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“Rosa”, reflejo del drama de los niños migrantes centroamericanos

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Festejará el Día del Niño volando por primera vez en avión de regreso a su ciudad de origen en Honduras.

Veracruz, Ver. (AVC/Arantxa Arcos).- El miedo a ser detenida por un grupo criminal en tierras mexicanas no impidió que una menor de 13 años de edad intentara salir de Centroamérica para reencontrarse con su familia en los Estados Unidos.

“Rosa”, migrante centroamericana, festejará el Día del Niño volando por primera vez en avión de regreso a su ciudad de origen en Honduras y con un recuentro familiar frustrado.

“Nos íbamos a ir en tren pero nos iban a agarrar los zetas, entonces dijo que no, que mejor los viniéramos en el bus, y mandaron un muchacho en un taxi para ver si estaba Migración, él dijo que no, no vio bien, porque nosotros veníamos y ahí estaba Migración. Nosotros, bueno, yo venía dormida, ya después me fueron a despertar para que me bajara”, relató.

Hace ocho días, “Rosa” viajaba en un autobús con al menos quince personas más rumbo a los Estados Unidos. El destino final era reencontrarse con sus padres y su hermana menor que sólo conoce por voz y fotografías, pues ella nació en el país vecino del norte.

Un viaje pagado por sus padres en más de 4 mil dólares era el vínculo directo para que un “pollero” la trasladara de manera segura hacia los brazos de su familia. El plan se frustró después de transitar México por tres semanas, migración los detectó e inició un proceso de repatriación.

“Por veces lloraba porque me hacía falta mi abuela y todo pero después, con las güirras que venía me consolaban y me decían que no lloraba, entonces ya no lloraba (…) la situación en mi país es mala, es que ahí violan a las güirras, unas las matan y así”, expresó.

Sus labios carnosos esquivan narrar la travesía sensible que experimentan los centroamericanos con sueños de reencontrar a su familia, un mejor trabajo o concretar una profesión como lo planea “Rosa”: medicina.

A la edad de 7 años, su madre la engañó diciendo que iría a San Pedro Sula en Honduras para encontrar trabajo y mantener el hogar que comparte con su abuela. Ella se molestó al enterarse que no fue así, que su madre intentó cruzar la frontera y migración la detuvo.

En el segundo intento, su madre lo logró, pudo burlar la vigilancia y alcanzar a su padre que las dejó cuando “Rosa” contaba con un año de edad.

Los años separados comenzaron a generar presión para reencontrarse todos en los Estados Unidos. “Rosa” los anhelaba ver de nuevo como aquel lunes que admiró por última vez a su madre, en la puerta de su casa en Honduras.

Con ayuda de sus primos, desde tierras norteamericanas, su madre gestionaba un viaje seguro para la menor de 13 años.

“Ella me dijo que me iba a ir un martes, me dijo que arreglara la maleta, entonces, una tía mía me ayudó y después, como a las dos de la tarde venía un bus que iba para San Pedro y ahí venía la amiga de ella, y ahí me trajeron”, recordó.

A diferencia de muchos centroamericanos, como sus padres, “Rosa” no montó a “La Bestia”, no durmió en la calle, experimentó un nuevo método ocupado por algunos migrantes.

El plan frontera sur no es conocido por dicho nombre, pero tiene bien memorizado que transitar de manera ilegal por México no es seguro tanto para hombres como para mujeres y mucho menos niños que van acompañados de un completo desconocido.

“Para mí no fue tan pesado, porque venía en bus, dormía en hoteles, traía amigos y todo, no fue pesado. Mi primo me dijo que si me pasaba algo que trajera los números de teléfono, me dieron dinero y que llamara, me dijo cómo marcar a mi familia”, exclamó.

La mañana de éste jueves 30 de abril, emprendió otro viaje, sin destino a reencontrarse con sus padres o conocer a su hermana menor, el destino es volver con su abuela, su segunda madre que la espera en Honduras.