria, aunque todavía no sabe qué licenciatura cursará.

El adolescente y sus padres enfrentan el estigma de una enfermedad de este tipo. Reconocen que no ha sido fácil, pero ello no ha frenado su desarrollo.

Actualmente, cursa el primer grado en la escuela Telesecundaria Adolfo Ruiz Cortines y además de sus estudios practica natación y artes marciales como el Hapkido y el Jiu-jitsu, encontrándose en proceso de ser cinta azul.

Afirma que se divierte entrenando o combatiendo con sus compañeros: “Casi he peleado con la mayoría”, cuenta.

Aunque padece Trastorno del Espectro Autista (TEA), prefiere que se refieran a él como estudiante y no como un enfermo. Carlos también destaca como orador, participando en eventos en los que reflexiona sobre su condición.

 

“No es un asunto de vergüenza ni de orgullo. No es un asunto de vida o muerte, es simplemente una condición que presento que me ha llevado por distintos caminos”.

 

Así, el joven ataja primero el constante cuestionamiento sobre lo que se siente tener su padecimiento: “No se siente nada, me siento feliz o preocupado, como cualquier joven de mi edad”, dice categórico.

Carlos Daniel se ha dado cuenta de que, a diferencia de jóvenes de su edad, no socializa como lo hace el resto. Pero no se trata de que esté “en su mundo”, simplemente convive de una forma distinta.

 

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Su transitar, insiste, no ha sido fácil. Gracias al apoyo de sus padres ha logrado establecer relaciones con personas que lo rodean, pero en algún momento todos tuvieron muchas dudas.

 

“Me cuentan que tardé mucho en caminar y hablar; eso hizo que ellos buscaran ayuda profesional y me diagnosticaran autismo”, cuenta.

 

En otra ocasión, sus padres visitaron a un neurólogo quien les advirtió que “ni se hicieran ilusiones” de que tendría una calidad de vida adecuada y menos que terminaría sus estudios, pues además del autismo, padece epilepsia.

Carlos tiene una hermana menor de 12 años de nombre Miranda, también con autismo, aunque de mayor grado.

Carlos Torres y Naty García, sus padres, están decididos en hacer valer la inclusión en las vidas de sus hijos. Por eso apoyan al joven para que cumpla sus metas.

 

MAESTRAS CON VOCACIÓN

Con este pronóstico, Carlos Daniel entró al jardín de niños en Xalapa, pero al terminar debieron mudarse a Playa del Carmen, donde fue rechazado de escuelas públicas y privadas.

 

“Afortunadamente conocimos al primer ángel que nos ayudó, la maestra Silvia Romero. Ella me dio clases particulares y me enseñó con mucho amor y comprensión, además de que tendió su mano para que mis papás se desahogaran”.

 

A su regreso a Xalapa y con la mala experiencia vivida, el chico fue inscrito en el Centro de Atención Múltiple (CAM) número 60, donde estuvo 3 años y conoció a otra de sus maestras, Teresa Santiago, a quien recuerda con mucho afecto.

 

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“Nunca me dejó caer y tuvo mucha confianza en mí. Con ella trabajé mucho para que pudiera igualar el nivel académico de los chicos de mi edad”, señala.

 

Pero la vida escolar de Daniel no podía quedarse en el CAM. Maestros, directivos y especialistas recomendaron a sus padres que debía ingresar a una secundaria regular.

Con la noticia, los fantasmas de aquel episodio en Playa del Carmen volvieron y pese a que los padres de Carlos confiaban en sus capacidades, sabían que el “bullying” y la discriminación sería algo a lo que podrían enfrentarse nuevamente.

 

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Para sorpresa de los padres, la escuela telesecundaria contaba ya con un programa enfocado a los jóvenes con TEA: “Y aquí estoy ahora, tuve la dicha de conocer a más ángeles en mi camino”.

Y si bien la historia de Carlos es considerada como una de éxito, él mismo sabe que su grado de autismo es leve comparado con otros compañeros que han enfrentado situaciones más duras.

 

VIDA ACTIVA

Todo esto le ha dado a Carlos la oportunidad de combinar sus estudios con sus actividades físicas y en ambos ha recibido un gran apoyo tanto de sus maestros como de su sensei para resolver sus dudas.

De esta manera, la vida de Carlos Daniel es totalmente activa. Solamente descansa los domingos, pero le gusta la rutina que lleva, especialmente haber recuperado las clases presenciales, tras el confinamiento de la pandemia.

 

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Y encima de todo, tiene tiempo para ver sus películas y series favoritas, entre las que se encuentran las que conforman el Universo Marvel, series como Cobra Kai y The Walking Dead.

Además, juega serpientes y escaleras y también gusta del Juego de la Oca.

 

“Primero hago las tareas y después a descansar. Esta maestra que tengo es buena gente, pero es estricta, no es dura, pero a veces deja mucha tarea”, cuenta.

 

Con todas sus vivencias y las cosas buenas que le ha dado la vida, el estudiante llama a realizar un examen de conciencia pues, aunque en el camino han encontrado personas que les han tendido la mano a él y a su familia, continúan sufriendo el rechazo y la discriminación, dado que también su hermana Miranda padece autismo.

 

“Le pido a la sociedad en general que no nos vea diferente, que se den la oportunidad de conocernos y que nunca duden de nuestras capacidades”.

 

Actualmente, el joven es como un estudiante considerado como promedio en torno a su aprendizaje, con sueños y metas por cumplir, uno de ellos, es hacerse de una carrera universitaria.

“Aunque si le soy sincero, todavía no sé cuál va a ser”, señala, aunque admite que le gustaría que fuera Educación Física, pues junto a Formación Cívica y Ética, son sus materias favoritas.

 

INCLUSIÓN ESCOLAR

Sobre los estudiantes con autismo, la maestra de la zona 22 de Educación Especial, Edna Hernández Flores, explica que ella ha desarrollado parte de su carrera entre niños con Trastorno del Espectro Autista.

Desde 2016, la docente ha ido entendiendo las particularidades de la enfermedad, pues no es fácil llegar a un diagnóstico y establecer una agenda de trabajo enfocada a una atención integral.

Gracias a la experiencia que ha tomado al paso de los años, ha logrado desarrollar planes cuya efectividad está probada. Por ejemplo, cuenta que su trabajo con niños y jóvenes en las aulas no terminaba ahí, pues tuvo que adaptarse al periodo de la pandemia.

 

 

“Por más que se pudiera trabajar con estrategias específicas, el contexto escolar no favorecía al alumno; el alumno iba a tener avances en lo particular, pero tendríamos que favorecer las prácticas inclusivas”, narra.

 

La maestra enfatiza que, al notar que era necesario desarrollar una estrategia que permitiera que los niños aprendieran también en sus casas durante el encierro, desarrolló las estrategias que llevó a cabo con las madres de los niños para lograr avances reales y significativos que bien podrían implementarse con el regreso a clases presenciales.

 

“Entonces yo aposté por capacitar a las mamás en el diseño instruccional para el aprendizaje y bajo ese enfoque yo me di cuenta de que pude obtener resultados”.

 

En dicho plan, precisa, especificaba por día todos los materiales que iba a ocupar el menor, el propósito que como guía debía alcanzar la madre, cómo debían ser las indicaciones, cuándo se tenían que dar e incluso la posición que deberían tener las madres en torno a sus hijos, es decir, adelante o atrás, de un lado o del otro.

De forma agradable, la maestra vio que las madres obtuvieron los aprendizajes deseados con sus hijos.

“No fui yo, ellas ejecutaron las acciones y creo que eso es muy valioso porque ahora entiendo que nosotros como docentes, además de lograr formar a los niños también debemos formar a los papás”.

Además, narra, incluir a los padres en la formación de sus hijos con espectro autista no solo los empodera, sino que los hace parte de su aprendizaje.

 

 

Actualmente, la maestra ya no tiene relación docente con estos chicos, pero su experiencia le ha permitido idear posibles estrategias para trabajar con los niños y sus padres, para abrirse camino en las escuelas públicas y privadas regulares.

En ese sentido señala que se requieren planes actualizados de estudio para maestros de formación independiente de su área de especialidad, que involucren en sus mapas curriculares y que tengan que ver con temas de autismo.

Además, que los planes de estudio de los maestros en formación de educación física en los diversos niveles incluyan asignaturas referentes a la inclusión, pero sobre todo con este trastorno pues, aunque existe una, no ha logrado aterrizarse de acuerdo con lo requerido.

Igualmente, sostiene que es necesario abordar en los Consejos Técnicos Escolares temas que tengan que ver con esta materia.

“Llevamos ya un avance, sabemos que de algunos consejos escolares para acá ya estamos hablando de que la inclusión nos compete a todos, no solo a educación especial”, precisa.

Hernández Flores dice que en la medida que maestros de educación regular se involucren, se podrá diseñar un plan universal de aprendizaje.

De igual forma, señaló que es importante que se hagan llegar cursos especiales sobre autismo y seguir generando espacios donde se hable del trastorno para difundir información actualizada y sensible, además de que se brinde espacio a las personas con autismo y su familia.

En su opinión, es necesario realizar protocolos de atención de crisis en entornos escolares para generar espacios seguros y comprensivos, así como incluir el apoyo de especialistas externos “que puedan brindar mayores herramientas para la adecuada intervención”.

Finalmente, dijo que es necesario autogestar el aprendizaje y favorecer la práctica reflexiva, pues ello es determinante en la atención de los niños con TEA y cualquier otra condición.

 

 

FP