Este proceso electoral 2024 pondrá a prueba la ética política con el acceso casi universal a la inteligencia artificial (IA).

Nuevamente se presenta un gran desafío y una nueva forma de hacer política a través de apoyos tecnológicos y herramientas del Big Data, que necesariamente tendrán que ser incorporadas en las estrategias de campañas y de comunicación por parte de los estrategas políticos, bajo el escrutinio de las autoridades electorales.

Desde 2016 cuando Donald Trump llegó a la Presidencia de Estados Unidos, vimos como la inteligencia artificial fue utilizada para analizar grandes cantidades de datos de redes sociales, identificar patrones y personalizar mensajes para que llegaran a audiencias específicas.

Algunos ejemplos de usos que se le dan a la IA en campañas electorales son:

Analizar datos demográficos, encuestas, redes sociales y otros tipos de información para comprender mejor a los votantes y sus preferencias.

• Identificar micro segmentos dentro del electorado y personalizar mensajes para cada uno.
• Optimizar la colocación de anuncios, maximizar su efectividad y ahorrar presupuesto.
• Predecir resultados electorales basados en modelos estadísticos y datos históricos.
• Identificar y abordar noticias falsas para mitigar su impacto.

Con la accesibilidad de la IA prácticamente para todos, el proceso electoral 2024 transformará la forma de hacer política tal como la conocemos. Será un gran reto a nivel tecnológico, ético y en cuanto a regulación será absolutamente necesario preservar la privacidad en lo que respecta a la recopilación y uso de datos personales de los votantes. 

Algunas reflexiones que debemos plantearnos son: ¿Qué tanto veremos IA en campañas negras y desprestigiando candidaturas? ¿Qué tanto decidiremos por nosotros mismos?, ¿Hacia dónde vamos con la IA?

En última instancia, el uso de IA en el proceso electoral 2024 planteará importantes preguntas sobre ética, democracia y regulación. Será crucial abordar estos desafíos de manera proactiva para garantizar la integridad y la legitimidad del proceso electoral en la era digital.